José Peñín
Viernes 30 de Junio de 2023
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¿Cuáles fueron en el pasado los vinos de alta gama que estuvieron de moda? Os contaré por propia experiencia vivida cuales fueron las marcas que desfilaron por los escaparates y mesas resplandecientes en los años que se citan y los que fueron objeto de los más encendidos elogios por parte de la crítica. Me centraré en el periodo más lejano y por lo tanto menos conocido. Es desde 1985 cuando comienza a perfilarse tendencias y cuando comienza a aflorar la comunicación vinícola y una definición de nuevas marcas. Hasta entonces, solo se consideraba un lujo comprar el Gran Coronas Etiqueta Negra 1970, el mismo que escalaría a las esferas mediáticas cuando tuvo que medirse en la Olimpiada del Vino con los grandes crus franceses, un evento organizado por la revista Gault et Millau (entonces la más famosa en Francia) llegando a ocupar el primer lugar.
Fue la primera visión del "vino finca" en España. Que una bodega se surtiera únicamente de su viña resultaba poco menos que un delirio. El viñedo está situado en las zonas más altas de la Rioja Alavesa y por lo tanto la posibilidad de cuadrar madurez y producción era difícil. El primer encaje fue con la cosecha 1.976. El restaurante Arzak to puso de largo en su carta de vinos.
Moscatel de pasas Emilie Lustau Se trata del primer vino de las bodegas Lustau de Jerez que hizo escala en nuestro país antes de viajar al extranjero. Los vinos de esta casa se exportaban totalmente. Un vino de pasas de moscatel de color oscuro semejante al Pedro Ximénez era, por entonces, rompedor. Quien citaba esta marca estaba revestido del halo del conocedor. Poco a poco se fue convirtiendo en reseña obligada en los mejores restaurantes. Unos años mas tarde su fama continuó, aunque el vino ya no era el que fue.
Después de varias intentonas, comenzando con la cosecha 79 en botella borgoña con más pena que gloria, aparece un vino oscuro, con carácter y concentrado, apartado de lo que se estilaba todavía en aquellos años que eran algo más suaves y delgados. Fue el segundo vino de finca en la Rioja. Hoy todavía Contino es un nombre que se aúpa en los primeros puestos de las preferencias de los más expertos.
Desde el memorable Gran Coronas del 70 que compitió con los mejores tintos franceses, la casa Torres no nos había deslumbrado con una cosecha donde la cabernet sauvignon recogía los encantos del suelo y la experiencia de su viña con casi nueve años de cultivo. Fue el vino que se impuso en las modas vinícolas de entonces. Torres se encargó de que, por gestión y por calidad, el tinto estuviera en todos los rincones.
Con este vino comenzó la moda en los restaurantes de los pedro ximénez densos y opacos. El cansancio de tanto pacharán, que explosionó en los restaurantes durante los años anteriores, facilitó e camino a otras alternativas dulces que no fuera el moscatel ya que era un vino con connotaciones femeninas. El Pedro Ximénez representaba una tendencia exótica y además proveniente de una zona no jerezana: Montilla-Moriles.
Cune acometió en aquellos años una ampliación y un acercamiento a los medios de comunicación. Hasta entonces la firma se apoyaba comercialmente en el blanco Monopole y Cune "tercer año" mientras que en los más especializados afloraba el Imperial como la referencia de la vieja guardia renovada. La palabra elegancia y distinción comenzaban a señalarse en las fichas de cata, frente al concepto de los grandes reservas rematados por el roble denso y, a veces, agresivos. Años más tarde la marca bajó como primera referencia de Rioja cuando aumentó la producción.
En plena euforia PX. Noé representaba la alternativa jerezana con la primera experiencia de un Pedro Ximénez con 9 grados naturales y el resto dulzura y untuosidad. Además fue la primera etiqueta de una nueva colección de González Byass de vinos de élite. Una reglamentación estricta dejaba apartado a este Noé del casillero de los vinos generosos debido a su baja graduación. La firma no tuvo más remedio que alcoholizarlo bajando la calidad. Hoy ha vuelto casi por sus fueros.
Fue la gran añada de Alejandro Fernández. Impulsado por el afamado Robert Parker, la entrada en los registros españoles se hizo con esta cosecha excepcional y jamás superada hasta nuestros días. Este vino proyectó la silueta de la ribera corpórea, llena de fruta madura y con cierto temperamento bordelés maduro del Pomerol. A partir de esta cosecha comenzó a tomarse en serio por parte de inversionistas de otras zonas.
Este vino marcó un antes y un después en la Rioja. Resultó ser la primera experiencia de lo que más tarde se llamaría tinto de "alta expresión". La entrada del graciano por la puerta grande y la no inhibición de la cabernet para completar el trinomio con el tempranillo, supuso una auténtica revolución. Más sorprendente fue que la iniciativa correspondiera a un clásico como Marqués de Riscal que durante muchos años vivió de las rentas históricas. Fue también pionero en la utilización de la botella antigua de hombros anchos, toda una novedad.
La verdadera calidad de los "clos" prioratinos comenzó con este vino, aunque el precursor fuera Clos D'Obac 1.989, pero con una crianza poco efectiva y una graduación baja para ser un priorato. De alguna forma se trataba de confirmar el anhelo del creador de ese grupo de seis intrépidos cosecheros, René Barbier, los cuáles se atrevieron a vender una botella de priorato por no menos de 2.000 ptas. de las de entonces.
La culminación de ese proceso insólito de vender unos tintos más caros que los de la Ribera del Duero y Rioja llegó con L'Ermita de Álvaro Palacios. Por primera vez en la historia un vino español alcanzaba precios de Grand Cru Classè bordelés y se media con los mejores del mundo. Eran 5.000 botellas de una viña de barranco que se disputaban las mejores tiendas del Reino. Los precios se duplicaron en pocos meses.
Después del Pesquera hizo su aparición un vino realmente espectacular. Hijo de Vega Sicilia pero sin asomar el más mínimo parentesco gustativo con esta marca legendaria. El vino dejaba claro la importancia de utiliza barricas francesas de la mejor calidad usándose solo para una vendimia. Entró al mercado, en un principio a un precio inferior al Pesquera que era el vino de referencia. Su crecimiento fue como la espuma y hoy es más caro y en el podio de la Ribera del Duero.
Después de 27 años, fue el último 70 que salió al mercado en España. La mítica cosecha ya se hallaba en los archivo del placer cuando Vega Sicilia lanza un vino que todos suponíamos que sería una caricatura de un año ya lejano. Sin embargo, es la cosecha más codiciada por los gourmets y coleccionistas de rarezas. Pocas veces probé un vino tan entero después de un periodo tan largo en bodega. Poner de moda a un histórico sólo por la calidad ya resultaba todo un éxito para la veterana casa ribereña.
Se trató de la sorpresa riojana. Artadi que solo podía presumir de vinos jóvenes y un crianza solo correcto como Viñas de Gaín, se lanza a producir su primer tinto de viña. Una marca apartada no sólo del estilo alavés de vinos frutosos y densos, sino que mostraba un ejemplo de lo que se puede hacer en la Rioja fuera de los cánones definitorios de la D.O. como eran los vinos de reserva y crianza.
Casi sin enterarnos, este tinto extraño, seductor, sin parecerse a nada, salía sigilosamente de la Ribera del Duero a Burdeos para ser llevado de la mano de un negociant a los mercados intencionales. Fue el primer vino de "garaje" ya que la elaboración de lujo se realizaba de un modo muy personal. No tardó en ser el vino más caro de España.
Durante bastantes años Bodegas Torres ostentaba la jerarquía de los vinos más prestigiosos de España elaborados con cepas bordelesas. La eclosión de otros vinos de distintas bodegas vinificados con cepas españolas, eclipsó el pionerismo de Torres en su especialización La sorpresa llegaría en el año 1.999 con el lanzamiento de Grans Muralles con cepas totalmente españolas y con la inclusión de cinco variedades, algunas de ellas olvidadas como garrut. Un tinto lleno de personalidad y carácter y sin llevar tempranillo.
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