Redacción
Martes 27 de Mayo de 2014
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Cuando un consumidor realiza una compra busca un valor en su adquisición. Entre las diversas forma de percibir el valor por parte de un consumidor, y sus posteriores expectativas, existe una que en el caso del vino como producto es especialmente significativa.
Se trata de la vertiente connotativa que otorga un sujeto al vino. Es decir la interpretación mental, o subjetiva, que otorga un consumidor al "vino" como un producto.
Ante la expresión "mesa", algunas personas pueden imaginarse una mesa cuadrada de madera, a otros se le pasará por la cabeza una mesa circular de plástico, para algunos una mesa es de metal,... En el caso del "vino" existen una serie de significados connotativos presentes en la mayoría de los consumidores que otorgan el valor que esperan recibir de este producto.
1.- Producto tradicional
Así, entre las principales pautas de consumo connotativo figura que el vino es percibido como un producto tradicional, de consumo cotidiano, vinculado directamente con la gastronomía y la alimentación.
2.- Prestigio
Por otro lado, el vino también ha ocupado un lugar en los productos de lujo, asociado a un mayor prestigio o "status", otorgado por variables como el precio y la marca. En este caso se trata de un vino con connotaciones de consumo ocasional, destinado a momentos y situaciones especiales.
Tanto el vino como producto tradicional, como el vino como producto de lujo, son las connotaciones primarias o históricas del vino. Son percepciones subjetivas del consumidor que han permanecido ligadas al vino a lo largo de los años y que siguen vigentes a día de hoy.
No obstante en la actualidad, la imagen mental del vino se ha vuelto más compleja, fruto de los cambios que se han producido en los gustos de los consumidores.
3.- Producto alimenticio saludable
Asi, en el consumidor actual podemos encontrar connotaciones de salud, donde el vino es asociado a pautas de alimentación y, con el respaldo de numerosos estudios, se asocia a un producto alimenticio saludable siempre y cuando sea consumido con moderación.
4.- Cultura
Por otro lado, el vino se asocia a una diferenciación cultural, donde entra en juego todo el saber intelectual en torno al vino (enología, catas, viticultura,...). Se trata de un consumo distintivo que suele ir asociado a fenómenos sociales tales como la "cultura del vino" o la "moda del vino".
5.- Diversión
El vino también puede estar ligado a producto alcohólico. Esta es la connotación del consumidor que busca emociones, diversión o desinhibición. Este tipo de consumo puede venir ligado a productos combinados, como el "calimocho", "sangría", "zurracapote", "cócteles",...
6.- Identidad
En los últimos tiempos, con el auge y promoción desarrollada por las Denominaciones de Origen, el vino puede ser identificado como bien local, o identidad regional. Aquí el consumidor otorga al vino un valor emocional como producto propio o producto "de la tierra".
7.- Regalo
Por último, las connotaciones sociales y simbólicas, ya vistas, como producto de calidad, han hecho del vino un regalo perfecto. Además, esta connotación del vino como regalo, que está tan presente en la mente de muchos consumidores, ha originado una serie de subproductos asociados como la cosmética del vino, vinoterapia, o el enoturismo.
Aunque puede haber más, todas estas percepciones configuran la mayor parte de connotaciones que un consumidor otorga al vino como producto y que, sin ser excluyentes entre ellas, estarían en las pautas de compra del consumidor de vinos.
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