Adiós a las botellas de vino, hola a la sostenibilidad

Si eres un amante del vino o trabajas en la hostelería quizás quieras empezar a tomar nota porque el sector...

Úrsula Marcos

Domingo 06 de Marzo de 2022

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Si eres un amante del vino o trabajas en la hostelería quizás quieras empezar a tomar nota porque el sector vinícola está a punto de sufrir una revolución. Puede que estemos viviendo la última era de las copas de vidrio.

Aunque algunos aún se empeñen en negarlo, el mundo tal y como lo conocemos desaparece poco a poco. Los recursos que durante siglos e incluso milenios hemos utilizado para hacer funcionar nuestras sociedades se agotan. El cristal es uno de los materiales que se suma a esta larga lista de recursos en peligro de extinción.

Desde 2015 la industria vidriera lleva aquejando problemas de escasez de materias primas para seguir produciendo al ritmo actual. El vidrio y el cristal se elaboran a partir de una mezcla de sustancias provenientes de la grava y la arena, que tras someterse a altas temperaturas se funden y se modelan para crear el producto final.

Como ocurre con el petróleo y el carbón, recursos que parecían brotar de manera infinita de la tierra, hasta las arenas se están acabando. Y es que no solo la industria vidriera las utiliza, también la construcción la necesita y vive de ella. Hay quien mira con deseo al desierto, donde se acumulan billones de kilos de arenas, pero es que esta, que tampoco es infinita por mucho que lo parezca, no sirve para la elaboración de cristal por su composición.

Pero, además, para a lo que la producción vinícola se refiere, hay otros peligros. El corcho con el que se cierran las botellas de forma tradicional proviene de la corteza de los alcornoques. Este árbol, que se encuentra principalmente en la zona mediterránea, al igual que todos los bosques también está amenazado con extinguirse. No solo la tala masiva de árboles, que trata de suplirse con nuevas plantaciones igual de masivas, pone en peligro a la especie, la subida de las temperaturas, la contaminación del suelo y la escasez de agua son una combinación cada vez más común y letal para los alcornoques.

Al mal tiempo, buena cara. Eso pensaron los expertos de todo el mundo que a día de hoy tratan de innovar y encontrar nuevas formas de seguir conservando el vino y el champán sin terminar con el planeta en el intento.

El plástico y sus derivados han permitido en muchos casos suplir las botellas de cristal e incluso los corchos. Pero, a pesar de las ventajas como los múltiples usos que puede resistir un "corcho" de plástico, esta tampoco es una opción por la escasez de petróleo. De hecho, cada vez más países están creando planes de acción para dejar de utilizar el plástico en el corto-medio plazo.

Así que, por contradictorio que parezca, a veces el futuro se encuentra mirando hacia atrás. Muchos expertos y aficionados al mundo del vino apuestan por una vuelta a la tradición ceramista. La arcilla tiene una gran capacidad refrigerante y su industria es mucho menos contaminante que la del plástico, además se puede reciclar fácilmente. En botijos y vasos de cerámica para chatos de vino, así bebían nuestros abuelos y aún se conserva la tradición en algunos pueblos.

Cada vez son más los catadores que defienden las bonanzas de la cerámica, más allá de sus cualidades refrigerantes puede que hasta contribuya a afinar los aromas y el sabor. Si eres un amante del vino pero también de la naturaleza atrévete a consumirlo de la manera más tradicional y estarás preparado para un mundo sin botellas ni copas de cristal.

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