La relatividad del vino

Escrito porVINISTAS

Miércoles 22 de Marzo de 2017

Cuenta la anécdota que un estudiante le pregunta a Einstein sobre la Teoría de la Relatividad. El científico se la explica unas cuántas veces; cada vez de una manera más sencilla y simple. El estudiante le responde que sigue sin comprenderla. Al décimo intento, finalmente la entiende. "Ahora sí la comprendo", exclama. "Bueno, pero esa ya no es la Teoría de la Relatividad", le estampa Einstein.

Esto es lo que ocurre cuando simplificamos las cosas; entonces, pierden fuerza porque le quitamos el simbolismo, lo minimizamos reduciéndolo a la nada. Por eso si al vino lo despojamos de su universo como producto nacido en un lugar, ligado a una historia y hasta a unos hombres; si le quitamos, como a la cebolla, una y otra capa, nos queda un líquido que no será el vino.

LA RELATIVIDAD EN EL VINO.

No podemos juzgar bajo los mismos parámetros un vino de la Borgoña, suave, apenas coloreado, ligero, tenue... que un Ribera del Duero, potente, carnoso, estructurado. Pero es que el clima y el suelo de la Borgoña y el de la Ribera no se parecen en nada y ahí radica el error de querer compararlos. Cada uno en su región, con su clima, sus uvas y sus suelos tendrá que hacer el mejor vino que pueda y será diferente del de otro clima, otro suelo y otras uvas.

Un buen vino de la Borgoña no se parece a un buen vino de la Ribera y no queremos que se parezca. Ahí está la gracia: la gracia del vino es la diversidad. Y querer simplificarlo a un estilo o a una marca... pues ¡es tan simple que ya no es vino!

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 © Ruth De Andrés / www.vinistas.com

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