Viernes 17 de Julio de 2020
Después de haber visto en mi anterior post cuáles son los pasos básicos que se sigue en la elaboración del vino blanco tradicional, vamos a hacer ahora lo propio con el vino rosado. Un tipo de vino que ofrece una gran versatilidad en la mesa y una gama de sabores que hará el deleite de cualquier buen bebedor de vinos.
A diferencia de lo que muchos creen, el vino rosado no es una mezcla de vinos tintos y blancos obtenidos por separado, lo que, por cierto, está prohibido por la ley.
Este vino se obtiene mediante un proceso de vinificación semejante al del vino blanco, pero siempre a partir de uvas tintas, de ahí su color.
En este post te voy a explicar en 8 pasos básicos en la elaboración del vino rosado:
Como en los blancos, se busca que el estrujado de la uva rompan las pieles y se libere el máximo de zumo posible, pero sin aplastar los elementos sólidos (rabillos, pieles y pepitas). En el caso de los vinos rosados, se suelen evitar los prensados agresivos.
El mosto obtenido tras el estrujado es incoloro y adquiere su tono rosado al macerar con los hollejos de las uvas. Esta maceración no suele ser muy larga, entre 6 y 24 horas, según la intensidad de color que se pretenda obtener.
El proceso de fermentación de un vino rosado dura aproximadamente tres semanas, a una temperatura de entre 16 y 17 °C.
Al igual que ocurre con los vinos blancos, los rosados pueden sufrir una fermentación maloláctica, dependiendo de lo afrutado que sea carácter, de su acidez y su frescura.
La maduración del vino suele hacerse en cubas de acero inoxidable.
La estabilización y filtrado se realizan para conservar la limpidez del producto, una vez embotellado.