Javier Campo
Martes 29 de Octubre de 2019
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La historia de la humanidad se ha descubierto poco a poco gracias a la arqueología y a otras ciencias que nos han mostrado costumbres del hombre en sus diferentes y muy diversas civilizaciones. Los avances tecnológicos reescriben una y otra vez lo acaecido aquí o allá, antes o después. En muchas de esas investigaciones, independientemente del tipo de cultura o religión objeto de estudio, aparece un factor denominador común: el vino.
Pero el vino no solo aparece como alimento (que durante mucho tiempo así fue considerado) ni como bebida placentera, sino que, estaba (y está) estrechamente vinculada a las religiones. De hecho, muchas culturas han sido las que han otorgado un lugar privilegiado en su religión a esta bebida fermentada de la uva. Hagamos un repaso muy rápido totalmente atemporal para no liarnos de estas vinculaciones.
Antigua Grecia y sus Dioses del Olimpo cuyo padre y más poderoso era Zeus. Pues uno de sus numerosos hijos fue Dionisio, Dios del vino. Los Romanos un tanto celosillos de los dioses griegos, montaron su propio "tinglado" celestial y transformaron a muchos de los dioses a su gusto y necesidad. En el caso del vino fue Baco el que ocupo tal honor.
Culturas como la China, la India y la Persa, tenían vino aunque no tan asociado a las diferentes religiones con otras, como por ejemplo la Egipcia que si vinculaba a las Lagrimas de Horus o el Sudor de Ra con el vino y su Dios, Osiris. En la actual América, y en lo que conocemos como culturas precolombinas, el vino simplemente no estaba presente porque no tenían uva, aunque si bebían otros fermentados en sus rituales.
Y como no, llegamos a la religión Cristiana que, con ciertas connotaciones del judaísmo pero principalmente, con los rituales romanos, convierte al vino en elemento casi indispensable en el ritual de la Eucaristía al convertirlo simbólicamente en la Sangre de Cristo y que todos los cristianos hoy en día siguen bebiendo en un ritual que se ha perpetuado durante 2000 años.
Debe ser por eso que en donde ha habido conventos y monasterios en la historia, el cultivo de la vid, por los propios monjes ha precedido a innumerables bodegas y zonas vinculadas al vino y a Dios. Un ejemplo lo encontramos en Scala Dei en el Priorat, donde un pastor veía como unos ángeles subían hasta el cielo por una escalera y allí fue donde los cartujanos, ante tal visión, montaron su monasterio.
Y sin entrar por ejemplo en los innumerables nombres dedicados a Dios, Vírgenes, Santos, dioses, personajes bíblicos, milagros, apariciones y otras hierbas, nos podemos hacer una idea de que sin lugar a dudas y literalmente, el vino, es divino.
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