Vino y salud, los beneficios de un consumo moderado

¿Alguna vez te has preguntado sobre los beneficios para la salud que ofrece el vino tinto o el vino blanco?...

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Jueves 03 de Septiembre de 2020

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¿Alguna vez te has preguntado sobre los beneficios para la salud que ofrece el vino tinto o el vino blanco? ¿Sabes para qué es bueno exactamente el vino? ¿Es bueno consumir vino a diario? ¿Conoces la realidad técnica y los efectos detrás de cada copa?

Desde Finca Torremilamos analizamos con nuestro asesor enológico Fermín Rodríguez Uría los pros y contras del consumo de vino y su desconocida realidad técnica que lo sustenta.

El porqué de un consumo responsable

Cuando hablamos de vino y salud, debemos ser muy prudentes. Por un lado, es evidente que el alcohol es un tóxico y que puede resultar perjudicial para nuestro organismo dependiendo de las dosis de ingesta. Además, otros compuestos presentes de forma natural en el vino, como las histaminas y otras aminas biógenas, pueden resultar nocivos en los casos de personas con reacciones alérgicas a estos compuestos.

Sin embargo, un consumo moderado de vino puede resultar beneficioso para nuestra salud y en el siguiente artículo intentaremos profundizar sobre este hecho. Además añadiremos algún dato y experiencia curiosa relacionada con la ingesta de vino.

Vino y nutrición

En lo que se refiere a los aspectos nutricionales más destacados, cabe decir que el vino está constituido principalmente por alcohol y agua. Eso no quiere decir que tengamos que despreciar el resto de compuestos presentes en el mismo. Precisamente son muchos de ellos los que le dan sus propiedades y características diferentes como bebida. Además pueden jugar un papel relevante en el aspecto alimenticio, así como en nuestra salud.

De este modo, podríamos decir que el contenido en lípidos y proteínas de los vinos es insignificante, de un orden de magnitud de las partes por millón. También es cierto que el vino contiene vitaminas hidrosolubles, como la vitamina B y C, pero igualmente en concentraciones bajas. Por el contrario, no contiene apenas vitaminas liposolubles.

En cambio puede contener cantidades interesantes de algunos oligoelementos, como es el caso del zinc, cobre, hierro, cobalto, litio o aluminio.

En lo que respecta al contenido calórico del mismo, vendrá dado principalmente por su contenido en alcohol y azúcares. Podría calcularse fácilmente y de una forma aproximada a partir de la siguiente fórmula:

Kcal / 100 gramos = 7 * (Alcohol en % Vol) + 0,4 * (Azúcar en g/L)

En el caso de vinos secos, con concentraciones de azúcar por debajo de los 5g/L, el contenido calórico del mismo depende principalmente de su concentración alcohólica. Además, el alcohol tiene un metabolismo relativamente rápido y aporta las conocidas como "calorías vacías".

Una vez que hemos puesto énfasis en los aspectos menos beneficiosos del vino para la salud, como bebida alcohólica, podemos también profundizar con más detalle en los efectos beneficiosos del mismo para nuestro organismo.

Los beneficios del vino

Hay muchos estudios e información relevante al respecto, que intentaremos sintetizar  en las próximas líneas de la forma más resumida y didáctica posible con los principales datos de interés conocidos a través del tiempo.

El vino y la diabetes

Ya a principios del Siglo XX, los estudios de Benedict, Torok y Neubauer indicaban un efecto positivo del consumo del vino sobre los pacientes con diabetes. También por entonces se empezó a estudiar la relación entre el consumo moderado de vino y la disminución de la incidencia de enfermedades cardiovasculares.

En la actualidad, varios estudios indican la influencia positiva del consumo de vino para reducir el riesgo de la diabetes de tipo 2, ya que ayuda a la producción de insulina, así como favorece el metabolismo de la glucosa.

El vino y las enfermedades cardiovasculares

Como mencionamos en el apartado anterior, los estudios tratando de relacionar el efecto del vino sobre las enfermedades cardiovasculares son numerosos, algunos muy antiguos que reenvían a principios del siglo anterior. Muchos de ellos tuvieron poca repercusión en la comunidad científica inicialmente, pero actualmente hay cierta información que ha sido contrastada con suficiencia y nos permite aportar algún dato muy interesante.

Entre los estudios iniciales que aportaron datos interesantes, pero que no tuvieron en su momento la relevancia suficiente, podríamos mencionar los siguientes:

El Dr. White presentó un estudio en el año 1951 donde se planteaba la relación entre el consumo de alcohol y otros hábitos con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, tomando datos a partir de autopsias hechas a soldados en la guerra de Corea.

En la década de los 70, el Dr. Klatsky (Oackland) realizó un estudio sobre 80.000 pacientes donde se concluía que los consumidores habituales de vino eran menos propensos a sufrir infartos de miocardio. Posteriormente, estudios sobre una población superior, de 270.000 personas, llevados a cabo por los doctores Boffeta y Garfinkel, corroboraban esta hipótesis.

La paradoja francesa

Finalmente quisiéramos mencionar la conocida como "paradoja francesa", expuesta por los doctores Curt Ellison y Serge Renaud en un programa de la CBS en el año de 1991. Sus conclusiones partían de un proyecto llevado a cabo por la OMS (proyecto Monica) en 30 centros de 16 países europeos. Allí estudiaron y monitorizaron los hábitos y tendencias determinantes en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares.

La paradoja francesa, expuesta por Serge y Renaud, podría resumirse así:

"Los franceses, consumiendo una dieta mucho más cargada en grasas animales, con mayor consumo de tabaco y con niveles de colesterol semejantes o superiores que los norteamericanos, tienen una tasa de mortalidad cardiovascular que es un tercio de la observada en EEUU".

Al mismo tiempo, exponen la teoría de que esto es debido a un consumo moderado de 400 ml diarios de vino.

Evidentemente, muchos pueden ser los factores asociados con el hecho descrito. No solo culturales, es seguro que puede haber factores genéticos de gran influencia. Pero, en cualquier caso, ¿qué papel puede estar jugando realmente el vino en todo esto?

Podríamos hablar del efecto de un consumo moderado de alcohol y la reducción de lipoproteínas de baja densidad, o colesterol LDL, a lo que también contribuye la vitamina C presente en el vino. O su efecto de disminución de la agregación de plaquetas, que disminuye el riesgo de formación de trombos. También podríamos citar los efectos anticoagulantes del magnesio, también presente en el vino, o la acción dilatante del potasio. Pero vamos a hablar de los famosos polifenoles, muy presentes en los vinos, y que han sido objeto de tanto estudio por su posible impacto o relación beneficiosa con nuestra salud.

Los polifenoles del vino y su beneficio en la salud

Se conoce por polifenoles del vino a un conjunto heterogéneo de moléculas con la particularidad común de poseer varios grupos fenol en su estructura. Son principalmente de origen vegetal, y podemos encontrarlas en el té, verduras y frutas principalmente. Pertenecen a esta familia, y están presentes en el vino, los acidos fenólicos, ácidos cinámicos, tirosol, los flavonoides, taninos condensados y los estilbenos, entre los que cabe destacar el resveratrol.

Gran parte de los polifenoles de la uva se acumulan en la piel, por este motivo los vinos tintos tienen un mayor contenido de polifenoles que los vinos blancos.

La protección cardiovascular de los polifenoles del vino está directamente relacionada con su potencial antioxidante. La ateroesclerosis es una enfermedad que parece estar directamente relacionada con la concentración de LDL en la sangre. En la formación inicial de ateromas, células macrófagas capturan descontroladamente moléculas de LDL. Este efecto va provocando lentamente el engrosamiento de las paredes arteriales y dificulta el flujo sanguíneo.

Sin embargo, las células macrófagas solo capturan partículas de LDL previamente oxidadas, y el efecto  de los polifenoles se manifiesta protegiendo a estas partículas de los radicales libres gracias a su acción antioxidante. Es decir, los polifenoles protegen a las moléculas LDL de la oxidación. En cambio, ni el alcohol ni el azúcar muestran ningún tipo de capacidad antioxidante.

Beneficios del vino para la salud: la prevención de la diabetes tipo 2

También hemos mencionado anteriormente los posibles efectos beneficiosos del consumo de vino en la prevención de la diabetes de tipo 2. Y es que algunos estudios muestran que el consumo moderado de vino favorece la síntesis de insulina por parte de nuestro organismo, pero además parece que nuevos estudios sugieren el posible papel de los polifenoles con un efecto protector que podría ayudar a regular el contenido de azúcar en sangre y del mismo modo ayudar a prevenir el desarrollo de ese tipo de diabetes.

Resveratol: un polifenol de moda

Por último, quisiéramos hacer mención en este artículo a un polifenol del que se ha hablado mucho recientemente: el resveratrol. Descubierto en 1992, es sintetizado por la vid en respuesta a algunas invasiones microbianas y se concentra principalmente en la piel de la uva, donde puede alcanzar concentraciones de hasta 50 microgramos por gramo. El interés del resveratrol viene dado por su gran capacidad antioxidante, incluso cinco veces más potente que la vitamina E, por lo que tiene una gran capacidad para eliminar radicales libres de oxígeno y puede ser un potente protector cardiovascular. Además, se han estudiado otras posibles aplicaciones del mismo relacionadas con sus propiedades antivirales, neuroprotectoras, antiinflamatorias... Es por este motivo que actualmente también podemos encontrar el resveratrol comercializado en forma de cápsulas y suplemento dietético.

Conclusión

Si consumimos responsablemente vino tinto y vino blanco a diario estaremos impactando positivamente en nuestro organismo previniendo la aparición de enfermedades cardiovasculares a través de los polifenoles y su capacidad antioxidante. También obtendremos numerosos beneficios del vino en polifenoles que ayudan a asimilar la insulina y que previenen de la diabetes tipo 2.

Artículo escrito por Fermín Rodríguez Uría ® . Finca Torremilanos 2020.

 

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