Martes 15 de Octubre de 2024
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La Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV) conmemoró este domingo su centenario con la inauguración oficial de su nueva sede en Dijon y la celebración de su segunda reunión ministerial en casi un siglo. Creada en 1924 con solo ocho países miembros, entre ellos España, la OIV ha crecido hasta contar con 50 estados miembros y 18 observadores. La inauguración de su sede, el Hotel Bouchu, un edificio del siglo XVII reconocido como monumento histórico, marca un hito en la trayectoria de esta organización, cuyo papel en la regulación y promoción del sector vitivinícola es esencial a nivel global.
La reunión ministerial es un evento significativo, ya que se trata apenas de la segunda vez que se lleva a cabo, siendo la primera en 1932. Durante la misma, se aprobó una declaración que subraya el importante rol económico del vino en los países miembros, al tiempo que reconoce su valor cultural y patrimonial. Annie Genevard, ministra de Agricultura de Francia, calificó esta declaración como un paso histórico, resaltando la relevancia del documento aprobado, el cual también hace un llamado a la acción frente a los efectos del cambio climático en la viticultura. La adaptación a estos cambios requiere, según la ministra, un mayor énfasis en la investigación.
El ministro español de Agricultura, Luis Planas, destacó las dificultades actuales a las debe hacer frente el sector, señalando dos puntos clave: el cambio climático y la evolución de los hábitos de consumo. Explicó que el aumento de las temperaturas está afectando no solo las variedades de uvas, sino también las zonas aptas para el cultivo del viñedo. Planas subrayó que, aunque este es un reto ya reconocido por el sector, tiene implicaciones importantes en la práctica. Además, enfatizó el papel fundamental del viñedo en la conservación del suelo y en la captura de carbono, elementos que subrayan su contribución a la sostenibilidad ambiental.
En cuanto a los cambios en el consumo, Planas señaló que las preferencias de las generaciones más jóvenes están orientándose hacia vinos con menor contenido alcohólico, así como hacia opciones como los vinos blancos, espumosos, ecológicos e incluso desalcoholizados. Este cambio en la demanda exige que productores y bodegueros adapten su oferta para satisfacer las nuevas tendencias, recalcó el ministro español. Genevard, por su parte, insistió en la necesidad de reintroducir el vino entre los jóvenes, no solo como bebida, sino también como parte de una herencia cultural y ecológica.
La celebración del centenario de la OIV se produce en un contexto de dificultades para el sector a nivel global, con una caída en la demanda mundial del vino. Según el informe anual de la OIV publicado en abril, el consumo mundial descendió un 2,6 % en 2023, alcanzando los 221 millones de hectolitros, la cifra más baja desde 1966. Este descenso ha sido atribuido tanto a una tendencia de largo plazo de reducción del consumo, que comenzó después de alcanzar un máximo de 250 millones de hectolitros en 2007, como al impacto de la inflación. El aumento de los costes de producción y el encarecimiento del precio final del vino, sumado a la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, han contribuido a esta disminución.
Francia, uno de los principales productores de vino del mundo, ha tomado medidas drásticas para responder a esta caída de la demanda. El Gobierno francés ha lanzado un plan para arrancar 30.000 hectáreas de viñedos con el objetivo de reducir la producción y equilibrar la oferta con la demanda. Esta medida, que afecta aproximadamente el 4 % de la superficie total de viñedo en el país, cuenta con el apoyo de la Comisión Europea, que ha autorizado un fondo de 120 millones de euros para facilitar su implementación. No obstante, la ministra Genevard señaló que algunos sectores dentro de la viticultura francesa consideran que esta medida es insuficiente y que sería necesario arrancar hasta 100.000 hectáreas para lograr un impacto real.
El informe anual de la OIV también reveló que la producción mundial de vino cayó un 10 % en 2023, situándose en 237,3 millones de hectolitros. Esta caída se debe principalmente a las condiciones climáticas adversas, como sequías, heladas y lluvias torrenciales, que afectaron a varias de las principales regiones productoras de vino en el mundo. Como resultado, el año pasado se produjo un exceso de más de 16 millones de hectolitros respecto al consumo, lo que ha intensificado la presión sobre los productores.
El Congreso anual de la OIV, que se celebrará del martes al viernes en Dijon, se centrará en estos y otros temas críticos para el sector vitivinícola, destacando el papel de la investigación y la innovación como herramientas esenciales para la adaptación y la sostenibilidad futura de la industria.
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