EFE
Jueves 20 de Octubre de 2011
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El profesor de la Universidad de Nantes (Francia) Joël Bremond ha explicado en Logroño las diferencias entre la cultura del vino francesa y riojana, tan distantes en cultivo, elaboración, clasificación, crianza y comercialización.
Brémond ha pronunciado la conferencia "Una mirada francesa sobre los viñedos y los vinos de Rioja: ¿realidad exótica o cultura diferente?, con la que ha abierto el congreso nacional "El vino y la alimentación en los albores del Siglo XXI" organizado por la Universidad de La Rioja (UR).
El profesor de Nantes ha empezado por pedir disculpas en nombre de los franceses por la arrogancia que les hace pensar que conocen España, cuando solo la han visitado de vacaciones, y que cuando compran vino de Rioja no se explican las diferencias de precio entre unas marcas y otras, ha ironizado.
Y es que los franceses desconocen las particularidades de la vitivinicultura riojana, tan diferente en cuanto a tamaños de fincas y bodegas (mucho mayores en Rioja); crianza en barricas (Rioja es la DO con más barricas de Europa) e influencia del poder local y regional en el mundo del vino (nulo en Francia).
Pero además, según Brémond, en Rioja la mayor parte de los productores de uva la venden a las bodegas (que también tienen viñedos) que ensamblan los vinos para mejorar calidades, mientras que en Francia el productor es también elaborador y comercializador, con lo que se eliminan los intermediarios.
En Francia no existe reglamentación sobre rendimiento por hectárea, que se mide en hectolitros, mientras que en La Rioja en kilos.
En el país galo la producción es más artesanal, algunos de los grandes "chateaux" no llegan a dos hectáreas de viñedo, circunstancia que trasciende el carácter artesano para elevarlo al nivel "artístico", según Brémond, que ha comparado esta forma de elaborar vino con el tamaño de muchas grandes bodegas de Rioja.
"El riojano es más bodeguero que agricultor", ha dicho el profesor de Nantes, y está a la última en cuanto a la modernización y limpieza de sus instalaciones de tal forma que la elaboración de un vino "limpio, sin heces" es para los riojanos "una religión".
En Francia, sin embargo, la religión es el "terroir", el terreno el que se cultiva la viña desde tiempo inmemorial, que produce unas uvas de las que se obtendrán vinos siempre de idéntica e indiscutible calidad, con independencia de toda circunstancia.
Grandes vinos que están vendidos, antes de ser elaborados o catados, por orden de una lista cerrada de compradores que apenas varía porque quien se cae de ella pasa a otra lista, pero ahora de espera.
Esta costumbre da al propietario del "terroir" una "renta de situación injustificable", según Bréond, porque a veces los vinos son "mediocres", y acaban siempre en las copas de los aristócratas y de las elites social y financiera.
La vitivinicultura riojana, sin embargo, con mayores producciones por bodega y una lógica de marcas, permite vender vinos con sabores más reconocibles -no es fácil entender la etiqueta de un vino francés- lo que da seguridad al consumidor, favorece las recompras y fideliza al cliente.
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