Jueves 02 de Agosto de 2012
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Bajo el Castro de la Ventosa, en Valtuille de Abajo, en El Bierzo (León) nace Bodegas Peique. En un pueblo de no más de 200 vecinos donde, desde siempre, en cada casa había un lagar y no una cuadra; donde cada una de las familias trabaja año tras año la viña. Allí, donde se ha criado la familia Peique, está emplazada la bodega que lleva su nombre.
Hace noventa años el viñedo enraizaba libremente las laderas de Valtuille de Abajo y al son del tiempo los sueños maduraban como los racimos de uva cada mes de septiembre bajo el Castro de la Ventosa.
La historia del apellido Peique nació en este pueblo de no más de doscientos vecinos, ubicado en El Bierzo (León), donde las anécdotas en torno al vino eran constantes en cada casa y a través de palabras y trabajo conformaron el espíritu de esta familia.
Y no es de extrañar que sea un pueblo ligado a la cepa, porque se dice que en este entorno de suelos arenosos y arcillosos e influencia atlántica, asentamiento de la antigua Bergidum Flavium, la ciudad prerromana que da nombre a El Bierzo, la uva madura en perfectas condiciones.
Fue en 1999 cuando las tres generaciones de la familia Peique nos unimos en una aventura empresarial y desarrollamos el proyecto de una Bodega en el pueblo que nos vio nacer y criarnos entre viñas y barricas. Surgió de este modo Bodegas Peique, un compromiso sostenible con la vida, un nexo entre el vino y la familia.
La mayoría de las viñas que cultivamos se sitúan en laderas, ya que antiguamente se dejaban las tierras menos fértiles para viñedo. La densidad media de plantación es de 4.500 cepas por hectárea, la misma que nuestro abuelo Ramón Valle dispuso al labrar la tierra con aperos de tracción animal, aprovechando al máximo la superficie de tierra cultivable.
La extensión del viñedo es de 40 hectáreas, propias o de vecinos que, por no poder ocuparse de ellas, nos ceden su cuidado y laboreo. El viñedo está repartido en diversas parcelas de entre 0,2 y 1 hectárea, plantadas en vaso, en el municipio de Valtuille de Abajo.
Trabajamos manualmente y con esmero la tierra buscando un intercambio mutuo de emociones. La tierra siempre te muestra su lado más duro y exigente, y es su condición más extrema la que aporta mejores características a la viña: mineralidad, carácter, nobleza, lo cual se transmite a cada vino; el origen como factor imborrable y decisivo.
Así mismo, también contamos con uva procedente de viñedos de otros viticultores que tratamos como propios, asesorando y supervisando su desarrollo todo el año, manteniendo un contacto continuo con los viticultores, creando así un nexo estable y duradero con las personas en el tiempo. Nuestros abuelos plantaron el viñedo entre 1930 y 1950 como se abordaban los proyectos por entonces.
Se guiaron por su instinto y ubicaron las cepas entre 450 y 600 metros de altitud, lo que minimiza el riesgo de heladas tardías. La influencia de un clima atlántico parcialmente continental, suave y templado, con un pluviomet
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