Úrsula Marcos
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Por siglos, se ha asumido que el vino debería consumirse mientras su juventud aún permaneciera intacta. No se podía culpar a nuestros antecesores por creer esto; el vino, después de todo, es una entidad viva o voluble. Si no se toman las debidas precauciones, el oxígeno puede transformar su carácter alcohólico en ácido acético, que es básicamente vinagre. Pero, como descubrieron los antiguos griegos y egipcios, si se almacena en ánforas o recipientes bien sellados, los mejores vinos no solo se mantienen, sino que pueden mejorar.
En la actualidad, la dinámica de la conservación del vino ha experimentado un giro drástico. Los distintos tipos de vino requieren tiempos específicos de maduración y reposo. Por ejemplo, los vinos blancos ligeros y los rosados deben disfrutarse en su juventud. Los blancos reserva y los tintos crianza corta requieren un breve período de reposo para desarrollar plenamente su carácter. Los tintos de crianza larga o reservas, necesitan años para alcanzar su apogeo.
Esto nos lleva al punto crucial: la conservación del vino que compramos. La meta siempre debe ser mantenerlo en las mejores condiciones posibles para garantizar que se conserva adecuadamente y evitar su deterioro. Gracias a las técnicas de elaboración modernas, el vino ahora tiene una estabilidad y una capacidad de conservación mucho más elevadas que en el pasado. Esta mayor durabilidad no se debe a la adición de conservantes externos, sino a la pureza y control superiores de los equipos modernos, que resultan en un vino más estabilizado e inerte, capaz de envejecer sin enfermar tan fácilmente.
Ahora bien, a pesar de ello, la conservación óptima del vino en la bodega de casa depende de varios factores:
La correcta conservación del vino puede parecer un arte en sí mismo, y en muchos sentidos, así es. Pero el sabor y el carácter de un vino bien conservado bien valen el esfuerzo.
El vino es una verdadera joya para los amantes de las exquisiteces y su correcta conservación es esencial para mantener su sabor y aroma únicos. Elegir el lugar adecuado para instalar una bodega es una decisión crucial, dado que de él dependerá que se cumplan las condiciones ideales para que el vino se conserve en vez de malograrse.
Si tienes la fortuna de disponer de un amplio espacio en un chalet o casa unifamiliar, uno de los lugares más idóneos es el sótano, siempre que no se mezcle con el garaje, trastero, despensa o lavadero. Este lugar debería cumplir ciertas condiciones para ser una cava ideal: tener una orientación hacia el norte, es decir a la sombre y fría (en el hemisferio sur, sería a la inversa, la orientación sur es la fría), estar formado por muros gruesos y blancos de hormigon o piedra, un suelo de material poroso que absorba humedad y una adecuada ventilación.
Sin embargo, incluso en un espacio más reducido, como el de un piso, es posible encontrar el lugar perfecto con algo de esfuerzo y dedicación. Los pisos actuales suelen tener estancias reducidas, ser calurosos, poco aislados y dotados de luz artificial intensa. Pero no desesperes, existen varias alternativas más que aceptables para conservar tu vino.
Una opción sería disponer de un piso antiguo con paredes sólidas, techos altos, largos pasillos y habitaciones interiores. Si no cuenta con uno, un trastero puede ser una opción viable, aunque debe estar bien aislado de ruidos y olores del garaje, y puede resultar poco seguro si dispone de vinos caros. En un piso moderno, se puede buscar una habitación fresca y aislada, y si esta no existe, se pueden crear estas características de manera artificial.
Hoy en día, existen sistemas de regulación de temperatura, como la fibra de vidrio, las planchas de poliuretano expandido o los acondicionadores de aire que pueden proporcionar condiciones adecuadas en cualquier habitación. Si ninguna de estas opciones es viable, existe una alternativa muy simple e ideal: un armario especial para conservación de vinos que regula temperatura y humedad en su interior.
Una vez hayas estudiado todas las posibilidades y decidido la mejor ubicación posible para tu bodega, viene la cuestión de cómo distribuirla y qué mobiliario utilizar. La disposición de la bodega debe ser simple, con estantes para el vino, una mesa para abrir y catar el vino y estantes para guardar otros utensilios.
Los botelleros, los estantes donde se conserva el vino, son quizás el elemento más importante del mobiliario de una bodega. Hay muchos tipos, desde los más simples estantes de madera hasta los prefabricados de hierro, plástico, cerámica o la misma madera.
Finalmente, es importante recordar que, por extendida que esté la costumbre, se debe evitar a toda costa almacenar las botellas en la cocina, sea en sus armarios, debajo de los fregaderos o en decorativos botelleros. La cocina, con sus bruscos y frecuentes cambios de temperatura, humos, olores y ruidos, es un entorno nefasto (por no decir el peor posible) para la correcta conservación de vinos. La elección correcta del espacio de almacenamiento y la disposición adecuada de la bodega pueden marcar la diferencia entre un vino que simplemente pasa el tiempo y un vino que mejora con la edad.
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