Jocelyn Dominguez
Miércoles 05 de Noviembre de 2025
La tarde estaba luminosa y Palermo tenía esa calma amable de los sábados al mediodía. En una coqueta vereda, el aire olía a pan recién tostado y especias. Desde la calle ya se escuchaba la música y se sentía esa mezcla de curiosidad y entusiasmo que anticipa algo distinto. Así empezó mi experiencia en el pop-up de Let It V y El Gordo Cocina: una invitación a celebrar el Día Mundial del Veganismo a través del sabor, la creatividad y la buena energía.
Desde el primer momento, el ambiente invitaba a quedarse. Buena música con DJ en vivo, aromas tentadores y una energía que combinaba lo mejor de ambos universos: la cocina consciente y natural de Let It V —100% vegana y libre de gluten— junto al toque creativo y sabroso de Víctor, más conocido como El Gordo Cocina, quien aportó su sello inconfundible y su talento para transformar ingredientes simples en experiencias memorables. Todo acompañado por Michelob Ultra, una cerveza liviana y fresca que encajaba a la perfección con la propuesta.
Una de las cosas que más me gustó fue que todo el menú estaba pensado para comer con las manos. Ese gesto tan simple y primitivo que, lejos de restarle elegancia, lo hace todo más sensorial, más humano. En muchas culturas del mundo —como la india, la etíope o la árabe— comer con las manos no solo es una costumbre, sino una forma de conexión con la comida. Se dice que así se disfruta más el sabor, porque los dedos también “saborean” y el acto de alimentarse se vuelve más consciente y respetuoso. En este pop-up, esa idea cobraba sentido: cada bocado invitaba a disfrutar desde la intuición y la cercanía, sin protocolos, pero con mucha intención.
El menú fue una verdadera oda a la creatividad vegetal. Todo comenzó con unos edamames con sésamo tostado, togarashi y aceite de sésamo, un snack sabroso y delicadamente picante que abría el apetito. Luego llegó una focaccia tostada con crema de tofu y remolacha, palta, verdes, dressing de zanahoria, sal negra y sésamo negro tostado: colorida, fresca y con una textura perfecta.
Entre los principales, los tteokbokkis fritos se robaron miradas: acompañados por salsa de zucchini, crema de zanahoria y jengibre, y coronados con láminas finas de rabanito. También hubo handrolls coreanos —crujientes, vibrantes y llenos de sabor— y un plato que se volvió favorito de muchos: enokis y puerros fritos en tempura, con una salsa spicy mango y huacatay que sorprendía por su equilibrio entre lo dulce, lo ácido y lo picante.
El cierre fue dulce y elegante: una mousse de chocolate con garrapiñada de sésamo y miso caramel, que demostró que el veganismo puede ser tan indulgente como sofisticado. Para acompañar, dos opciones sin alcohol perfectas para la tarde: una limonada de coco refrescante y un matcha latte de frutilla que combinaba lo cremoso con un toque sutil de acidez.
El Día Mundial del Veganismo se celebra desde 1994, cuando The Vegan Society del Reino Unido decidió instaurarlo para promover un estilo de vida ético, saludable y sostenible. Sin embargo, las raíces del veganismo son mucho más antiguas: filósofos griegos como Pitágoras ya hablaban de la importancia de respetar la vida animal y elegir una alimentación más compasiva. Hoy, esos ideales se resignifican en una nueva generación que entiende que el placer y la conciencia pueden ir de la mano.
Eso fue exactamente lo que se sintió en Let It V: una jornada donde lo vegetal fue protagonista, pero sin rigidez ni etiquetas. Solo buena comida, buena música y buena energía. Un encuentro que demostró que el veganismo no es solo una elección alimentaria, sino una forma de celebrar la vida, el planeta y los sentidos.