Las fiestas y recreaciones históricas revitalizan el enoturismo

Las fiestas y recreaciones históricas han sido siempre un motivo de celebración en los lugares donde se celebran, con participación...

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Jueves 16 de Septiembre de 2021

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catoira

Las fiestas y recreaciones históricas han sido siempre un motivo de celebración en los lugares donde se celebran, con participación en la mayoría de ellas de miles de personas que evocan el momento histórico, vistiéndose como en la época y con los adornos correspondientes: armas, escudos, joyas, estandartes, banderas, gallardetes... Con frecuencia, vestidos y complementos son elaborados de forma artesanal por los propios participantes a lo largo de todo el año para lucirlos con orgullo durante la celebración.

Los protagonistas, agrupados en asociaciones, cofradías, juntas de vecinos, hermandades y otros grupos, viven mes tras mes para su fiesta, ensayando desfiles, actuaciones, combates, representaciones y diálogos, tratando de que cada año "su" fiesta sea más espectacular que el anterior, "sus" actores luzcan más y "su" público quede más contento. Pero, además, algunos de ellos dedican mucho tiempo a estudiar los orígenes de la recreación, el momento histórico en que sucedieron los hechos, y adaptan la representación actual a la realidad que se vivió. En algunos casos se han suprimido accesorios, como escudos, estandartes o delantales porque no se utilizaban en la época.

Las fiestas y recreaciones históricas tienen mucho de cultura, historia, tradición, homenaje al pasado... y, por supuesto, mucho de turismo en sus vertientes y cualidades más actuales y atractivas: turismo cultural, de interior, rural, desestacionalizado y... por su puesto, enoturismo.

De hecho, el vino, con su historia y tradición, es denominador común en este tipo de celebraciones donde se hace fuerte y resulta un elemento casi imprescindible.

Además, en los tiempos que nos está tocando vivir, con el virus todavía acechando, la tendencia en los últimos veranos, pero también en otros meses, es viajar a lugares próximos, evitar en la mayoría de los casos las salidas al extranjero y los vuelos.

Por eso el enoturismo, se presenta como un turismo de proximidad, cultural, rural y barato, con frecuencia en pequeñas localidades de interior, desgraciadamente a veces candidatas a ser vaciadas.

Del mismo modo que no existe buena mesa sin buen vino, no existe fiesta histórica sin enoturismo (o no debería). Este tipo de celebraciones que favorece la cultura y que se celebra fuera de las temporadas altas tiene todas las de ganar.

Porque las fiestas y celebraciones históricas y el enoturismo que promueven son creadoras de riqueza. En los lugares donde se celebran proliferan los mercadillos o mercados de época que venden artesanía, ropa, libros, bisutería, productos gastronómicos... y vinos. Los restaurantes y bares, por su parte, muestran su buena cocina tradicional o de vanguardia, sus exquisitas tapas, sus vinos y especialidades y su arte en elaborar todo; los alojamientos, desde los hoteles con muchas estrellas a las casas rurales, pensiones y campings logran llenar sus habitaciones; los comercios de todo tipo seducen a los visitantes con sus productos y ofertas y, en general todo el mundo sale ganando favoreciendo el turismo que es la principal industria de este país, aunque haya pasado malos ratos en los últimos tiempos.

Un artículo de Luis Pablo
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