Miércoles 04 de Diciembre de 2024
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La bodega Chateau Montelena, ubicada en el icónico Valle de Napa, ha comenzado a implementar tecnología de inteligencia artificial en su proceso de producción de vinos. Esta histórica bodega, conocida por su papel en posicionar los vinos estadounidenses en el panorama internacional, está utilizando herramientas tecnológicas avanzadas que ofrecen una nueva perspectiva sobre cómo mejorar y optimizar cada etapa de la elaboración del vino.
En el viñedo, la inteligencia artificial se emplea para monitorear la salud de las vides mediante sistemas que adaptan tecnología de reconocimiento facial. Los encargados del viñedo toman imágenes de las plantas con sus teléfonos móviles y las suben a un servidor que, utilizando datos previos, analiza la inclinación de las hojas y sugiere ajustes basados en factores como la exposición solar y el estrés hídrico de la planta. Este análisis permite ajustar el riego y el cuidado de cada vid de manera precisa y personalizada.
Además, la bodega utiliza imágenes aéreas obtenidas por drones o aviones y las somete a algoritmos de reconocimiento de patrones. Este sistema puede detectar cambios sutiles en las vides, como fallos en las líneas de riego, antes de que se hagan evidentes para el ojo humano. Según Matt Crafton, enólogo de Chateau Montelena, en una entrevista con el influencer Bernard Marr para Forbes, estos avances permiten identificar problemas de forma temprana y optimizar la gestión del viñedo con una eficiencia que sería imposible lograr solo con trabajo manual.
Un ejemplo clave del impacto de esta tecnología se encuentra en el rediseño de los viñedos de la bodega. Tradicionalmente, las filas de vides se alinean de forma perpendicular a las carreteras, un criterio más ligado a la infraestructura vial que a la viticultura. Sin embargo, Chateau Montelena utilizó inteligencia artificial junto con datos de posicionamiento solar y patrones meteorológicos para determinar una orientación más adecuada. Las nuevas filas están orientadas 25 grados al este del norte verdadero, lo que asegura que las uvas estén protegidas del sol directo durante las horas más calurosas del día. Esto reduce la temperatura de las bayas en hasta 15 grados Fahrenheit, preservando compuestos clave que influyen en el sabor y aroma del vino.
Esta reestructuración comenzó en 2018 con la plantación de nuevos bloques de viñedo, y los resultados ya son evidentes en la calidad de la fruta obtenida. Según Crafton, los avances han permitido que las características aromáticas y los taninos se conserven mejor, dando lugar a vinos de mayor riqueza y complejidad.
La innovación también se extiende al proceso de embotellado. Chateau Montelena utiliza tapones producidos por una empresa francesa que aplica modelos de inteligencia artificial para predecir cómo evolucionará cada cierre con el tiempo. Este sistema garantiza que cada corcho mantenga su integridad por al menos 30 años, una característica esencial para vinos pensados para el envejecimiento prolongado.
Sin embargo, Crafton insiste en que la inteligencia artificial no sustituye la creatividad humana en la elaboración del vino. El propósito de estas herramientas es complementar la experiencia y el conocimiento del enólogo, ayudándole a interpretar los datos y tomar decisiones que respeten las particularidades de cada viñedo y añada. Según el enólogo, la tecnología debe facilitar la comprensión del terroir y las características únicas de cada lote de vino, no homogeneizar los resultados.
De cara al futuro, se espera que la inteligencia artificial desempeñe un papel cada vez más relevante en la gestión de datos dentro de la producción vinícola. Aunque la cantidad de información generada puede resultar abrumadora, el objetivo es que las herramientas tecnológicas ayuden a identificar los datos más relevantes para optimizar los procesos y dejar más espacio para la creatividad en la elaboración del vino.
La combinación de inteligencia artificial y técnicas tradicionales muestra cómo la innovación puede enriquecer una industria con profundas raíces históricas. Chateau Montelena demuestra que la tecnología no está reñida con la tradición, sino que puede ser una herramienta clave para mantener la excelencia y adaptarse a los retos del futuro, sin perder la esencia artística y humana que define el buen vino.
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