José Peñín
Viernes 27 de Enero de 2023
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En los últimos años se ve que la garnacha está de moda. A las zonas de Gredos no les hables de otra cepa que no sea garnacha. En Cataluña ha vivido en pugna con la cariñena, pero hoy reina con todos los honores. Dos uvas típicamente mediterráneas que se fueron extendiendo paso a paso por el Ebro hasta llegar a la Rioja Alta.
En cambio, hasta el final de la década de los setenta fue la cepa casi oculta de Rioja, salvo en la Alavesa, a pesar de ser mayoritaria entonces. Era impensable que en una etiqueta riojana apareciera la garnacha tal y como sucede hoy.
En aquellos años se destinaba para mezclas y no estaba bien vista porque se decía que se oxidaba sin profundizar en sus valores recónditos. Era la uva de "cooperativa", la "aragonesa", como la definían con desdén los riojanos. Su cultivo se debía a su resistencia a todos los males de la Naturaleza. Una uva rústica, todo terreno, capaz de defenderse de plagas y enfermedades y perfecta para climas secos y áridos. Una variedad cómoda porque permitía ir con tranquilidad a la taberna a echar la partida.
Se utilizaba sobre todo para los vinos jóvenes, de gama baja y media, debido a su bajo coste y a que pocos meses después de la fermentación el vino estuviera muy hecho, con una evolución en los depósitos más rápida, apagándose sus rasgos frutales, cosa que entonces era un oprobio. También su presencia se imponía en pequeña proporción en los ensamblajes clásicos de tempranillo y mazuelo para vinos de gama media, mientras que los vinos del alto copete, aquellos que su importancia se debía a su capacidad de envejecimiento, llevaban un porcentaje de un 80% de tempranillo y el resto mazuelo y graciano. Entonces el arte de la mezcla estaba en su edad de oro. No existía el vino monovarietal e incluso en los blancos. El tempranillo en el lado de la finura, y la garnacha en el lado del alcohol y cuerpo, eran dos intérpretes que se convertían en dos modelos de botellas que diferenciaba su composición varietal: la garnacha en la panzuda borgoñona y el tempranillo en la cilíndrica bordelesa. El vino contenido en la bordelesa expresaba el modelo de los tintos de la Rioja Alta, con un predominio casi total del tempranillo, de color algo más abierto, bajo el concepto de "vino fino". El de la borgoñona introducía vinos de más color de tempranillos más maduros de la Rioja Alavesa. El alcohol y menores costes de la garnacha, preferentemente de la Rioja Oriental. Lo más curioso es que el modelo borgoña aludía a lo que hasta los primeros años del siglo XX no se correspondía con el tipo de vino que conocemos: tintos más ligeros y poco intensos, sino que era un vino carnoso, fruto de las mezclas con vino del Midi y de Argelia que tuvo que soportar las frágiles cosechas de Borgoña que vendían los negociants.
La demanda de tempranillo, principalmente por parte de las bodegas de mayor volumen que comenzaban a instalarse en la década de los Setenta, motivó a que en la Rioja Baja se arrancaran muchas cepas de garnacha, mejor adaptada al clima mediterráneo de esta zona, para sustituirla por tempranillo, cuya rápida maduración por las mayores temperaturas de la zona, perdía gran parte de su expresión.
Hoy la garnacha riojana alcanza una notoriedad impensable hace tan solo 10 años. Un mejor trabajo en la viña con podas inteligentes y un control de rendimientos, ha permitido descubrir la faceta frutal-varietal frente a perfil seudoxidativo y vinoso del pasado. Una mayor y mejor relación del suelo con la planta, con notable identificación mineral, ha conducido a muchos enólogos y bodegueros de nuevo cuño a cultivar, o al menos recomponer, viejas viñas de las zonas altas que antes servían para dar acidez y cantidad. Garnachas sutiles, con expresión e identidad varietal procedentes de zonas incluso más elevadas de la Rioja Alta. Los viñedos del Najerilla en la Alta y de los altos de Yerga en la Oriental son dos ejemplos palmarios de garnachas sutiles, frescas, frutosas, con taninos suaves.
Es cierto que esta casta sigue yendo muy bien en ensamblajes hasta el punto de hacer "crecer" al tempranillo, alcanzando puntuaciones de vértigo, como Quiñón de Valmira 2020 con 98 puntos o Sierra Cantabria Mágico 2018 con la misma valoración.
En esta ocasión nos centraremos solo en los monovarietales de garnacha. Son 9 tintos con las mayores calificaciones entre 93 y 95 puntos en la Guía Peñín de los 63 vinos con cepa única que compone el listado. El equipo de cata puntuó 247 vinos riojanos con participación de la garnacha.
Salvo el tinto La Dula con 17€ el resto se mueven entre los 35 y 55 euros la botella. Son precios de elaboraciones muy singulares. Es más caro elaborar una garnacha de alta gama que un tempranillo.
(Bodega Proelio)
Viñas de 80 años con clones muy antiguos de la zona de Badarán, en el Alto del rio Najerilla, con vinos elaborados con raspón. Un tinto fresco con expresión varietal y mineral.
(Bodega Gomez Cruzado)
Garnacha de viñedos viejos cultivados en vaso en el pueblo de Badarán (Alto Najerilla) con orientación Norte y a 650 metros de altitud. Rasgos parecidos a Proelio.
(Bodega Cuentaviñas)
Eduardo Eguren, hijo de reputado Marcos Eguren, vuela solo. Viñas altas de la zona de Badarán y Cordovín. Precisión varietal garnacha: balsámicos frutos rojos...
(Bodega Queirón)
En el valle del rio Cidacos. Rasgos mediterráneos, pero con la resistente frescura de una variedad asentada en una zona como la Rioja Oriental que le viene como anillo al dedo.
(Bodega Valdemar)
De bodegas Valdemar del valle de Ocón en la Rioja Oriental desde los 600 metros hasta rebasar los 1000. El resultado de una maduración meridional, pero con la frescura de unas tierras más accidentadas.
(Bodega Sierra de Toloño)
En la zona de Toloño en las estribaciones de Sierra Cantabria. Rasgos frutales y herbales de una zona más fresca por su influencia atlántica.
(Bodega Vivanco)
Las parcelas de Zorraquin en las zonas altas hacia Ezcaray y Recuenco en la Rioja Oriental. Rasgos maduros y a la vez balsámicos.
(Bodega Javier Sanpedro La Guardia)
Frente a la madurez de los tempranillos aparece esta rara garnacha riojaalavesa de color abierto y brillante al borde climático de su maduración aromática
(Bodega Usarralde Vinos de Familia)
Viñedos en el emblemático Monte Yerga en la Rioja Oriental a 650 metros de altitud. Es un cruce de fruta madura y matices balsámicos.
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