La dimensión cultural del vino

Una reflexión para la reivindicación de la cultura del vino, su valor clave en la economía y su exaltación como sinónimo de calidad universal

Antonio Viñal

Martes 08 de Agosto de 2017

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Cada año, cuando llega el verano, intento ir a la búsqueda de los libros perdidos, de aquellos libros cuya lectura, por falta de tiempo, he tenido que ir posponiendo mes tras mes.

Uno de ellos es el titulado "La mémoire n'en fait qu'à sa tête", escrito por el autor del "Dictionnaire amoureux du vin", Bernard Pivot, periodista, presentador de los programas televisivos franceses "Dossiers de l'écran" -que reprodujo en España José Luis Balbin con el nombre de "La clave"- y "Apostrophes", y miembro de la Academia Goncourt, convocante del premio literario del mismo nombre.

A lo largo de este libro, que es un relato autobiográfico entreverado de encuentros, recuerdos y anécdotas personales, Pivot saca a colación algunos de los escritores que pasaron por sus programas, como Françoise Sagan, Le Clézio, Marguerite Duras, Charles Bukowski, Louise Labé o Patrick Modiano, entre otros muchos. Pero saca también a colación -y esto es lo relevante a los efectos de este artículo- algunas añadas memorables de vinos franceses, como la de 1947 de Cheval Blanc, la de 1961 de Romanée-Conti o la de 1990 de Châteauneuf-du-Pape.

Sin pretender equiparar estas fechas a otras fechas significativas de la historia de Francia, como las de 1789 - revolución francesa iniciada con la toma de la Bastilla-, 1848 -insurrección popular precursora de la Segunda República- o 1945 -fin de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación alemana de Francia-, Pivot estima que es un fallo clamoroso de cultura general el que se desconozcan las grandes añadas de los mejores viñedos franceses. A su juicio debe haber tanto orgullo nacional con los lagares como con los talleres de costura o las fábricas de coches.

Y para remediar lo que él considera un problema de ámbito nacional, sugiere la celebración de cursos de divulgación en institutos de las principales denominaciones de origen francesas, de Alsacia a  Burdeos, pasando por Borgoña.

La solución que él propone es interesante, aunque no dejar de ser delicada, habida cuenta de la delgada línea roja entre un mensaje divulgativo y otro publicitario, especialmente por el impacto que puede tener en las actitudes y hábitos de consumo de los jóvenes.

No obstante, la reflexión de Pivot es válida desde otros puntos de vista: en primer lugar, por la reivindicación de la dimensión cultural del vino, reconocida de antiguo por la pintura, la música y la literatura, y a menudo olvidada. En segundo lugar, por la comparación del vino con otros productos clave de la economía francesa, como la moda o los automóviles. Y, en tercer lugar, por la exaltación de lo francés como sinónimo de calidad universal. ¿Puede hacerse extensiva esta reflexión a nuestro país? ¿dónde estamos nosotros?

Antonio Viñal
Socio - Director de Antonio Viñal & Co. Abogados (AVCO)
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