Richard Sanz: “Bodegas Menade es la expresión del trabajo natural”

A punto de cumplir una década, Bodegas Menade sigue fiel a sus principios basados en el respeto al proceso natural para la creación de sus vinos.

Susana Formoso

Martes 23 de Diciembre de 2014

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Siempre buscando la innovación y acercarse al público, Richard Sanz, enólogo de Bodegas Menade, se muestra convencido de la idoneidad de abrir las instalaciones al público para que puedan entender sus vinos a la perfección. Trabajo duro, paciencia y pasión por su entorno son las claves del éxito de esta bodega radicada en Rueda, Valladolid, cuyos principales exponentes son su verdejo joven y su más reciente apuesta, el primer verdejo natural.

¿Cómo surgió el proyecto Bodegas Menade?

Somos la sexta generación de bodegueros de la zona de Rueda,la empresa familiar comenzó en 1820. En el año 2005 mis hermanos y yo decidimos emprender nuestro propio proyecto porque con la viticultura y la elaboración tecnológica no nos sentíamos a gusto. Queríamos algo natural, con más expresión de la variedad, del suelo, climatológica -que no es el camino fácil ni convencional- para crear un vino con nuestra personalidad, de nuestro terruño y de nuestra gente. Pensar como lo hacían los abuelos.

¿Cómo se consigue ese respeto de los ciclos de la naturaleza para la elaboración de sus vinos?

Afortunadamente, tenemos algo que no tenía mi abuelo: la tecnología necesaria para poder anticiparnos y prevenir ciertas plagas. Por ejemplo, en el caso de la araña, en vez de utilizar tratamientos químicos, dejamos que las mariquitas se coman sus huevos. ¿Y cómo atraemos las mariquitas a las cepas? Echamos un tratamiento de agua con canela. ¿Que no queremos insectos? Usamos una infusión de ajo y vinagreta que los repele. Pero para mantener a los insectos cerca y poder 'jugar' con ellos tenemos instalados unos hoteles de insectos con plantas de hospedaje. Al fin y al cabo, se trata de mantener el micro-ecosistema de nuestros viñedos.

¿Cómo se traslada este modelo a la bodega?

Allí también trabajamos de una forma natural, lo que hacemos es intervenir lo mínimo posible en el proceso de fermentación del vino. Dejamos que las levaduras salvajes y el terruño se expresen por sí solos. Y así el vino es diferente de una cosecha a otra.

¿En qué se basan esas diferencias?

Tenemos una producción limitada y un vino sabroso, con las características propias de la tierra en la que se elabora y con una personalidad definida de la variedad verdejo. En este aspecto, hay una diferencia muy importante: que nuestros vinos, además de saber bien, sientan muy bien.

Nuestra marca principal y producto bandera es Menade (verdejo joven). También hacemos un vino de guarda, el V3 (viñas viejas de verdejo). Por otra parte, y a través de las investigaciones que hemos realizado, hemos sacado al mercado el primer verdejo natural, Nosso, sin adición de sulfuroso.

El próximo año, Bodegas Menade cumplirá una década, ¿hay prevista alguna iniciativa para celebrarlo?

Aunque no hay fecha definida, queremos dar a conocer nuestras instalaciones. Abrirlas al público. También queremos desarrollar actividades porque creemos que para los clientes entiendan nuestro vino tienen que saber cómo somos y en qué casa lo hacemos.

En cualquier caso, ya se están desarrollando actividadesenoturísticas...

No queremos que haya secretos y creemos que la bodega tiene que ser una cosa divertida, algo de lo que hay que disfrutar. Por eso, dentro de las actividades de enoturismo que estamos haciendo, proponemos cata de zumo para los niños o programas especiales para toda la familia, ponemos a disposición profesionales que se quedan con los niños mientras los papás disfrutan tranquilamente de la visita.

¿Cuáles son los próximos proyectos de Bodegas Menade en relación al enoturismo?

Queremos crear aquí nuestra propia granja, con sus ocas, sus gallinas... El siguiente paso sería crear alojamiento para facilitar que los visitantes puedan dormir aquí. Se trata de un proyecto vital: Menade está vivo. Queremos gente nueva, ideas nuevas, con ganas de disfrutar.

Entre los proyectos relacionados con sus investigaciones, ¿cuáles destacaría?

Desarrollamos distintas locuras sabrosas. Hemos elaborado nuestra cerveza artesanal con infusión de piña piñonera, al fin y al cabo estamos en Tierra de Pinares. Hacemos dos espumosos, el Dúo Rosé y Dúo Blancy también elaboramos nuestro propio aceite de oliva virgen extra, AEVA, aprovechando las aceitunas que tenemos en la zona. Tenemos en mente otro proyecto, La viña para comérsela, en el que queremos plantear la cocina con las hojas de la vid, como en la cocina griega. La verdad es que estamos abiertos a todo y tenemos la idea de que si hay algo, hay que mimarlo.

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