David Manso
Jueves 21 de Noviembre de 2024
Son varios los proyectos que hoy en día tienen como objetivo proteger a la quinta uva más cultivada en el mundo, la Garnacha, una variedad que es el sello de identidad de la Denominación de Origen aragonesa de Campo de Borja. Entre ellos, se encuentra el proyecto de Garnachas Históricas el cual tiene su origen en 2022, tiempos en los que todos nos encontrábamos bajo la influencia de la indeseada pandemia, una idea que surgió en la denominación ante la necesidad de preservar su patrimonio vinícola. Un patrimonio que por el envejecimiento de los viticultores y como consecuencia el abandono de la viña, algo tristemente habitual, y común, en muchas zonas de producción, estaba desapareciendo. Toda esta labor, el trabajo realizado con la colaboración de las Universidades de Zaragoza y Navarra para preservar esta variedad española de la que se sitúan sus orígenes en el mismo
Aragón, ha llevado a certificar sus viñas de más de 30 años, representando estas más del 25 % de la superficie cultivada, como "Garnachas Históricas" por la UE, solicitándoles también su inclusión en el etiquetado, algo que pronto veremos reflejado en las etiquetas de los vinos procedentes de estos viñedos.
Desde Campo de Borja nos proponen una cata de ocho vinos de Garnacha que nacen precisamente de esas viñas viejas. Para ello, se han seleccionados estableciendo como parámetro principal la zona de producción, esto condiciona a su vez la altura del viñedo, el clima y sus suelos dada la particular orografía de la denominación. Un viaje en subida que parte desde el Ebro hasta llegar a las faldas del Moncayo.
Así, los primeros vinos llegan a nuestras copas desde la parte más baja, la del Valle del Ebro, la más seca, donde el clima varía notablemente entre el día y la noche, pasando de Atlántico mientras luce el sol a Continental cuando este se oculta en el horizonte. Todo ello influenciado por el Cierzo, ese viento que recorre el Valle del Ebro saneando la viña, y sus suelos calizos. Los vinos nacidos de esta zona tienen una acidez más baja. Algo que veremos reflejado en la cata es que los vinos ganan en acidez según subimos de altitud, pero todos mantendrán en común su grado alcohólico, el cual se sitúa en torno a los 15º.
La cata continúa con los vinos nacidos de esas Garnachas Históricas de la parte media, y es aquí donde se concentra la mayor parte de las viñas declaradas como históricas. En esta zona la acidez de sus vinos es mayor que los de su antecesora. A su cata, la percepción de la fruta es otro de los atributos que varía según la zona. En la parte baja predomina la fruta roja, mientras que aquí son los frutos silvestres, y en la más alta la fruta madura.
Seguimos subiendo, llegamos a la parte más alta, se sirven las copas de los vinos a catar. Entramos en una zona en la que el cultivo de la vid es más disperso, localizado en pequeños minifundios y en laderas pendientes. Cambia el clima, la influencia del Moncayo es notable, los suelos, la edad de la viñas, estas viejas, muy viejas, algunas de ellas con más de 60 años. La concentración de los vinos es mayor, la acidez aumenta, la fruta, como comentaba, es más madura, y hay una mayor complejidad en las elaboraciones.
Una cata que pone no sólo en valor el propio proyecto, sino también la identidad de Campo de Borja como un territorio de Garnacha. Unos vinos de calidad, bien elaborados, muy varietales, y en los que la zona de donde proceden les aporta matices muy personales e identificativos.