Retama y bosque umbrío… vale, ¿pero qué te hace sentir el vino?

Cuando hablas con gente fuera del sector, que consuma vino o no, te suele decir que esto del vino es...

Jueves 02 de Junio de 2016

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Cuando hablas con gente fuera del sector, que consuma vino o no, te suele decir que esto del vino es para snobs y gente mayor. Lamentablemente, tengo que darles la razón en cierto sentido. La imagen del sumiller entrado en años, soltando frases de 45 palabras para definir un líquido en una copa está muy presente en el imaginario popular.

Personalmente, no tengo una tradición en esto del vino. Vengo de la enseñanza de idiomas y más tarde estuve unos añitos trabajando "en internet". Mi familia no es bodeguera, ni menos aun de hostelería. Nada de nada. Aunque es cosa reciente, debo decir que mi experiencia en el sector está siendo muy intensa y provechosa.

Un buen día me vino la llamada del vino (valga la polisemia), me empecé a formar, a conocer gente (incluso importante) del sector (productores, distribuidores, importadores, tiendas especializadas, hosteleros, periodistas etc., de todos los palos), hasta que consideré que se me daba bien. Luego ya empecé a elaborar un criterio propio.

Asumí modestos roles de productor, distribuidor, catador, vendedor y hasta importador, cosas que me han supuesto una enorme satisfacción personal que espero se perpetúen en el tiempo.

Y sí, una cosa que tengo clara es que la divulgación del vino en España es realmente aburrida, de snobs, oscura, muy antigua. No me extraña pues, que la gente tenga ese concepto. Máxime en un país como España, donde no podemos presumir de país culto. Muy al contrario, vamos para atrás como el cangrejo, donde la cultura de lo fácil, lo cutre y de la queja permanente se abren camino a pasos agigantados. Paremos porque es otra historia.

En mis charlas con profesionales que llevan más años y que saben más que yo, no es raro que compartan mi punto de vista pero se quedan ahí. No levanta mucha pasión el tema. Es algo como que se asume. Debe ser que la tarea ingente por hacer del vino algo más normal, algo más nuestro o algo más para todos los públicos, se ve como subir al Everest. Seguramente lo sea... en España.

Para entender mínimamente de vino o entender el vino, no hay que ser un superdotado, ni sacar matrículas de honor, ni estudiar 10 años. Es simplemente saber 4 cosas:

a) que tenga cierto color y brillo.

b) que tenga aroma (que siempre es agradable. No es raro leer u oír "un mal aroma", horror).

c) que tenga cierta acidez.

d) que tenga cierto alcohol.

Importante: que ninguno de esos parámetros iniciales nos llegue a "molestar" o que nos parezca que ganan por mucho al resto. De tal manera que si un vino brilla tanto que debemos ponernos gafas de sol, malo. Si huele más que un perfume de Cacharel, malo. Si es más ácido que una sidra asturiana, malo y si nos quema como si fuera alcohol de 96º, malo.

Todo en su justa medida, el famoso "equilibrio" de los vinos.

Cuando un vino está en equilibrio, casi forzosamente nos debe transmitir una emoción:

a) ¿podemos ver los verdes prados gallegos?

b) ¿nos traslada al cálido Mediterráneo con sus playas?

c) ¿nos recuerda a aromas de nuestra infancia?

d) ¿nos alegra el espíritu y lo tomamos por nuevo amigo?

e) ¿nos indigna tanto que vamos a denunciar al bodeguero?

Así podemos seguir. Adonde quiero llegar es a la emoción que nos produce un vino. Rara vez alguien que escribe o habla de vinos, nos la hace llegar. Abunda mucho ése o ésa que te encuentras por ahí y te habla de retamas o de bosques umbríos con una cara de autosuficiencia.

¿Cuántas retamas o bosques umbríos ha olido la gente? Sí, tío ya sé que sabes de vino pero haz que la conversación siga. No la mates.

Si cogemos una nota de cata, de ésas que la gente "sube a internet", podemos leer tranquilamente:

"Presenta aromas de cafés y tostados, así como bayas verdes recién abierto, con notas de roble y de betún, muy suave. El alcohol no es punzante. A copa movida, aparecen cafés Kenia, bayas de fresa y grosella, cuero fino (zapato de hombre nuevo), matorral y monte bajo. (...) un vino que ha ido mejorando mucho y que siempre me ha sorprendido."

Hay que decir que no está mal, es descriptiva la nota, está currada. Aquí podemos entrar en ver si el café es de Etiopía o de Java, o el cuero es de zapato de hombre mayor o de un adolescente... ¿pero qué nos aporta? Sinceramente, nos "sobreaporta", al menos en adjetivación, algo que los españoles, como hablantes de un idioma latino, vamos más que servidos. El resumen de ese catador es "ha mejorado y le ha sorprendido". Punto.

El contrapunto es lo siguiente que copio a continuación:

"Ya su color intenso te dice que se trata de un vino salvaje, puro, pleno de vida y que te va a dejar una huella, que ya cuando le metes la nariz te trastorna, te vuelve loco, te nubla el juicio y te sientes como si estuvieras disfrutando de este vino en medio de un valle volcánico en las maravillosas Islas Canarias."

Qué diferencia con el anterior, ¿verdad? A eso voy. Es justo lo que quiero transmitir con estas reflexiones. El amigo catador ha casi literalmente volado a las Canarias con ese vino y nos lo ha hecho llegar magistralmente. Confieso que felicité sinceramente a este catador.

Cuando uno va probando vinos y más vinos, las notas de catas que vamos viendo por ahí cada vez nos aportan menos. A no ser que el vino en cuestión les haya salido muy mal y haya perdido su tipicidad por ejemplo, ya sabemos más o menos lo que nos vamos a encontrar: si es un blanco joven, esto, si es un rioja crianza, esto otro y si es un amontillado, aquello de más allá.

Necesitamos más catas emocionales, con un lenguaje llano, directo, entendible y divertido, que llegue. Yo creo que no es difícil. Y no lo veo difícil encima viendo como lo hacen los amigos anglosajones, de países de poca tradición productora. Mucho ayuda hacer las catas en inglés, idioma eminentemente práctico, al grano y sin mucha floritura y apuntando a lo que te hace sentir ese vino. Ay, qué envidia.

Tomando cualquier nota de cata en inglés, leo:

"Clean, limpid medium yellow with a hint of green, quite rich, a really lovely colour. Touch of new wood on the nose, ripe melony fruit, slightly exotic, stylish and very expressive"... o sea,

Limpio, límpido, amarillo medio con toques verdosos, bastante denso, un color realmente precioso. Toques de madera de barrica nueva en nariz, fruta madura, ligeramente exótico con estilo y muy expresivo.

Esta es una de tantas. Como ven, destaca por su simplicidad, de adjetivación controlada y fácil de leer, con un final que habla de lo que hace sentir ese vino en cuestión.

Yo creo que en España debemos tender a esa sencillez de lenguaje, que describamos correctamente el vino que estamos catando pero sin apabullar al que nos lee que normalmente, sabe menos de vinos. Es simplemente quitarse ese corsé de ampuloso verbo y querer compartir lo que sabemos con humildad.

Largo me lo fiáis, amigo Sancho.

Un artículo de Eloy González
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