El Brexit y el vino del viejo mundo

El objetivo de estas colaboraciones no es divulgativo.  Su objetivo es contribuir, muy modestamente, muy humildemente, a que seamos quienes...

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Sábado 09 de Julio de 2016

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El objetivo de estas colaboraciones no es divulgativo.  Su objetivo es contribuir, muy modestamente, muy humildemente, a que seamos quienes mejor vendamos nuestro vino en el mercado global (por eso están dirigidas a profesionales desde esta tribuna). Este objetivo ni es ninguna broma ni admite poca dedicación, no ya por la delicada coyuntura que atraviesa nuestro sector, sino también porque el vino español lo merece gracias a siglos de buen trabajo de personas como Ustedes.  ¿Cómo podemos contribuir pues?  Generando reflexión, dando opinión, intentando modestamente aportar algo de luz en los momentos más convulsos en la producción y comercio del vino de la Historia.  Por tanto, si fuese cierto el latiguillo de que "no sabemos venderlo", pongámonos a ello.  Aprendamos juntos a hacerlo mejor.  Tareas muchísimo más complejas hemos resuelto favorablemente en otras épocas y en nuestros tiempos, habiendo sido en todos los casos modelos mundiales.  Desde este punto de vista, ha sido gratificante la reacción al post El BREXIT y el vino español y por eso se desarrolla ahora aquí.  Por eso, y porque el BREXIT va a suponer un auténtico punto de inflexión en la producción y el comercio del vino a escala global.  Humildemente, con mucho respeto, mi deber es discrepar de personas e instituciones que todos tenemos en merecida altísima estima, que afirman que el BREXIT va a afectar poco al comercio de nuestro vino.  Todo va a cambiar.  Se van a desencadenar cambios fundamentales que venían incubándose durante algo menos de una década.  El BREXIT será el tercer punto de inflexión en la historia del comercio del vino desde principios del s. XVII, y después, las cosas no serán igual jamás.

¿Qué es el vino del viejo mundo? Personalmente, vinos del viejo mundo da notas a vinos del antiguo régimen, o a... vinos del pleistoceno.  En los algo más de cien años que van desde el redescubrimiento de Madeira por los portugueses y la circunnavegación de la Tierra en la expedición de Magallanes y Elcano, los europeos ampliamos el escenario hacia el este y el oeste, el norte y el sur, hasta hacerlo global.  Y por supuesto, llevamos nuestro vino por todo el mundo en forma de cepas de vitis vinífera para nuestro propio consumo y nuestros ritos, nunca por motivos comerciales (en el caso de Hispanoamérica, cepas de las variedades Misión y Criolla primero).  Ese es el origen del vino que se hace hoy en Mendoza o en Napa.  Entonces... ¿qué es el vino del viejo mundo?  ¿Es más vieja una señorita de Valladolid o una californiana de Santa Mónica en patinete?  ¿...?  Estuve en una licorería en Los Ángeles esplendorosa,  completísima, que tenía un rincón con un cartel medio torcido que decía VINOS DEL VIEJO MUNDO como si estuviesen esperando a que entrase algún día Indiana Jones.  Mi modesta opinión es que el consumidor global, en Vancouver, Singapur, Bombay, Seattle o Shanghái tiene un pequeño batiburrillo entre "los vinos del viejo mundo", "los vinos viejos del mundo" y "los vinos de los viejos del mundo" que no nos beneficia.  Menos aun si se nos percibe como los económicos entre los del viejo.

Un conocedor sabe bien que el término vinos del viejo mundo tiene que ver más con el estilo del vino que con su lugar de origen, y evidentemente, el estilo del vino europeo incorpora la tradición de milenios en el hacer y en el degustar, pero es una cuestión de estilo.  La globalización avasalladora tiende a acabar con todo eso unificando gustos y formas de hacer; unificando estilos.  Pues bien, al igual que hay genios entre nosotros en el arte de vinificar, los hay por otros lares, y muchos, en la tarea poco glamurosa pero igual de apasionante, de vender, de conquistar mercados, de obtener beneficio económico, de arruinar competidores con innovación disruptiva o de reconducir consumos que hoy ya son globales. ¿Es o no una buena estrategia comercial distinguirse como Wines of The New World?  ¿Es o no una buena estrategia comercial distinguir a la competencia como Wines of The Old World?  Yo haría ambas cosas.

Y en estas llega el BREXIT.  La importancia del mercado británico para el vino ya se expuso en el anterior El BREXIT y el vino español. En lo nuestro, el Reino Unido deja el viejo mundo y se va al nuevo.  Sus vecinos de puerta van a ser ahora los norteamericanos, los de la Commonwealth (Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica) y los chilenos (que tienen para los ingleses, además de excelentes caldos, el atractivo de no ser argentinos).  Casi nada.  Todos.  Los mejores vendiendo.  No tengan ninguna duda que están ahora todos ellos afilando los lapiceros para ver cómo se quedan con el pastel.

Bueno, be calm, o como diría un paisano: buen temple... es el momento de actuar.  Lo realmente importante lo tenemos: el mejor vino, la mejor tierra y la "mejor" cultura (ver Why we love Spain - Julio 2016 WineMag.com, ver último Bookazine sobre España - Junio 2016 Wine Enthusiast).  El resto, lo mejoramos cada día.  Además, lo que es propiamente el BREXIT... no van a permitir que ocurra; no va a ocurrir.  Pero los cambios fundamentales en el comercio, y consecuentemente en la producción de vino, sí;  ya están ocurriendo. A este punto de inflexión muy bien podemos llamarle brexit, aunque no suceda.

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