A Laquarta va la vencida

Sí, está bien escrito. Un juego de palabras para poner nombre al tributo de una cooperativa a la cuarta generación viticultores. Lectores, nos vamos a Bot

Javier Campo

Miércoles 23 de Enero de 2019

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Situémonos en el mapa. Más o menos en el centro de la Terra Alta, en Tarragona, está la pequeña población de Bot. Tiene poco más de 600 habitantes, un dato que tendremos en cuenta más tarde. El nombre parece provenir de la época en la que los musulmanes ocupaban tantas y tantas tierras de la península ibérica. Según el etimólogo, Joan Coromines, una familia llamada Banú-Hud allá por el año 1000 se hizo con el gobierno de la zona y la llamó Bu-Hud que viene a querer decir más o menos, padre o antepasado de Hud, para un siglo más tarde (arriba o abajo) derivar en Bot.

Siempre ha sido un pueblo dedicado al cultivo leñoso, las oliveras, los almendros y por supuesto, al cultivo de la vid. Tanto es así que, en 1962, se funda la Cooperativa Agrícola Sant Josep y que, desde entonces, trabaja unas 500 hectáreas. En esta entidad se cuenta con unos 300 socios de los cuales unos 100 aproximadamente son productores de uva. Si recordamos el número de habitantes podemos ver muy claramente la implicación de toda la población en el proyecto.

En los años 90, el gobierno de la cooperativa decide apostar por cambiar la producción por la calidad, reduciendo en número de litros y el granel (que en muchas ocasiones iba a parar a otros vinos) y dedicando esfuerzos al embotellado de un producto más cuidado y de marca propia.

Transformando el número el dicho "a la tercera va la vencida" doy nombre al post por el juego de palabras, pero ni mucho menos porque los anteriores intentos hayan salido mal. Todo lo contrario. En la actualidad, sus gamas Clot d'Encis, Plana d'en Fonoll y sobre todo Llagrimes de Tardor están más que consolidadas en el mercado llegando al millón de botellas y a una facturación que ronda los seis millones de euros anuales.

En su fiesta del vino joven y del aceite nuevo en éste enero de 2019, de la cual tuve el honor de ser el padrino, vi como ponen en manifiesto la importancia del agricultor al colocar cada año la cara de sus socios y socias en la etiqueta. A la vez, pude probar diversas añadas de sus vinos en una fantástica vertical y también conocer los vinos que dan título a éste artículo: Laquarta.

Tanto el director Jaume, como Martí, su presidente, me hablan de este proyecto con el brillo en los ojos propio de quien se emociona al hablar de su hijo. Su sencillez, amabilidad y hospitalidad te dejan fuera de juego y no solo se disfruta de los vinos sino de la compañía, próxima y cordial.

Laquarta, hace una clara referencia a la cuarta generación de socios y socias, y es la búsqueda de un estilo original donde podemos identificar de manera inequívoca la esencia de las variedades de uva más arraigadas y la identidad vinícola de los vinos de Sant Josep Wines.

Laquarta blanco se elabora con la más que consolidada garnacha blanca de Terra Alta. Es una selección de las viñas de 19 parcelas diferentes de los productores cooperativistas. De color amarillo tenue, brillante y cristalino. Aromas afrutados en los que identificamos claramente la garnacha con flores, hinojo y cítricos. En boca es fresco, intenso y de larga tensión lo que lo convierte en un vino muy gastronómico.

Laquarta tinto es un vino escogido entre 11 parcelas y hecho con la variedad garnacha peluda, la variedad indígena del Valle del Ebro. Pasa 6 meses en barricas de roble francés de 300 litros. Al ponerlo en copa, su brillo y su color rojo rubí expresan viveza. Aromas balsámicos y de frutos rojos se entremezclan, con ligeros y tenues recuerdos tostados. En boca es amplio y voluptuoso. Sorprende no encontrar exceso de peso y su elegancia se hace notable en un paso fresco.

Otras joyas de mi maravillosa y querida Terra Alta.

Javier Campo
Sumiller y escritor de vinos
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