El Lambrusco DOP, ese gran desconocido

La aparente facilidad del Lambrusco es su aliado pero también su peor enemigo. Considerado como un vino que marida casi con cualquier plato y líder mundial de ventas, los paladares más exigentes tienden a evitarlo sin prestar atención al importante esfuerzo en favor de la excelencia y la recuperación de los métodos tradicionales que los productores italianos han llevado a cabo durante los últimos años.

Josep M. Palau Riberaygua

Lunes 02 de Junio de 2014

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El éxito de ventas del Lambrusco provoca la desconfianza del crítico, cuyo gusto difiere tantas veces del consumidor. El contraste de percepciones que tienen uno y otro es muy llamativo. Por un lado, reconocidos expertos y sommeliers fruncen el entrecejo en cuanto oyen la palabra "Lambrusco" o, a lo sumo, le conceden el beneficio de la duda por ser la puerta de acceso al mundo del vino para muchos jóvenes. Por su parte, el consumidor final ve en el Lambrusco un vino que lo tiene todo para triunfar: goza del valor añadido de su indiscutible nombre italiano, de un buen precio y de un paladar afrutado, de suave acidez y moderada graduación alcohólica que, en especial cuando se sirve frío, entra bien y no se impone sobre los sabores de la comida.

Ambas actitudes sólo rozan la compleja superficie de unas Denominaciones de Origen que distinguen y acreditan una amplia variedad de Lambruscos, de tintos y rosados, de secos, semi-secos y dulces, algunos frizzanti y otros spumanti; un abanico de opciones que exige no sólo un paladar educado para poder apreciar su tradición milenaria sino también la existencia de unos organismos reguladores que defiendan, acrediten y certifiquen los productos amparados por las Denominaciones de Origen.

Dos Consejos Reguladores, Consorzio Marchio Storico dei Lambruschi Modenesi y Consorzio Tutela e Promozione dei Vini Reggiani han fijado los criterios de calidad, a la vez que han certificado la procedencia del verdadero Lambrusco, aunando esfuerzos con los propietarios de bodegas empeñados en recuperar el prestigio de unos vinos cuya historia se puede rastrear muchos siglos atrás, cuando estos vinos efervescentes alegraban las copas de griegos y romanos gracias a una característica refermentación natural que tiene lugar en primavera. Fiel reflejo de tan larga tradición, se han obtenido seis Denominaciones de Origen Protegidas (D.O.P) concentradas en las provincias de Módena y Reggio Emilia, donde se considera que nació éste tipo de vino, y una Indicación Geográfica Protegida (I.G.P) para el Lambrusco "dell'Emilia", que circunscribe los límites de la producción a los cultivos "emilianos", es decir, a los comprendidos entre los Apeninos y el río Po, un territorio fértil y muy productivo que concentra algunas de las bodegas cooperativas con mayor recorrido de Italia. Todo lo que se haya elaborado con un proceso de gasificado o edulcorado artificial, deja de ser un verdadero Lambrusco, por mucho que algunas etiquetas intenten confundir al consumidor.

Las seis D.O.P. protegidas y controladas por estos Consejos Reguladores son las siguientes: en Módena, el Lambrusco di Sorbara DOP o "della viola", así llamado por sus intensas notas florales, raro y muy apreciado en estado puro; el Lambrusco Salamino di Santa Croce DOP, de bouquet más seco; el elegante Lambrusco Grasparossa di Castelvetro DOP de perfume intenso y complejo; el Lambrusco di Modena DOP – con un 80% de uva varietal en su coupage y un 20% restante dedicado a las variedades Ancellotta, Malbo Gentile y Fortana – y en Reggio Emilia, el Reggiano Lambrusco DOP, que deja sentir en la copa la esencia de las viñas viejas y el Colli di Scandiano e Canossa DOP, cuyo bouquet es enriquecido por los colores y perfumes de las uvas Marzemino, Spergola y Malvasia autóctonas. Y sin olvidar el Lambrusco I.G.P. dell'Emilia, cuyo proceso de frizzantura o gasificado natural sólo puede darse en su misma zona de producción, aunque luego se embotelle en otros territorios de la Unión Europea bajo certificación.

Desde la "Labrusca vitis", la vid silvestre citada en los escritos clásicos de Virgilio, que el hombre supo domesticar obteniendo un vino de intenso color rosado o rubí, hasta llegar al Lambrusco, clásico y reinventado a la vez, que se ha exhibido con todos los honores en la reciente edición de Vinitaly, la más importante de las ferias del sector que se realizan en Italia, el Lambrusco ha pasado por un admirable proceso evolutivo. Cada vez son más los expertos que ensalzan las dotes del Lambrusco DOP.

El Lambrusco, vivaz y "frizzante" que evoca alegría y concentra en su alma el carácter y la esencia de su territorio de origen, las tierras italianas de la Emilia, merece que descorchemos una botella proveniente de una bodega acreditada y le dejemos expresar lo mejor de sí en la copa.

El buen Lambrusco tiene un precio, es cierto, pero también brilla por su calidad.

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