Martes 29 de Octubre de 2024
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El crecimiento de los vinos espumosos ingleses en el mercado internacional ha pasado de ser una anécdota a un fenómeno competitivo que muchos en la industria del vino consideran difícil de ignorar. Hace pocos años, si alguien sugiriera a un francés entusiasta del vino un vaso de espumoso británico, probablemente habría recibido una sonrisa irónica, sin embargo, hoy el escenario es otro. Los espumosos ingleses están ganando medallas de oro en catas a ciegas y, en algunas ocasiones, incluso superan a los célebres champagnes franceses en concursos internacionales.
El motivo de esta transformación tiene en buena medida relación con el cambio climático. Desde la década de los 90, la temperatura media en el Reino Unido ha aumentado en un grado Celsius, y de los diez años más cálidos en el país, todos ocurrieron desde 2003, siendo 2022 el más caluroso hasta la fecha. Este aumento puede parecer leve, pero es suficiente para influir de manera decisiva en la viabilidad de ciertos tipos de uva, como el pinot noir, que precisa de al menos 14 grados Celsius para prosperar. Hace una generación, la producción de vino en Inglaterra era prácticamente inexistente, pero hoy cuenta con más de 1.000 viñedos y 400 productores concentrados en el sur, donde el suelo calcáreo y de buen drenaje, similar al de la región de Champagne, permite el cultivo de uvas como chardonnay, pinot noir y pinot meunier.
Este auge en la viticultura británica ha impulsado a productores como Tommy Grimshaw, enólogo en Langham Wine Estate en Dorset, a cosechar y producir vinos espumosos de bajo intervencionismo, utilizando levaduras autóctonas y sin filtración. Langham ha recibido premios importantes, destacándose en 2020 como el productor del año en la International Wine and Spirit Competition, un evento de renombre que reconoció su blanc de blanc por su equilibrio y textura compleja.
La historia de los vinos espumosos ingleses tiene también un toque de rivalidad. El año pasado, la bodega Chapel Down, buscando dar visibilidad a su producto en territorio francés, organizó una cata en Reims donde disfrazó sus botellas bajo la etiqueta "Chapelle en Bas", invitando a los locales a compararlas con el reconocido Moet et Chandon Brut Imperial. Según Chapel Down, el 60% de los participantes prefirió el espumoso inglés, generando titulares en medios británicos como el Daily Mail, que describió la situación con humor en un titular: "¡Es suficiente para enfurecer a los franceses!".
Sin embargo, a pesar del éxito creciente, los espumosos ingleses no pueden competir en volumen ni en historia con el champagne francés, cuyo nombre es una denominación de origen exclusiva de los vinos producidos en esa región bajo normativas estrictas. Francia produce casi 300 millones de botellas de champagne al año, mientras que el Reino Unido, todavía en expansión, apenas llega a los 8,3 millones de botellas de espumosos. El gobierno británico recientemente flexibilizó algunas normas, permitiendo a los productores omitir el uso de corchos en forma de hongo y las clásicas láminas en las botellas, una medida impensable para los productores franceses, quienes se adhieren estrictamente a las tradiciones de su industria.
En respuesta al cambio climático, algunas casas de champagne han comenzado a invertir en tierras en Inglaterra. Taittinger y Pommery ya han plantado viñedos en el Reino Unido. Taittinger inauguró recientemente su bodega en Kent y lanzará al mercado en 2024 las primeras 100.000 botellas de su vino espumoso inglés "Domaine Evremond", que se venderán por aproximadamente 67 dólares cada una. En una declaración pública, Vitalie Taittinger, presidenta de la Maison Taittinger, señaló que su producto será elegante pero distinto del champagne.
Sin embargo, la expansión británica no está exenta de los problemas derivados de las condiciones climáticas extremas debidas al cambio climático. La creciente inestabilidad del clima afecta directamente el rendimiento de los cultivos. En el sur de Inglaterra, los veranos han sido cada vez menos lluviosos, pero este año los viñedos estuvieron expuestos a lluvias constantes entre abril y octubre, lo que redujo la cosecha de la bodega Langham en un 70% en comparación con el promedio anual, además de aumentar los riesgos de enfermedades como el mildiu.
Stephen Dorling, meteorólogo y experto en viticultura británica, explica que aunque las temperaturas en aumento han sido favorables, la variabilidad climática es un reto para los viticultores, quienes deben adaptarse a olas de calor, lluvias torrenciales e incluso heladas tempranas. La Organización Internacional de la Viña y el Vino reportó en 2023 que los fenómenos climáticos extremos y las enfermedades fúngicas provocaron la producción global más baja de vino desde 1961, un problema que también ha golpeado a los viñedos franceses, donde el Ministerio de Agricultura prevé una caída del 16% en la producción de champagne este año debido al clima inestable.
La industria del vino en todo el mundo se encuentra ante una situación sin precedentes, en la que las antiguas fronteras vitícolas podrían desplazarse hacia el norte. Expertos como Dorling afirman que el cambio climático podría permitir que Escocia y otros países nórdicos, como Suecia, se conviertan en regiones productoras de vino en un futuro cercano.
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