El vino y La peste de Camus: Un manual de resistencia para amantes de la vida

¿Agobiado por el confinamiento? ¿Abrumada por la solidaridad que puede llegar a derramar el ser humano? "La peste", de Albert...

Escrito porLuis Congil

Domingo 29 de Marzo de 2020

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¿Agobiado por el confinamiento? ¿Abrumada por la solidaridad que puede llegar a derramar el ser humano? "La peste", de Albert Camus es su novela. Se trata de la reflexión por antonomasia sobre la opresión a que puede someternos una enfermedad, real o metafórica. Sin centrarse en el hecho biológico en sí, la obra de Camus explora la sensación de claustrofobia de una sociedad recluida y las tensiones y miedos del aislamiento.

Y por supuesto, el vino está presente en este superventas de 1947 sobre la relación de la humanidad con las plagas, que según algunas editoriales vuelve a ser un fenómeno literario, habiendo incrementado su distribución un 40 por ciento durante el presente encierro mundial por el COVID-19.  Desde la lareira del Museo do Viño de Galicia, en la antigua Rectoral de San Andrés de Camporredondo (Ourense) os invitamos a una lectura enológica del texto.

La acción se desarrola en Orán –que sufrió un brote de cólera en 1849- aunque ambientada en el siglo XX, y podría describir cualquier enfermedad contagiosa en cualquier ciudad del mundo. En un escerario urbano "donde el comercio del vino ocupa el primer lugar", los locales pudieron mantener gracias a ello su oferta, especialmente tras haberse difundido la idea de que "el vino puro mata al microbio". Esto aumentó -dice Camus al principio de "La peste"-  la idea "ya natural en el público de que el alcohol preserva de las enfermedades infecciosas".

Así, la vida de los protagonistas - médicos que descubren la solidaridad como vacuna existencial- navega entre la de personajes como Cottard, tratante de vinos, y otros anónimos que  intentan ahuyentar la idea de la enfermedad, bien ignorándola o bien dándose consuelos extraordinarios, entre los que figuraban los buenos -y a ser posible exquisitos y caros- vinos. Algunos han visto en la novela una crítica a la restricción de libertades durante las dictaduras, contrarrestada por el valor de la solidaridad y del propio ser humano por encima de todas las cosas.

Mientras avanza la enfermedad, medio por desidia medio por el desabastecimiento, la gente acude a comer a los restaurantes, "donde los clientes, por otra parte, gastan fácilmente el dinero". Y es allí donde los buenos caldos se convierten en un consuelo, especialmente los más raros y apreciados. "Los vinos de marca o de cierto renombre", narra Camus, " los suplementos más caros son el principio de una carrera desenfrenada."

En un mundo con todos los sucesos relativamente bajo control, como era el nuestro hasta hace días,  los habitantes de la ciudad de Camús  se ocupanban "principalmente, según propia expresión, de hacer negocios". Les gustaba el ocio cotidiano, y lo ocupaban en "las expansiones simples": las relaciones sociales, el cine y los baños de mar. Como nosotros hasta hace nada, tenían por costumbre reunirse a una hora fija en los cafés, pasear por un determinado bulevar o asomarse al balcón –esto sí sigue vigente en nuestra reclusión actual-.

Sin embargo, el aislamiento impuesto por las autoridades viene a mudar todos estos hábitos, una reclusión que acaba con el mundo individualista en el que cada uno "iba a lo suyo" y que instaura ahora una nueva solidaridad en las que los valores compartidos son un descubrimiento necesario y muy útil. ¿Les suena?

El vino y lo exquisito

La necesidad de la salud como lente a través de la que calibrar todos los demás aspectos de la vida está presente en toda la novela. Por eso quizá estos días la  valoremos tanto. Quizá por eso es tan universal y extensible. Dentro de este razonamiento, la aparición del vino en "La peste" es una metáfora del disfrute, de la necesidad de gustar lo refinado y de darnos a nosotros mismos lo mejor para compartir con los demás la magnificencia de la vida.

Este sentimiento se acrecienta en los momentos del desconsuelo y la posible –imprecisa, inexorable- llegada de la muerte. El uso del vino por Camus como metáfora de al huída hacia delante, de la juerga narcotizante ante lo inevitable también se expresa en esta novela magistral. "Por las noches, a eso de las dos, un número considerable de borrachos, expulsados de los cafés, llenaba las calles expansionándose con ocurrencias optimistas".

"La Peste" es una lectura obligada para entender y orientar nuestra propia ansiedad en la presente cuarentena, con la certeza de que no hay nada nuevo bajo el sol, ni mal que cien años dure. Y si no, quedemos con esta inquietante reflexión final del genial escritor francés, de cuya muerte se cumplieron 60 años el 4 de enero, justo cuando el COVID-19 estaba saltando al mundo desde China: "oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa".

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