Vuelve Trump ¿qué futuro le espera a la industria del vino?

Análisis de las principales claves tras la reelección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos

Miércoles 06 de Noviembre de 2024

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Donald Trump ha sido elegido nuevamente presidente de Estados Unidos, una noticia que no deja indiferente a la industria del vino, especialmente en Europa. Tras un periodo electoral intenso, el mandatario más anciano en la historia de Estados Unidos regresa al Despacho Oval con un enfoque político que ya demostró durante su primer mandato entre 2017 y 2021. Aquella etapa estuvo marcada por decisiones comerciales que afectaron directamente al sector vitivinícola europeo, una experiencia que genera inquietud ante lo que podría ser un escenario de políticas similares.

Uno de los antecedentes más relevantes para el sector fue la imposición de aranceles en 2019. El gobierno de Trump decidió gravar con un 25% a productos europeos, entre ellos el vino, como parte de una represalia comercial en el marco del conflicto entre Airbus y Boeing, compañías de aviación civil. La disputa, respaldada por la Organización Mundial del Comercio, sirvió de pretexto para una serie de restricciones que dañaron severamente las exportaciones de vino de países como Francia, España, Italia y Alemania hacia el mercado estadounidense. La industria del vino español, que había mostrado un notable dinamismo en el mercado norteamericano, sufrió un retroceso significativo esos años.

La reelección de Trump en noviembre de 2024 abre la posibilidad de que se retomen medidas similares. Aunque no existe un anuncio oficial en este sentido, sus posturas proteccionistas y su promesa de "America First" generan preocupaciones en el sector. El impacto potencial sobre las importaciones europeas dependerá en gran medida de si Trump elige reavivar las tensiones comerciales con la Unión Europea. Una reintroducción de aranceles podría dificultar la entrada de vinos europeos en Estados Unidos, un mercado que, a pesar de las dificultades actuales, sigue siendo de vital importancia para los productores europeos.

La amenaza de nuevos aranceles también afecta a las estrategias comerciales de las bodegas. Durante el anterior mandato de Trump, muchas empresas vinícolas buscaron alternativas para esquivar los costos adicionales, incluyendo la diversificación de sus mercados de exportación y la promoción de vinos en regiones asiáticas. No obstante, la dependencia del mercado estadounidense es un hecho. Estados Unidos, como uno de los principales importadores de vino del mundo, representa una parte considerable de las ventas globales, y cualquier barrera comercial puede repercutir en la rentabilidad de los productores europeos. Por otro lado, el principal mercado asiático alternativo, China, no se encuentra actualmente en su mejor momento, como sí ocurría durante el mandato anterior de Trump. En la actualidad, China se encuentra sumida en un momento de recesión económica, con medidas que también apuntan al proteccionismo o a la toma de represalias comerciales, como hemos visto con el caso del Brandy el pasado mes de septiembre.

Si miramos a los medios norteamericanos, analistas destacan varias políticas que Trump podría aplicar, algunas de las cuales ya fueron probadas durante su administración anterior y que afectaron de manera directa e indirecta al sector del vino. Aunque las tarifas fueron suspendidas hacia el final de su presidencia, según medios importantes del país hay señales de que su gobierno planea volver a aplicar gravámenes de entre el 10% y 20% sobre productos importados, lo que afectaría no solo al vino europeo sino posiblemente también a otras bebidas alcohólicas como el tequila mexicano y el whisky europeo​.

En términos de inversiones extranjeras, Trump podría imponer restricciones adicionales para frenar la compra de bodegas estadounidenses por entidades extranjeras, como ocurrió en años recientes con importantes adquisiciones por parte de grupos europeos y asiáticos. Esta postura de proteger activos estadounidenses podría ralentizar el ritmo de inversiones foráneas, un aspecto que algunos consideran positivo para mantener el control nacional, mientras otros temen que esto limite oportunidades de crecimiento y colaboración.

Medidas sobre salud

Además, en cuanto a las regulaciones sobre salud y etiquetado, Trump ya ha demostrado una postura más permisiva en comparación con otros líderes. Por ejemplo, rechazó propuestas para reducir la recomendación de consumo de alcohol y no ha presionado por etiquetas con advertencias de salud. Aunque esto podría ser bienvenido por algunos sectores, sigue existiendo un debate sobre la percepción de los riesgos asociados al alcohol

Proteccionismo al vino norteamericano

Además, cabe considerar el impacto indirecto en el consumo de vino norteamericano. Si se implementan aranceles adicionales, los precios del vino importado subirán, algo que ya se observó entre 2019 y 2020, con el consiguiente cambio en las preferencias de los consumidores. Los expertos señalan que este escenario podría beneficiar a los vinos nacionales de Estados Unidos, especialmente aquellos de regiones como California, Oregón y Washington, que verían una ventaja competitiva frente a sus homólogos europeos. Sin embargo, este cambio no sería necesariamente positivo para la diversidad del mercado, ya que los consumidores estadounidenses se han acostumbrado a una oferta amplia que podría verse limitada.

Por otro lado, se espera que Trump continúe apoyando políticas que beneficien a los productores nacionales. En su primer período, el sector vitivinícola estadounidense se benefició de la reducción de impuestos a través de la Ley de Modernización y Reforma Fiscal de Bebidas Artesanales (CBMTRA), que redujo las tasas impositivas para productores de vino de todos los tamaños. Esta medida fue muy bien recibida, ya que permitió a bodegas redirigir fondos hacia inversión y expansión

Políticas económicas

En términos económicos, un posible encarecimiento de las importaciones podría alterar los hábitos de compra y reducir el acceso a etiquetas europeas reconocidas. Las bodegas de menor tamaño, que no cuentan con los recursos para absorber o compensar el aumento de los costos arancelarios, se verían más afectadas. Asimismo, se teme que las medidas proteccionistas influyan en la percepción de la calidad y la imagen del vino europeo en Estados Unidos, un mercado que ha mostrado en las últimas décadas un creciente interés por los vinos del Viejo Mundo.

Otro punto relevante a considerar es la política económica general que Trump implementará durante su mandato. Si el dólar se fortalece como consecuencia de sus políticas fiscales y comerciales, los exportadores de vino podrían sufrir un encarecimiento de sus productos en el mercado estadounidense. Esto complicaría aún más la tarea de mantener los volúmenes de exportación, ya que un vino más caro podría ser menos atractivo para los consumidores norteamericanos.

Acuerdos comerciales

Desde un punto de vista diplomático, las tensiones entre la Unión Europea y Estados Unidos podrían también dificultar la búsqueda de acuerdos que beneficien a la industria vitivinícola. La administración Trump no se ha caracterizado por una postura conciliadora en este ámbito, y las negociaciones futuras podrían ser complejas. Esto pone de manifiesto la importancia de que los actores del sector mantengan contacto con organismos europeos para anticipar posibles cambios regulatorios y trabajar de forma conjunta en medidas que minimicen el impacto de decisiones comerciales adversas.

En el ámbito de las inversiones, el clima de incertidumbre que podría generarse a raíz de políticas proteccionistas también influirá en las decisiones de las grandes bodegas que operan en Estados Unidos o que están en proceso de expandirse en ese mercado. Algunas empresas podrían optar por diversificar sus inversiones hacia regiones menos expuestas a la volatilidad política, mientras que otras tal vez se vean obligadas a replantear estrategias comerciales para adaptarse a las nuevas condiciones.

Por último, es fundamental mencionar que el sector del vino en Estados Unidos ha mostrado en los últimos años una fuerte capacidad de recuperación y adaptación a distintos retos, desde la pandemia de COVID-19 hasta crisis logísticas globales. La incertidumbre provocada por el regreso de Trump podría representar otro reto más en esta lista, pero las bodegas europeas han demostrado anteriormente que son capaces de ajustarse a contextos complejos con creatividad y resiliencia.

Con la victoria de Donald Trump en las elecciones, el sector vitivinícola mundial, incluyendo al propio sector vitivinícola de Estados Unidos, deberá estar preparado para posibles cambios que podrían marcar las relaciones comerciales y exigir una planificación estratégica cuidadosa para proteger y potenciar las exportaciones en este importante mercado.

A la espera de anuncios oficiales, la industria del vino no puede permitirse la inacción. La mejor recomendación para todas las empresas vitivinícolas es anticiparse. En previsión de escenarios adversos, algunos productores ya están revisando sus planes de exportación y explorando estrategias de colaboración con importadores norteamericanos que permitan mantener presencia en el mercado. La experiencia del pasado mandato sirve de advertencia: el retorno de Trump puede traer consigo nuevas situaciones, y el sector deberá estar preparado para hacer frente a cualquier decisión que ponga en riesgo la competitividad de los vinos europeos en Estados Unidos.

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