Roberto Beiro
Al transitar por la experiencia y el conocimiento acumulado, uno puede observar con claridad los ciclos y las transiciones que marcan cada época. En la viticultura vemos una evolución que se ha desplegado desde la práctica convencional hasta la integrada, pasando por la orgánica y la biodinámica, y llegando a lo que hoy conocemos como viticultura regenerativa. Esta última no es un mero capricho ni un simple resultado de la economía de mercado, que nos empuja hacia una mayor mecanización y volúmenes de producción que no siempre se traducen en una rentabilidad justa. Más bien, la viticultura regenerativa surge como respuesta a una concienciación cada vez mayor sobre los retos ambientales actuales. Este artículo tiene el propósito de ofrecer una introducción a los conceptos y prácticas que definen a la viticultura regenerativa, sin emitir juicios, sino brindando una visión clara de su alcance y sus posibilidades.
La viticultura regenerativa se entiende como aquel método de cultivo que no solo busca la producción de la uva sino también la cura y la restauración de los ecosistemas que la rodean. Este enfoque promueve la salud del suelo, el aumento de la biodiversidad y una disminución de la huella ecológica, configurando sistemas de cultivo duraderos. Se ha convertido en un pilar fundamental en un contexto global que exige prácticas sostenibles y responsables con el medio ambiente.
Para iniciar el camino hacia la viticultura regenerativa, es esencial seguir una serie de pasos estratégicos:
Los principios sobre los que se asienta la viticultura regenerativa incluyen:
Para mejorar la salud del suelo y el entorno, se recomiendan las siguientes prácticas:
El gran reto de la viticultura regenerativa es su adaptación a contextos desafiantes como los climas cálidos y secos típicos de regiones como España. Aquí se deben considerar estrategias específicas, como la elección de variedades resistentes a la sequía, técnicas de riego optimizadas y métodos para contrarrestar el calor excesivo y los suelos salinos.
Lejos de ser un obstáculo para la rentabilidad, la viticultura regenerativa puede ser económicamente viable gracias a la producción de vinos de alta calidad, la reducción de costos a largo plazo, la resiliencia ante el cambio climático y una menor dependencia de insumos. Además, el mercado actual valora y demanda prácticas sostenibles, lo cual puede traducirse en una mayor aceptación y valorización de los productos.
Las certificaciones juegan un papel crucial al validar las prácticas regenerativas y ofrecen a los consumidores la seguridad de que están adquiriendo productos responsables. Entre las certificaciones destacadas se encuentran la Regenerative Organic Certification (ROC), Demeter Biodynamic Certification, certificaciones orgánicas generales y sellos específicos como el Rodale Institute y distintos programas europeos y españoles que aseguran la adhesión a prácticas sostenibles.
La viticultura regenerativa es más que un conjunto de técnicas; es una filosofía de cuidado y respeto por la tierra que ofrece no solo vinos de excelente calidad, sino también una contribución significativa a la lucha contra el cambio climático. La adopción de estas prácticas, adaptadas a cada contexto y ecosistema específico, es una inversión en el futuro de una viticultura ética y sostenible.