Maria Alejandra Bidaseca
Lunes 16 de Diciembre de 2024
La producción mundial de vino en 2024 se enfrenta a una importante caída, que podría llevarla a su nivel más bajo desde 1961, según las estimaciones publicadas por la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Este pronóstico se debe a las adversas condiciones climáticas que están afectando a diversas regiones vinícolas en todo el mundo, lo que está resultando en cosechas reducidas y, en algunos casos, en un cambio en los patrones de producción.
Las proyecciones de la OIV, basadas en datos recopilados de 29 países que representan el 85% de la producción mundial de vino en 2023, indican que la producción mundial de vino en 2024 oscilará entre 227 y 235 millones de hectolitros (mhl). Esta cifra representaría el volumen más bajo desde 1961, cuando la producción mundial alcanzó los 220 mhl. De confirmarse estos números, la producción mundial experimentaría una disminución del 2% en comparación con 2023 (237 mhl), y una caída aún más pronunciada del 13% respecto al promedio de los últimos diez años.
La OIV señala que el cambio climático es el principal responsable de esta caída, con condiciones meteorológicas extremas afectando tanto al hemisferio norte como al sur. La variabilidad climática ha tenido efectos destructivos en las principales regiones productoras de vino, desde Europa hasta América del Sur, afectando tanto la cantidad como la calidad de las cosechas.
Italia sigue liderando como el mayor productor mundial de vino, con una estimación de 41 millones de hectolitros en 2024, lo que le permite mantener el primer lugar, desplazando a Francia. En el caso de Francia, la OIV informó que el país sufrió el mayor descenso interanual en la producción, con una reducción del 23%, pasando de 47,8 mhl en 2023 a 36,9 mhl en 2024. Este importante descenso se debe principalmente a la incidencia de condiciones meteorológicas extremas, que afectaron a varias de sus principales regiones vinícolas.
España, en tercer lugar, también experimenta variaciones, pero en su caso, se observa una ligera mejora, con una estimación de 33,6 mhl en 2024, un aumento modesto respecto al año anterior. Estados Unidos, como cuarto productor mundial, reporta una cosecha de 23,6 mhl, un ligero descenso respecto al año anterior.
En cuanto al hemisferio sur, las cosechas se están viendo gravemente afectadas por los fenómenos meteorológicos. En Chile, el principal productor sudamericano, se estima una caída del 15% en la producción respecto a 2023, y una disminución del 21% en comparación con el promedio quinquenal. La causa principal de esta reducción se debe a una cosecha tardía, provocada por una primavera inusualmente fría, y a las sequías que han afectado a varias regiones vinícolas. Brasil, por su parte, también experimentará una disminución en su producción, con una estimación de solo 2,7 millones de hectolitros.
Por otro lado, Argentina se presenta como una excepción positiva, ya que se prevé una producción de 10,9 millones de hectolitros en 2024, lo que representaría un aumento del 23% respecto a 2023. A pesar de este crecimiento, aún se encuentra un 4% por debajo del promedio quinquenal. Esta recuperación en Argentina podría contrarrestar parcialmente las caídas en otras partes del mundo, pero la OIV señala que la tendencia hacia la "volatilidad general" ha aumentado en los últimos años, lo que hace que la producción mundial de vino sea menos predecible y más vulnerable a los cambios climáticos.
El director de la OIV, John Barker, destacó la "volatilidad general" que ha caracterizado a la producción mundial de vino en los últimos años. Según Barker, el cambio climático está acumulando sus efectos, y la preocupación por el clima y la sostenibilidad se está volviendo clave para el futuro de la industria. A pesar de la menor cantidad de vino producido, la OIV resaltó que la calidad de las cosechas de este año sigue siendo notable, lo que es un punto positivo frente a la crisis climática.
El impacto del clima no solo se limita a la cantidad, sino que también está modificando las tendencias de producción en varias regiones. Además, el fenómeno de la "volatilidad" implica que no hay garantías de recuperación en el corto plazo, ya que cada cosecha depende de las condiciones meteorológicas y de otros factores incontrolables, lo que genera incertidumbre para los productores de vino en todo el mundo.
Además del clima, otro problema importante para la industria del vino es la caída del consumo mundial. Según datos de la empresa IWSR, especializada en el análisis del mercado del vino, en el primer semestre de 2024 el consumo mundial de vino cayó un 3,9% en volumen en comparación con el año anterior, y un 20,1% en relación al primer semestre de 2019. Este descenso en el consumo refleja cambios en las preferencias de los consumidores, quienes están modificando sus hábitos de compra y consumo, lo que afecta negativamente al mercado internacional del vino.
El director de la OIV, John Barker, afirmó que la industria se enfrenta a un "momento de cambio e incertidumbre", con transformaciones que no solo incluyen el clima, sino también la evolución de las estructuras de mercado y los hábitos de los consumidores. Estos cambios están haciendo que el sector del vino sea más impredecible, y las bodegas deben adaptarse a una nueva realidad, tanto en términos de producción como en la forma en que venden y comercializan el vino.
Si bien las transformaciones en la industria vinícola pueden ser positivas en cuanto al valor y el alcance, la OIV advirtió que la capacidad para comprender y adaptarse a los cambios en el comportamiento del consumidor es uno de los principales problemas a los que se enfrenta el sector en la actualidad. El vino, como producto cultural y social, sigue siendo un producto deseado, pero las preferencias de los consumidores están cambiando, lo que requiere un enfoque más flexible y sostenible por parte de los productores.
La industria vinícola mundial se encuentra ante una serie de preocupaciones, tanto climáticas como económicas, que están afectando la producción y el consumo. Las proyecciones para 2024 indican una caída en la producción de vino, impulsada por factores climáticos adversos, y una tendencia a la baja en el consumo, lo que deja a los productores de vino en un escenario de incertidumbre y cambio constante. La sostenibilidad y la adaptación a los nuevos hábitos de los consumidores serán factores clave para el futuro del sector.