Valdeorras, dos mil años de pasión por el vino

Décimo Junio Bruto en Gallaecia

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Miércoles 12 de Marzo de 2025

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Hacia el siglo II a. C., Roma, una República en plena expansión, dirigía su mirada hacia Hispania.

Tras las Guerras Púnicas, el Mediterráneo era su patio de recreo, y ahora, el noroeste de la península ibérica, la misteriosa Gallaecia (actual Galicia y norte de Portugal), llamaba a sus puertas.

Riquezas naturales como madera, oro y estaño aguardaban, y con ellas, la oportunidad de extender aún más su dominio.

Es en este escenario donde Décimo Junio Bruto, un nombre que resonaría en la historia, entra en escena.

Décimo Junio encontró un territorio vibrante, organizado en tribus que cultivaban la tierra, criaban ganado y extraían oro de las entrañas de la tierra.

Su campaña, digna de un héroe, le valió el cognomen de "El Galaico" y marcó el inicio de la romanización de la región.

Pero entre todas las historias de su campaña, una destaca por su peculiaridad: el encuentro con el río Limia.

Cuentan que sus soldados, temerosos de las leyendas que lo asociaban con el río Lethes del inframundo, se negaron a cruzarlo.

Las aguas del Lethes, decían, borraban la memoria. Pero Junio, con la determinación de un líder, cruzó el río y llamó a sus hombres por su nombre, demostrando que el miedo no tenía cabida en su empresa.

Y así, la vid llegó a Gallaecia. Aunque el cuándo y el cómo aún generan debate, lo que sí sabemos es que Roma impulsó su cultivo.

Variedades y técnicas de vinificación innovadoras transformaron la producción local, y el vino gallego, apreciado en todo el imperio, se convirtió en un tesoro.

Imaginen los valles del Miño y el Limia, bañados por el sol y bendecidos con suelos fértiles, como los viñedos que abastecían a Roma.

Valdeorras, un lugar con raíces profundas, es testimonio de esta tradición vinícola. Su nombre, "Val dos Gigurros", evoca a la tribu que habitó estas tierras antes de Roma.

Aquí, entre asentamientos romanos dedicados a la ganadería y el oro, Lucio Pompeyo Reburro se atrevió a plantar las primeras vides.

Y dos mil años después, la calidad de sus vinos sigue siendo un legado vivo.

Valdeorras, con sus paisajes de ensueño, invita a perderse en rutas de enoturismo, descubriendo desde los frescos blancos de godello hasta los intensos tintos de mencía, algunos de los mejores vinos de España.

En el año 138 a. C., Décimo Junio Bruto "El Galaico" cruzó el río Limia, arriesgando su memoria, para abrir el camino a un legado que perdura.

Hoy, les invito a cruzar ese río metafórico, a dejar atrás los miedos y a crear recuerdos en Valdeorras, porque sin duda, serán recuerdos que atesorarán. ¡Salud y buen vino!

Un artículo de Jonathan Ramos
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