Miércoles 12 de Noviembre de 2025
El vino italiano ha cerrado el año 2024 con cifras récord en exportaciones y una recuperación de la producción tras un periodo complicado. Según el informe “Vino italiano y mercados internacionales: competitividad, enoturismo y nuevas estrategias de adaptación”, elaborado por Valerio Mancini, director del Centro de Investigación de Rome Business School, Italia exportó vinos por valor de 8.136 millones de euros en 2024, lo que supone un aumento del 5,5% respecto al año anterior. En volumen, se enviaron al extranjero 21,7 millones de hectolitros, lo que mantiene a Italia como primer exportador mundial por cantidad y segundo por valor, solo por detrás de Francia.
La producción nacional también ha mostrado signos de recuperación. Tras una caída importante en 2023, la vendimia de 2024 alcanzó los 48 millones de hectolitros, un 13% más que el año anterior y en línea con la media de la última década. El consumo interno se mantiene estable, con una media anual de 37,8 litros por persona y unos 8,5 millones de consumidores diarios.
El sector vitivinícola italiano se enfrenta a nuevos problemas derivados de la política comercial internacional. Desde agosto, Estados Unidos aplica aranceles del 15% a los vinos y bebidas espirituosas europeas. Este mercado es el principal destino para los vinos italianos, con importaciones cercanas a los 2.000 millones de euros y un crecimiento del 10,2% en 2024. Las nuevas tasas ponen en riesgo más de 300 millones de euros anuales y afectan especialmente a productos como el Prosecco, el Pinot Grigio y los tintos toscanos. Las bodegas italianas están revisando sus estrategias logísticas y comerciales para adaptarse a este nuevo escenario. Muchas empresas buscan diversificar mercados apostando por Canadá (donde las exportaciones crecieron un 15,3%), Rusia (+40%), América Latina y Asia. Además, el canal online gana peso: se prevé que las ventas internacionales por comercio electrónico alcancen los 6.700 millones de dólares en 2025.
En respuesta a estos cambios, las bodegas italianas trabajan en la reducción de costes, mejoras logísticas y envases más ligeros. La tecnología tiene cada vez más presencia en la gestión comercial y el marketing gracias a la automatización y las plataformas digitales.
Italia cuenta con cerca de 720.000 hectáreas dedicadas al viñedo, lo que representa el 10% del total mundial según la Organización Internacional de la Viña y el Vino. Junto a España (930.000 hectáreas) y Francia (773.000), lidera la superficie cultivada a nivel internacional. Sin embargo, factores climáticos como vendimias adelantadas o estrés hídrico están modificando las zonas tradicionales y favoreciendo variedades resistentes y prácticas agrícolas regenerativas.
En sostenibilidad, Italia ocupa una posición preferente en Europa con 133.000 hectáreas certificadas como ecológicas (el 23% del viñedo nacional), con regiones como Toscana (40%) y Sicilia (36%) a la cabeza.
El consumo interno muestra una tendencia hacia menos cantidad pero mayor calidad. En 2024, el 55,1% de los italianos mayores de once años declaró consumir vino; sin embargo, solo el 29% lo hace diariamente. Los vinos blancos, rosados y espumosos ganan terreno frente a los tintos estructurados, sobre todo entre los jóvenes que buscan estilos frescos y menor graduación alcohólica. El segmento sin alcohol o bajo en alcohol sigue siendo minoritario (0,7% del volumen), pero crece rápidamente con previsiones positivas hasta 2029.
En cuanto al valor añadido del producto italiano en el exterior, los vinos con Denominación de Origen Protegida representaron el 68% del valor exportado en 2024; los espumosos supusieron el 29%, impulsados principalmente por el Prosecco DOC que registró un aumento del 17% en Estados Unidos ese año.
El sector premium también muestra fortaleza: el índice “Italy 100”, que mide la evolución de las principales marcas italianas de alta gama, fue uno de los pocos que mantuvo resultados positivos (+0,6%) a comienzos de este año frente al retroceso generalizado en otros países productores.
El reconocimiento internacional se refleja también en premios: Italia obtuvo este año 138 medallas en los Decanter World Wine Awards, incluyendo seis galardones “Best in Show”.
El enoturismo se consolida como uno de los motores económicos del sector vitivinícola italiano. En 2024 generó casi 3.000 millones de euros e implicó a más de quince millones de visitantes nacionales e internacionales, un aumento del 11% respecto al año anterior según ISMEA. El gasto medio del turista vinculado al vino es un 35% superior al del turista tradicional debido al interés por experiencias completas que incluyen catas guiadas, gastronomía local y visitas culturales.
Las regiones históricas como Chianti, Langhe o Prosecco siguen siendo referencia para este tipo de turismo aunque surgen nuevos destinos como Badesi (Cerdeña), donde el número de visitantes creció un 18%. La digitalización ayuda a reforzar la imagen internacional del sector conectando la experiencia física con una reputación consolidada fuera del país.
Según Valerio Mancini, el futuro del vino italiano dependerá tanto de su capacidad para innovar como para mantener su identidad propia; será necesario consolidar mercados tradicionales mientras se abren nuevas oportunidades comerciales e impulsar la sostenibilidad junto con la digitalización para afrontar los cambios actuales e internacionales.