Los vinos de garnacha blanca más exclusivos de España en 2023

Los vinos de garnacha blanca que no puedes dejar de probar

José Peñín

Viernes 28 de Abril de 2023

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La garnacha blanca es la uva del miedo. En los últimos 80 años y, hasta hace 12, esta cepa representaba un comodín en los ensamblajes catalanes y algunos majuelos se diseminaban a lo largo de la cuenca del Ebro hasta llegar a La Rioja. Nadie se atrevía a utilizarla en una vinificación solitaria con el pretexto de su escasa expresión frutal, proclive a la oxidación y excesivo cuerpo; hasta el punto de ser utilizada para vinos generosos, precisamente por esa evolución oxidativa. Al igual que ocurría antaño con la garnacha tinta, la blanca aparecía tan sólo 3 meses después de la vendimia sin el menor rasgo de su juventud, con los matices almendrados de su incipiente evolución oxidativa.  Me gusta esta variedad porque su viejo viñedo dibuja mejor el paisaje vitivinícola mediterráneo y su excelente adaptación al clima español. Por eso nació en España. Su madurez tardía es la propicia para que, a pesar del calor, la variedad no pierda en su proceso vegetativo ninguno de sus valores, muy al contrario, es perfecta entre la graduación de 13,8 y 15 grados. Tiene acidez para compensar el alcohol y, únicamente, hay que cuidar en su elaboración el control térmico.  Es una casta habituada a los vientos y al sol y su hábitat perfecto es Aragón y Cataluña, al igual que en Francia en las zonas donde discurre el viento mistral con cierta frecuencia.

El blanco mediterráneo

Los intentos de vinificar a la "atlántica", es decir, vendimiar con una graduación inferior a 13º, generaba un tipo de vino insulso, ácido, sin carácter, válido para ensamblar con macabeo para otorgar a la mezcla un crédito de frutosidad, convirtiendo a la variedad en una comparsa para volumen.  Yo era uno de tantos que no confiaba en sus posibilidades para vino de mesa, hasta que un día tuve la oportunidad de catar una garnacha blanca que Carlos Falcó elaboraba experimentalmente en Valderrobles, en Teruel, hace más de 25 años. Me quedé fascinado de la expresión mediterránea, con cuerpo, pero con una frescura y un punto montaraz, con una riqueza de matices que evocaba a hierbas secas de monte bajo con una agradable dulcedumbre del alcohol. Más tarde, me confesó que no continuaría con el proyecto porque no era capaz de sostener la frescura de la variedad debido a que tendía a evolucionar. Le dije que perseverara en ese campo, pero enseguida abandonó la experiencia. Una ocasión perdida para haberse convertido en un pionero de la nueva garnacha blanca.

Las primeras experiencias comerciales con la expresión más definida de esta variedad se realizaron en el Priorat con el Nelin de René Barbier, Coma Blanca de Mas d'en Gil y algún otro, hasta el punto de ser los primeros vinos blancos que Parker elogió como los mejores blancos de España. Nos imaginamos que, también el célebre gurú, calificaba por el número de registros gusto olfativos del vino y no tanto por el patrón preconcebido de los blancos

¿Cuál es el modelo del blanco de garnacha? Cuerpo, notas de dulcedumbre de su alta graduación, recuerdos de hierbas secas de monte y notas montaraces, toques amargosos, fondo terroso-mineral; es decir, casi los rasgos de un tinto más propio para acompañar carnes o pescados azules con salsas vigorosas. En definitiva, la antítesis del blanco atlántico que ha dominado en el mundo los últimos 50 años. Un vino con un pequeño porcentaje de GB mejora, mientras que una garnacha blanca mayoritaria mezclada con otras, se empequeñece.

Los territorios de la garnacha blanca

En la trayectoria de la garnacha tinta penetrando en el Rosellón, Languedoc y el Bajo Ródano francés ha discurrido también su hermana blanca. Tenemos los vinos del legendario Château Rayas en la zona de Chateauneuf-du-Pape, cuya garnacha blanca se combina con la clairette al 50 por ciento. Domaine Dauby, en el Rosellón, con su sensacional Coume Gineste Blanc, con un 50 por ciento de garnacha blanca y otro 50 con la garnacha gris. También en California, en la zona más cálida del Valle Central, que es San Luis Obispo, se cultiva esta variedad donde dicen que su origen es francés. Siempre mezclada con otra variedad, no tanto por el temor de su evolución prematura, como por que las garnachas francesas, por su clima menos cálido, el carácter está ligeramente más diluido excepto en la zona de Chateauneuf-du-Pape por sus calientes suelo de canto rodado. La mayoría de los elaboradores se sustentan con una mezcla con macabeo o viognier, en el caso de la D.O. Terra Alta, además de la macabeo.

Las garnatxas catalanas representaban el ranci blanco en las elaboraciones de una zona desconocida, como ha sido hasta hace bien poco Terra Alta. Una zona del interior de Tarragona que, en mis tiempos de "buscavinos" en la década de los Setenta, ofrecía el panorama de unos vinos evolucionados entre rancio y vino de mesa, grueso, sin matices, elaborados por las cooperativas en las que los domingueros compraban en garrafas bajo la bandera de Vinos de Gandesa.

Las mejores garnachas blancas son, sin duda, las de Terra Alta. No en balde, en la zona se halla el 70 por ciento del viñedo de esta casta en España.  Una garnacha con levaduras autóctonas en suelos calizos, pedregosos o "panal" (mezcla en laminados de arena, arcilla y caliza). Es un dechado de expresiones mineral-terrosas muy telúrico, con evocación de hidrocarburos cuando envejece en botella como los buenos riesling del Rhin y Alsacia y tonos más salvajes y terrosos cuando son jóvenes. Para comprender la curiosa metamorfosis de la garnacha blanca en su evolución en botella, basta observar la puntuación del Edetaria blanco 2005 en la Guía 2009, que fue de 90 puntos, para alcanzar los 95 puntos 4 años más tarde.

La evolución de esta variedad ha sido espectacular en los últimos 10 años. De 11 vinos monovarietales de GB con 90 o más puntos en la Guía Peñín 2009, se ha pasado a 74 en la última edición, sin contar con los vinos rancios dulces y secos.

Los mejores garnachas blancas de España de la Guia Peñín 2023

Son vinos de lujo impensable en esta variedad si miramos a su pasado. Solo reseño las dos puntuaciones más altas, sin incluir los rancios.

95 Finca La Terrenal 2018 (D.O. Terra Alta) – 40 €

Complicidad del suelo, clima y variedad. Cuerpo y elegancia a la vez es algo insólito.

94 Tros Blanc Notaria 2016 Fermentado en Barrica (D.O. Montsant) – 44 €

Complejidad reductora salvaje, finas notas de evolución controlada.

94 Les Margues 2019 Barrica (D.O. Priorat) – 37,50 €

Fina evolución, complejidad, riqueza de matices especiados y fruta madura y frutos secos

94 La Solana Alta 2019 (D.O. Priorat) – 46,50 €

Crianza elegante y especiada, piedra seca, fruta madura.

94 Marure 2018 (D.O. Rioja) – 105 €

Expresión de la fruta y la cremosidad del roble muy fundido, madurez y sutileza.

José Peñín
Posiblemente el periodista y escritor de vinos más prolífico en habla hispana.
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