El Cubeto 115 brilla en su puesta de largo en el Duero Wine International Fest

Durante los días 18 y 19 de octubre Valladolid acogió la II Edición del Duero Wine International Fest, cita imprescindible...

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Viernes 29 de Octubre de 2021

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Durante los días 18 y 19 de octubre Valladolid acogió la II Edición del Duero Wine International Fest, cita imprescindible que sin duda se convertirá en un referente de los congresos dedicados a la vitivinicultura.

Ponencias, catas, másterclass, mesas redondas.....y todo lo bueno que ocurría en los pasillos y entre bambalinas, donde te podías encontrar con Marta Ramas, Telmo Rodríguez, Carmen San Martín,  Didier Belondrade, Pedro Ruíz, Pedro Ballesteros, Santi Rivas, Zoltan Nagy, Juan Manuel Bellver, Alberto Fernández Bombín y un largo etc de Wine Star, que siempre tienen algo bueno que contar.

Entre el interesantísimo programa, la tarde del lunes guardaba una especial sorpresa para los asistentes, con una ponencia que cerraba la jornada y daba paso a la cata "Añadas míticas de Alejandro Fernández Tinto Pesquera", dirigida por el gran Paco Berciano.

Bajo el Título "Las mejores novedades del Duero para los sumilleres" 11 destacad@s sumilleres de Castilla y León, más el que escribe, fuimos citados para ejercer de ponentes, botella en mano, y brindar al auditorio un atractivo y didáctico recorrido por diferentes zonas vitivinícolas, a través de 12 vinos elegidos y contados por cada profesional. Nombres propios del oficio como: Pablo Martín, Jose Antonio Cabañas, Noemí Martínez, Elia Arranz, Alba Nely Rosso, Eli Ivanova, Héctor Barcenilla, Adolfo Benítez, Laura Herráez, Augusto Rufes e Iván del Pozo, todos ellos realizaron una impecable exposición, reflejando a través de sus palabras perfectamente entrelazadas, la singularidad, el origen y la grandeza de cada vino, a un auditorio que escuchaba con minuciosa atención.

Llego mi turno, y lo primero que hice fue avisar de que no venía a presentar un vino, sino a contar una historia. La Historia de El Cubeto 115 Reserva de la Familia Otero, una auténtica joya, con "aires del sur", rescatada de las entrañas de la centenaria firma benaventana "Bodegas Otero", por la tercera y más inquieta generación de la casa. Una entrañable crónica del tiempo, que nace a mediados de los 80, cuando Don Manuel Otero decide "dirigir" hacia un gran vino, una excelente partida de blanco, mayoritariamente Verdejo.

Para ello, Don Manuel forma algo parecido a dos andanas jerezanas, en la parte más profunda de "La Bodeguilla", esa especie de sacristía bodeguera, escenario de reuniones familiares y donde se brinda por la amistad. Ese coqueto espacio propicio para el buen beber y comer, charlar y escuchar, donde el tiempo se detenía y se daba mucho valor al presente. Y si además no apetecía o no había tiempo para cocinar, pues los guisos de Doña Julita "volaban" desde el California (restaurante próximo a la bodega), aromatizando los números pares de la avenida que por entonces tenía nombre de general.

"Chely", la esposa de Don Manuel, desde el primer momento estuvo de acuerdo en que aquellos toneles ocupasen espacio en su rincón favorito " La Bodeguilla", ya que como mujer hábil, sensible y de olfato refinado, tuvo la corazonada de que aquel vino tenia "alma" y era lo suficientemente especial e importante como para estar ahí.

Barricas apiladas en dos alturas, que recibieron con mimo aquel vino, asumiendo la responsabilidad de hacerlo crecer y guarecer la intrigante flor. El tiempo pasó y en una de las rutinarias catas, venencia en mano, Don Manuel se da cuenta de que la flor pierde vida y para activar su desarrollo recurre al encabezado, siendo plenamente consciente de que aquello tomaría un camino distinto. Ahí comienza el romántico viaje hasta nuestros días, una crianza lenta y combinada (biológica y oxidativa),  concentrando  grandeza y complejidad.

Los años pasan entre sutileza y misterio, pero el vino no se toca. Chely, después del fallecimiento de Don Manuel, dice a su Hijo Julio, que el vino de la Bodeguilla no se mueve hasta que ella ya no esté. "En el momento que me vaya, solo a partir de ese momento, disfrútalo y compártelo".

De esas dos andanas salieron los Cubeto 113 y 115, dos auténticos vinos de culto, y como hermanos gemelos que son, cada uno con su personalidad.

Ya están embotellados (una única saca) para uso y disfrute de profesionales y aficionados, pero sobre todo para los amantes de los vinos mágicos.

Y lo mejor de todo, es que mientras mi infancia transcurría en los alrededores de Bodegas Otero, en el interior ya estaba criándose un gran vino, que el destino me regalaría el honor de contarlo 40 años después. Aúpa!!

KIMBA

Un artículo de Marcelino Calvo
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