Jueves 17 de Octubre de 2024
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Investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) han descubierto que los ácidos generados en el proceso de vinificación podrían utilizarse para desarrollar baterías más eficientes y sostenibles, con aplicaciones en dispositivos como teléfonos inteligentes y vehículos eléctricos. El estudio se centra en el uso de ácidos alimentarios, como el tartárico y el málico, presentes en la elaboración del vino, para sustituir el grafito, material comúnmente empleado en las baterías de iones de litio como ánodo. Según el profesor Neeraj Sharma, líder de la investigación, la producción de grafito presenta importantes problemas medioambientales, ya que implica un consumo elevado de energía y el uso de ácidos fuertes. Además, señaló que aproximadamente el 60% del grafito utilizado en su producción se desperdicia, lo que hace que este método sea poco sostenible.
La propuesta del equipo de investigación implica reemplazar el grafito con compuestos derivados de los ácidos generados en la vinificación y la producción de golosinas como el sherbet, lo que podría ofrecer una alternativa más respetuosa con el medio ambiente. Durante el estudio, se construyó un prototipo de batería que demostró el potencial de esta tecnología al mostrar una mayor capacidad de almacenamiento energético en comparación con las baterías tradicionales basadas en grafito. Esto sugiere que los dispositivos equipados con esta nueva tecnología podrían almacenar más energía y necesitar menos recargas frecuentes. El prototipo tiene un tamaño similar al de las baterías utilizadas en los teléfonos inteligentes, lo que indica que su aplicación en la electrónica de consumo podría ser factible en el futuro cercano.
En esta etapa, Sharma y su equipo están concentrados en escalar la tecnología para crear baterías más grandes que puedan utilizarse en vehículos eléctricos y otros dispositivos que requieren una mayor capacidad de energía. Tienen previsto realizar más pruebas para garantizar que estas baterías sean duraderas y puedan rendir de manera confiable bajo diversas condiciones. Aunque la investigación de la UNSW es pionera en el uso de subproductos de la vinificación, no es la primera vez que se exploran aplicaciones alternativas de los residuos del vino en la industria automotriz. Un ejemplo es el rey Carlos III, quien ha revelado que su Aston Martin funciona con biocombustible fabricado a partir de subproductos del vino y del queso, lo que demuestra que la industria ya está explorando formas de reutilizar estos materiales en otros contextos.
El uso de ácidos derivados de la vinificación no solo podría ofrecer una alternativa más verde para la fabricación de baterías, sino también reducir la dependencia de materiales difíciles de producir como el grafito. Esto podría tener un impacto positivo en la sostenibilidad del sector de la tecnología y del transporte, que busca constantemente fuentes de energía más limpias. La investigación de la UNSW subraya cómo los residuos de procesos alimentarios pueden transformarse en componentes valiosos para la tecnología de vanguardia, abriendo nuevas vías para el aprovechamiento de recursos que antes se consideraban desechos.
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