¿Podrá la tecnología reemplazar a los humanos en los viñedos?

El desafío de automatizar la tradición

Roberto Beiro

Jueves 24 de Agosto de 2023

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Hace solo medio siglo, la región vitivinícola de Marlborough (Nueva Zelanda) celebró su primera plantación de viñedos para vino. Hoy, podría convertirse en la primera región del planeta en automatizar completamente los trabajos en la viña gracias a la inteligencia artificial (IA).

Con este ambicioso objetivo, Marlborough tiene la mirada puesta en el horizonte de los próximos cincuenta años y, en particular, en el papel que la IA puede desempeñar en la industria vinícola.

A lo largo de las décadas, el sector ha experimentado un cambio y crecimiento notables. Particularmente, esta región neozelandesa ha sido testigo de la transformación en sus viñedos. Con los avances en la tecnología de la IA y los cambios acelerados en el clima, es inevitable preguntarse qué nos depara el futuro en este sector tan arraigado en la tradición.

Uno de los cuestionamientos más relevantes es si llegará un momento en que los viñedos estén completamente automatizados y puedan operar sin la necesidad de intervención humana. Aunque la idea no es descabellada, el principal desafío para alcanzar esta realidad es el coste asociado. Los sistemas completamente automatizados requerirán una inversión significativa, y las dudas surgen al considerar cómo se obtendría un retorno adecuado de dicha inversión.

Sin embargo, las ventajas potenciales son claras. La IA y las tecnologías de aprendizaje automático ofrecen la posibilidad de gestionar y cuidar cada planta individualmente, ajustándose a sus necesidades específicas. Imaginar un futuro donde cada planta reciba atención personalizada y no un tratamiento generalizado es, sin duda, revolucionario para la industria.

Bajo este contexto, empresas de Nueva Zelanda ya están dando pasos hacia la automatización en la agricultura. Un ejemplo es la empresa Smart Machines, que ha desarrollado un tractor autónomo capaz de realizar diversas tareas en el campo. Aunque la IA puede desempeñar un papel crucial en la detección de enfermedades o en identificar cuáles plantas requieren más agua, todavía no está lista para tareas más complejas y manuales.

A pesar de estas limitaciones actuales, el potencial de la IA no se restringe solo al cuidado de las plantas. Esta tecnología puede mejorar significativamente otros aspectos de la industria, como el marketing, la logística y, especialmente, la predicción del clima. Los sistemas de IA pueden procesar grandes cantidades de datos meteorológicos de forma más eficiente que los humanos, proporcionando pronósticos más precisos y oportunos.

El cambio climático también influirá en el futuro de los viñedos en Nueva Zelanda. Se espera que otras regiones de la Isla del Sur se conviertan en lugares propicios para la viticultura. Sin embargo, la pregunta persiste sobre qué variedades de uva serán las más adecuadas y si existirá un mercado global para ellas.

Con todo, aunque la IA puede ofrecer numerosos beneficios y optimizaciones en el proceso de producción, hay ciertos aspectos de la elaboración del vino que no pueden ser replicados por máquinas. El vino no es solo un producto, es también una expresión artística, y la personalidad e influencia humana son esenciales para darle ese toque distintivo y único.

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