Adegas Galegas renace sobre sus señas de identidad

Apenas dos años después del renacimiento de Adegas Galegas, su futuro está más que despejado

Carmen Fernández

Viernes 11 de Julio de 2014

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Dice el refrán que 'El que hace un cesto hace ciento, si le dan mimbres y tiempo'. Tan cierto es como que se pueden tener los mejores mimbres y no saber ni por dónde empezar el cesto. No es este, ni mucho menos, el caso de Bodegas Martín Códax con su proyecto para hacer renacer Adegas Galegas. Buenos mimbres y conocimientos muy bien aplicados están haciendo que el cesto tome formas robustas y atractivas en un tiempo récord.

Y es que ahora, apenas dos años después del renacimiento de Adegas Galegas, su futuro está más que despejado. "En la bodega tuvimos que entrar con desbrozadora", cuenta una de sus profesionales, y hoy todo el equipo está volcado en una producción de uva mimada racimo a racimo, una elaboración de vinos cada vez más sofisticada sobre la base de la valiosa tradición enológica local, y el relanzamiento en el mercado de unas marcas que permanecían con buen recuerdo en la memoria del consumidor, como vinos de muy alta calidad.

El valor del terruño

Y es que Adegas Galegas facilitaba dos objetivos fundamentales para la bodega matriz: crecer y diversificarse. Crecimiento porque cuenta cuenta con unas 34 hectáreas de viñedos, entre propios y arrendados, y en su día llegó a vender 400.000 botellas anuales. Y diversificación porque en su ADN está la potenciación de las características que aportan a la uva el ser cosechada en O Rosal y O Condado. El terruño, en definitiva, en dos subzonas de la D.O. en las que, además de la omnipresente albariña, cultivan treixadura (O Condado), loureira y caíño blanco (O Rosal).

La riqueza de acentos que aportan las subzonas para conseguir unos vinos más singulares y complejos es una de las principales bazas en el desarrollo de los productos de Adegas Galegas. De hecho, la bodega trabaja en un proyecto interno que ofrecerá vinos diferenciados de cada subzona.

Vinetur ha tenido la ocasión de catar las tres variedades (O Rosal, O Condado y O Salnés) de una iniciativa que está ya tan avanzada que, tal como indican, podrían ser ya embotelladas en la próxima cosecha. Su propósito es que los amantes de los vinos puedan percibir, por ejemplo, la madurez y los tonos tropicales que aporta el clima más cálido y la mayor oscilación térmica de O Rosal, la influencia del mar de O Salnés o los matices florales y vegetales propios de O Condado.

Don Pedro, el guerrero elegante

Eso sí, de momento Adegas Galegas está sobrada y magníficamente representada en el mercado. Uno de sus más emblemáticos logros es D. Pedro de Soutomaior, un 100% albariño muy elegante elaborado en la bodega situada en Meder (Salvaterra de Miño, Pontevedra) con lo más representantivo de la uva cosechada en O Condado. Destaca por sus notas vegetales y florales, respetadas y convenientemente remarcadas en su elaboración, en la que se combinan métodos casi artesanales de trabajo con tecnología de vanguardia.

Para elaborar este vino, que rinde tributo al noble y guerrero gallego de finales del siglo XV Pedro Madruga, Adegas Galegas efectúa una rigurosa selección en la que solo quedan los racimos que están en perfectas condiciones y procede a vinificar cada parcela por separado. Las innovaciones tecnológicas vienen de la mano de los intercambiadores que reducen la temperatura de la uva a 8°C, antes de macerarla, en un proceso que procura la mínima agresión a la materia prima. La fermentación se efectúa en depósitos de acero inoxidable a temperatura controlada.

Un paso más en el uso de recursos tecnológicos por parte de Adegas Galegas es el que representa D. Pedro Neve. Se trata de una producción limitada, que sale al mercado hacia diciembre, cuya principal peculiaridad es la maceración con nieve carbónica: 12 horas a cuatro grados bajo cero. Con esta técnica, sobre la base de una uva muy fresca pero madura, se logra una mayor extracción y pasa más material al mosto, con un desfangado muy largo y lento. El resultado es un vino con mucho aroma, frutal, persistente y agradable.

Y, sin salir de la bodega de Meder, no conviene olvidar O Deus Dionisos ni Amarelo. Son también dos Albariños 100%, elaborados con el mismo procedimiento que D. Pedro de Soutomaior pero con la uva de las parcelas de mayor rendimiento, concretamente las que superan los 6.000 kilos por hectárea.

Veigadares, la alquimia de un gran vino

La apuesta por la variedad y la distinción de Adegas Galegas estaría ineludiblemente coja sin hablar de lo que representan las instalaciones bodegueras del Pazo de Almuíña en el conjunto del proyecto. Situado en Arbo (O Condado). Es en su contexto donde cobra más sentido la declaración de intenciones de Miguel Tubío, director técnico de Martín Códax: "hay que abrir el 'albariñismo' que tenemos en Rías Baixas, hacia vinos más extremos y frescos, que además están de moda". No lo dice en contra del principal varietal, evidentemente, sino a favor de aprovechar al máximo el potencial de matices que ofrece en las distintas subzonas y su combinación con otras variedades.

En esa búsqueda de vinos de personalidad inconfundible aparece Veigadares, pionero de la fermentación en barrica y hoy puesto al día bajo el criterio de la enóloga principal de la bodega, Asunción Carballo. Enóloga a la que se le podrían atribuir ciertas dotes de alquimista, a la vista del complejo proceso de elaboración de Veigadares, que implica diversas variedades de distintas parcelas, con fermentaciones por separado.

Por variedades, este vino incorpora un 85% de albariño, procedente de las fincas de A Bouza y Almuíña (O Condado), con bajo rendimiento y viñedo viejo, y de Goián (O Rosal). El 15% restante se compone de variedades treixadura, también cultivada en Almuíña, y loureira y caíño, de Goián, en proporciones que varían en función de las características de la cosecha de cada año. Y por tipo de fermentación, un 35% del coupage con el que se elabora Veigadares es vino de barrica -siempre variedad albariño y con una estancia de cinco a seis meses-, aunque el porcentaje también varía de un año a otro. Y dentro del vino fermentado en barrica, distinguen el de madera francesa y el de madera americana, las barricas de primer y segundo año... El 'juego' culmina ensamblando los vinos de una y otra procedencia utilizando lías tanto de los depósitos de acero inoxidable como de las barricas.

En esta línea de trabajo, el 'no va más' de la madurez de Adegas Galegas es Gran Veigadares. Una creación a partir de las cepas más antiguas cuidada gota a gota, reconocida entre los mejores vinos blancos de España. Habrá que estar muy atentos en las próximas navidades, ya que se prevé que llegue al mercado para entonces una producción limitadísima, del orden de mil botellas, que recupera el peculiar y distintivo diseño asimétrico del recipiente.

Carmen Fernández
Licenciada en CC de la Información y especializada en enogastronomía y turismo
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