La crianza del vino y la calidad: ¿siempre juntas?

¿Conocemos realmente los aficionados las diferencias entre un vino joven, un crianza y un reserva? ¿Sabemos qué conexión real existe...

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Miércoles 18 de Noviembre de 2015

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¿Conocemos realmente los aficionados las diferencias entre un vino joven, un crianza y un reserva? ¿Sabemos qué conexión real existe entre estas denominaciones y la calidad del vino?

Seguramente la mayor parte de los aficionados al vino responderían que sí a ambas preguntas, casi sin pensar. ¡Qué tontería, qué preguntas más básicas! Sin embargo, la realidad es que en más de una ocasión nuestras creencias alrededor de estos conceptos están equivocadas…

En una encuesta realizada por Vinetur entre aficionados, un 70% de las respuestas a la primera pregunta fueron erróneas. No conocemos un caso de encuesta similar para la segunda pregunta, pero mucho nos tememos que el resultado sería similar, con un gran número de los aficionados ligando directamente la calidad del vino a sus años de crianza.

La clasificación de los vinos en jóvenes, crianzas, reservas y grandes reservas existe únicamente en el mercado español, donde está regulada por la Ley de la Viña y el Vino. No busquéis una clasificación similar en vinos franceses, italianos, norteamericanos o chilenos, por mencionar sólo algunos, porque no la encontraréis. Es de suponer que esta clasificación se estableció con el objetivo de guiar al consumidor, al establecerse categorías que en principio parecen ligadas a parámetros de calidad del vino; sin embargo, como veremos, el resultado no siempre es el esperado, por lo que a menudo esta clasificación se presta a confusión.

¿Existe una relación entre tiempo de crianza y calidad? Pues sí, existir existe, pero no es necesariamente directa. Todos sabemos que hay vinos jóvenes excelentes, y reservas que son imbebibles. Un vino malo difícilmente terminará siendo bueno por mucho tiempo que lo dejemos en una barrica o en una botella. Y, por el contrario, con una cuidada elaboración, uno puede encontrar magníficos vinos en todas estas “categorías”. La premisa de partida, por tanto, no siempre es válida. Lamentablemente, tras años de uso, va a ser difícil cambiar esa idea existente entre el consumidor medio que suele equiparar vino a joven a vino mediocre y barato, y vino reserva a vino bueno. Basta probar unos cuantos para comprobar que vinos buenos y malos existen con todas las etiquetas.

La clasificación establecida en España, además, tiene sus limitaciones, ya que para otorgar las categorías de crianza o reserva se exige un tiempo de crianza en barrica de madera. Quedan fuera, por tanto, otros tipos de crianza como pueda ser la crianza en depósito sobre lías, o la crianza en “huevos” de hormigón, unos procedimientos que, de acuerdo a la ley, no otorgarían la calificación de “crianza” o “reserva” al vino, aunque la calidad obtenida pueda ser tan buena como con la madera, aunque con características organolépticas diferenciadas.

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