La Txulapona: cocina de mercado entre tradición vasca y creatividad madrileña

Alberto Sanz Blanco

Lunes 06 de Octubre de 2025

Una propuesta que combina producto, técnica y servicio impecable, donde sabores precisos, texturas cuidadas y una atención atenta transforman cada comida en un momento memorable

En pleno eje de Arturo Soria, La Txulapona se presenta como un homenaje contemporáneo a la cocina tradicional española, con acento vasco y alma madrileña. Su nombre, tan sonoro como evocador, anticipa una propuesta basada en el producto, la sencillez y un ambiente donde la gastronomía se disfruta sin rigideces. Con más de un lustro de trayectoria en el barrio, se ha consolidado como uno de los restaurantes de referencia de la zona, un punto de encuentro para quienes buscan sabor, cercanía y autenticidad en cada plato.

Antes de valorar la propuesta gastronómica, merece la pena detenerse en el espacio, donde La Txulapona ha convertido su ubicación en Arturo Soria en un auténtico oasis urbano. La barra amplia invita al tapeo informal y a encuentros espontáneos; el salón principal, elegante y confortable, combina maderas cálidas, iluminación cuidada y una atmósfera que conecta sobriedad y cercanía con la cocina abierta. Pero es en el exterior donde el restaurante despliega su mayor atractivo: una terraza a pie de calle perfecta para las noches templadas y, en la planta superior, un jardín climatizado de más de 500 m², dividido en un espacio íntimo para reuniones y otro más social para cócteles o celebraciones, sorprendente por su decoración herbácea y los juegos de luces cambiantes según el momento del día. Un espacio versátil y cautivador, difícil de igualar en la zona por su amplitud y carácter.

Una cocina coherente respaldada por un servicio ejemplar

La filosofía culinaria se centra en una premisa clara: respetar el producto y exaltar el sabor sin artificios. Bajo la gerencia de Óscar y la dirección culinaria del chef José Luis Moreno, el proyecto mantiene una coherencia ejemplar, fusionando la esencia vasca con guiños castizos en una cocina de mercado contemporánea donde la técnica se pone al servicio del gusto. La carta reivindica la materia prima fresca y de temporada, tratada con mimo y precisión, a través de elaboraciones honestas y reconocibles en carnes, pescados y arroces con sabor auténtico y ejecución impecable.

Esta manera de entender la cocina se engrandece con la atención impecable de Javier, jefe de sala, cuya presencia combina trato exquisito, servicio personalizado y dedicación sin resultar intrusiva. Su profundo conocimiento de la carta y de los clientes —desde vecinos del barrio y turistas atraídos por los clásicos hasta trabajadores y empresarios— convierte cada visita en una experiencia cuidada al detalle. El equipo de sala, igualmente atento y resolutivo, asegura la fluidez del servicio y minimiza la espera entre platos, manteniendo un ritmo cómodo y agradable.

La sencillez como punto de partida, el sabor como camino

La carta destaca por su claridad y estructura al permitir al comensal recorrerla con facilidad y captar la coherencia de la propuesta. Entre los entrantes, merece arriesgar con una interpretación novedosa de la Ensaladilla rusa: conserva la base clásica, pero es enriquecida con salmón marinado en casa y coronada con espuma de patatas revolconas. En boca resulta untuosa, armoniosa y ligeramente ahumada, con un toque picante que realza el sabor sin opacar los matices.

Las Zamburiñas al grill ejemplifican la sencillez elevada por la técnica: cada unidad contiene dos ajadas —una clásica y otra con fondo de pescado y un delicado toque de pimentón— que se integran con el molusco, realzando su sabor natural. La textura se mantiene firme y jugosa y la ración generosa de seis unidades convierte el plato en un entrante elegante y plenamente disfrutable. La carta se completa con secciones que reflejan la riqueza y versatilidad. Una de ellas está dedicada a la huerta, donde productos de temporada como el tomate, la berenjena y las ensaladas son los protagonistas. Otra sección está centrada en arroces y pastas, con preparaciones que incluyen desde arroces melosos con secreto ibérico o marinero hasta risottos y lasañas gratinadas.

Entre el mar y la tierra: la esencia del producto bien tratado

La sección de pescados es, a mi juicio, esencial para comprender la cocina de La Txulapona. Optamos por el Rape, un plato que, según nos contó el propio chef, forma parte de la carta desde los inicios y ha ido perfeccionándose con el tiempo. La carne resulta jugosa y tersa, firme sin llegar a ser chiclosa, y permite apreciar plenamente de su sabor limpio y delicado. Servido en mesa con guisantes frescos y acompañado de patatas panaderas, el pescado se convierte en un plato armónico y equilibrado, donde cada elemento aporta textura y sabor sin restar protagonismo al producto principal.

Si se prefiere optar por carne, la oferta resulta igualmente atractiva. Según nos explicó Javier, proviene de vacas de cuatro años, con una maduración previa de 36 días, luego prolongada en el restaurante hasta los 46 días. Entre las opciones destacan entrecot, solomillo, presa ibérica y hamburguesas, algunas de las cuales pueden apreciarse directamente en las cámaras frigoríficas del restaurante, ofreciendo al comensal una visión del producto y su calidad antes de llegar al plato.

Dulce despedida con aroma de violeta y trago de elegancia

Para finalizar, el Coulant de chocolate con helado de violeta hace honor a su nombre, algo poco habitual hoy en día ante la popularización y cierta degradación del clásico. Al cortarlo, el coulant explota liberando su corazón líquido, ofreciendo un juego de temperaturas y texturas entre la cobertura más firme y el interior cremoso. El chocolate mantiene un sabor intenso y profundo, mientras el helado de violeta aporta un guiño a la infancia, fresco y ligeramente floral, que compensa la potencia del cacao y cierra la comida con un toque lúdico y delicado.

La propuesta líquida acompaña la cocina con la misma coherencia y cuidado. Ofrece desde burbujas y blancos frescos hasta tintos estructurados, siempre con un equilibrio entre tradición y modernidad. Entre los blancos, el Godello destaca por su frescura, mineralidad y perfil aromático delicado, con un paso por boca intenso y buena estructura. Su carácter limpio y elegante lo convierte en un acompañamiento perfecto para pescados y platos de huerta.

Al final, salir de La Txulapona es hacerlo con la sensación de haber disfrutado de una cocina honesta y profunda, donde cada plato, sorbo y gesto del servicio parece calculado para provocar placer y sorpresa sin artificios. Es un espacio donde la tradición convive con la técnica, el producto habla por sí mismo y la experiencia, sencilla y elegante a la vez, permanece en la memoria mucho después de la última cucharada o copa. Un restaurante que confirma, con autoridad y sin alardes, por qué es uno de los referentes gastronómicos de Arturo Soria.

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