¿Puede la IA reemplazar a sumilleres y expertos en vinos?

¿Un futuro de colaboración o sustitución?

Roberto Beiro

Miércoles 10 de Enero de 2024

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En el último año, la irrupción de la inteligencia artificial (IA) en diversos sectores ha generado un debate en torno a su impacto en profesiones tradicionales y su capacidad de sustitución del ser humano. Uno de estos campos, sorprendentemente afectado, es el de la sumillería y la de catadores de vinos. La pregunta que surge es si la IA podría reemplazar a los sumilleres y expertos en vinos, o si, por el contrario, existe un camino de colaboración y coexistencia entre la tecnología y el conocimiento humano en este arte milenario.

Para entender mejor este fenómeno, es necesario explorar cómo y de qué manera la IA se está incorporando en el mundo del vino. Los avances tecnológicos han permitido el desarrollo de algoritmos capaces de analizar grandes cantidades de datos relacionados con las preferencias de los consumidores, las características de diferentes vinos y las condiciones de cultivo de las uvas. Esta capacidad analítica de la IA se traduce en recomendaciones personalizadas para los consumidores, predicciones sobre las cosechas y asesoramiento en el proceso de elaboración del vino.

A finales del pasado año descubrimos con asombro, como una IA probaba más de 80 vinos y acertaba al 100% su bodega de procedencia, sin cometer ningún error y sin más datos que el propio vino. Esta misma semana vimos como otra IA, desarrollada por la Universidad de Copenhague, nos dejaba sin palabras al ser capaz de analizar vinos y encontrar al consumidor idóneo según los gustos personales, o dicho de otra manera, esta IA es capaz de decirte el vino que más te va a gustar y acertar. Estos son solo algunos ejemplos, hay más, y habrá muchos más porque si algo tiene la IA es el potencial de aprender a un ritmo exponencial.

En este contexto, la principal preocupación para los profesionales del vino es hasta qué punto la IA podría llegar a replicar y mejorar las habilidades de un sumiller. La labor de estos expertos no solo implica un profundo conocimiento sobre vinos, sino también una capacidad sensorial afinada para discernir sabores, aromas y texturas, así como una habilidad para entender y conectar con las preferencias y necesidades de cada cliente. Estas cualidades, intrínsecamente humanas, plantean un desafío significativo para su replicación por parte de la IA.

Sin embargo, algunos argumentan que la IA podría llegar a superar ciertas limitaciones humanas. Por ejemplo, su capacidad para procesar una vasta cantidad de información y datos podría permitirle identificar de manera precisa patrones y correlaciones que ningún humano podría detectar. Asimismo, la IA no está sujeta a las variaciones y fatigas sensoriales que pueden afectar al juicio humano.

Pese a estas ventajas, la interacción humana y la experiencia personalizada que ofrece un sumiller parecen ser irremplazables. La sumillería no es solo ciencia, sino también arte, donde la intuición, la empatía y el trato personal juegan un papel fundamental. En este sentido, la IA podría funcionar más como una herramienta complementaria que como un sustituto, o al menos eso es lo que queremos creer. Por ejemplo, podría utilizarse para mejorar la gestión de inventarios, ofrecer recomendaciones iniciales a los clientes o analizar tendencias de consumo que ayuden a los sumilleres a refinar sus propuestas.

Por otro lado, la incorporación de la IA en el mundo del vino también abre nuevas oportunidades para los sumilleres. La tecnología puede ser una aliada en la educación y formación continua, permitiendo a estos profesionales acceder a información actualizada y detallada sobre las últimas tendencias, estudios y avances en enología. Además, puede facilitar la experimentación y el descubrimiento de nuevos vinos y bodegas, ampliando el horizonte de posibilidades que un sumiller puede ofrecer a sus clientes.

Aunque la IA está transformando el sector del vino de manera significativa, parece poco probable que sustituya completamente la figura del sumiller. Más bien, lo que se vislumbra es una relación simbiótica, donde la IA actúa como una herramienta que potencia y complementa el conocimiento y habilidades humanas. La clave estará en cómo los profesionales del vino se adaptan y aprovechan estas nuevas tecnologías para enriquecer su labor y ofrecer experiencias aún más sofisticadas y personalizadas a los amantes del vino.

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