Vilma Delgado
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El vino está más de moda que nunca, su consumo se ha disparado en el último año alcanzando las mayores ventas de la historia en todo el mundo. Por ello no es de extrañar que cada vez son más las personas que deciden pasar de beber vino a comenzar a comprenderlo mejor e iniciarse en la cultura de esta bebida milenaria.
Para ello el punto de partida inicial y principal que debe hacer todo aficionado que desee profundizar en esta bebida es, como hemo dicho, pasar de beberlo a conocerlo, es decir, catar el vino.
Beber es ingerir el líquido sin prestar atención a él, catarlo es analizarlo conscientemente con todos nuestros sentidos y, en especial, con la vista, el olfato y el gusto.
Aprender a catar vinos requiere práctica y dedicación, pero hay algunos consejos y estrategias que pueden ayudar a desarrollar esta habilidad.
En general, la práctica y la dedicación son esenciales para aprender a catar vinos. Con tiempo y esfuerzo, se puede desarrollar una habilidad para apreciar y disfrutar mejor de los vinos.
La cata de vinos se divide comúnmente en tres etapas, que son la fase visual, la fase olfativa y la fase gustativa. Cada etapa se enfoca en un aspecto diferente del vino y ayuda a los catadores a evaluar su calidad y características.
La primera etapa, la fase visual, se refiere a la apariencia del vino. Durante esta etapa, se examina el color del vino, su claridad y brillo, y también se observan las lágrimas o piernas que se forman en la superficie de la copa cuando se gira el vino. Estos aspectos pueden proporcionar pistas sobre la edad, el cuerpo y la concentración del vino.
La segunda etapa, la fase olfativa, implica la evaluación del aroma del vino. Se examina la intensidad, la complejidad y la calidad del aroma, y se buscan notas de frutas, flores, especias, hierbas u otros aromas que puedan estar presentes. Estos olores pueden indicar la variedad de uva, el origen y el proceso de elaboración del vino.
La tercera etapa, la fase gustativa, implica la evaluación del sabor del vino. Se evalúa la dulzura, acidez, amargura, cuerpo y final del vino en la boca. También se busca la presencia de sabores frutales, especiados, herbáceos o terrosos en el vino. Esta etapa también permite evaluar la calidad y equilibrio general del vino.
En conjunto, estas tres etapas proporcionan una comprensión completa de la calidad y las características del vino y ayudan a los catadores a evaluar y comparar diferentes vinos.
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