Jueves 19 de Junio de 2025
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La reciente expansión de la minería, impulsada por el Ejecutivo nacional, amenaza la integridad ambiental que sostiene las Denominaciones de Origen Controlada (DOC) y las Indicaciones Geográficas (IG): pilares de la identidad, calidad y prestigio internacional del vino mendocino.
Reconocida como la octava capital mundial del vino y referente del enoturismo en América Latina, Mendoza enfrenta una encrucijada crítica. La presión extractiva sobre ecosistemas hídricos sensibles —especialmente el uso de agua proveniente de glaciares y ambientes periglaciares para la extracción de cobre— pone en riesgo no solo sus paisajes y biodiversidad, sino también la viabilidad futura de su economía regional.
El enogastroturismo mendocino ha registrado un crecimiento sostenido en las últimas décadas, diversificándose con propuestas de alto valor agregado que integran vitivinicultura, gastronomía de terroir, naturaleza, cultura y hospitalidad rural. Este modelo ha generado miles de empleos directos e indirectos, dinamizando las economías locales y posicionando a Mendoza como un destino internacional competitivo y sustentable.
Las bodegas mendocinas no solo elaboran vinos premiados, también funcionan como guardianas del paisaje, restauradoras de hábitats, promotoras de turismo de bajo impacto y actores estratégicos en el desarrollo territorial.
La eventual modificación unilateral de la Ley 7722 y de la Ley de Glaciares —a través de decretos que favorecen la megaminería— implicaría un duro golpe a la imagen internacional de Mendoza como territorio vitivinícola de excelencia, sostenible y en armonía con su entorno. El daño reputacional sería inmediato, profundo y difícil de revertir, afectando el valor de marca de las bodegas, las DOC e IG, así como la confianza de mercados y consumidores globales.
Emblema internacional del vino argentino y cuna del Malbec, Mendoza ha forjado su prestigio sobre la pureza de sus aguas, la fertilidad de sus suelos y la imponencia de sus paisajes andinos. Sin embargo, la avanzada de la megaminería —asociada a la degradación ambiental, el uso intensivo de agua y la contaminación— plantea una amenaza directa a la sostenibilidad de su industria vitivinícola y del enoturismo local.
La calidad y proyección global de los vinos mendocinos, así como el desarrollo y crecimiento de un turismo de alto valor ambiental y cultural, están en riesgo ante proyectos extractivos que comprometen recursos de glaciares y cuencas hídricas fundamentales para la producción agrícola.
El uso de agua de glaciares por parte de la minería puede consolidar la idea de que Mendoza prioriza beneficios económicos inmediatos sobre la sostenibilidad a largo plazo, alejando a consumidores conscientes.
La sospecha de contaminación de agua o suelos atenta contra la imagen de pureza y calidad de los vinos locales, afectando la confianza del mercado.
La degradación paisajística y la preocupación ambiental pueden desalentar al turismo, clave para la economía regional.
Un público cada vez más informado podría rechazar productos provenientes de regiones percibidas como insostenibles, impactando negativamente las ventas y el posicionamiento internacional de Mendoza.
La expansión minera representa un desafío crítico para la estabilidad y proyección internacional de la vitivinicultura y el enoturismo mendocino.
La pérdida de reputación derivada de impactos ambientales podría traducirse en una baja de ventas tanto en mercados internos como externos.
Décadas de construcción de una imagen de excelencia podrían verse comprometidas, reduciendo el valor de las bodegas y provocando erosión en la marca de un destino turtístico responsable ambientalmente.
La incertidumbre ambiental puede desalentar inversiones clave en los sectores turístico y agroalimentario.
Las bodegas podrían verse obligadas a incrementar el gasto en marketing y relaciones públicas para contrarrestar el impacto reputacional y reforzar el posicionamiento internacional ganado.
Comunicar con mayor claridad los esfuerzos en eficiencia hídrica, agricultura regenerativa y protección de la biodiversidad.
Generar confianza a través de información accesible y verificable sobre procesos y compromisos ambientales.
Colaborar y organizar gobernanza local con los poderes del estado y organizaciones ambientales para promover regulaciones firmes y sostenibles.
Adoptar y destacar sellos como B Corp, Demeter o ISO 14001 para diferenciarse en mercados verdes.
Sensibilizar a los públicos sobre la importancia del consumo responsable y los impactos de la minería en territorios vitivinícolas.
El uso del agua de glaciares para actividades mineras no solo pone en riesgo el equilibrio ambiental, sino que amenaza directamente la identidad vitivinícola, la denominación de origen y la proyección turística internacional de Mendoza.
Frente a este desafío ambiental, económico y reputacional, es imprescindible que Mendoza priorice la protección de sus recursos naturales, la integridad de su marca territorial y el bienestar de sus comunidades.
La coexistencia entre minería y vitivinicultura solo será posible si se garantiza la transparencia, el respeto al marco legal, la regulación ambiental estricta y el compromiso con un desarrollo verdaderamente sostenible que priorice a las comunidades y a los sectores agroiundustriales que defiendan, conserven y protejan los recursos ambientales y ecosistémicos.
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