El Camino de Santiago
Francisco [Redacción]
Martes 21 de Julio de 2009
El Camino de Santiago
La baza de la libertad será bien jugada si caminamos un día tras otro por el arduo camino. Entre los bosques, por tierra y asfalto o elevándonos sobre arroyos; blandiendo el bastón del peregrino; reposando en el solícito albergue o en el fresco de un calvero; así será la indeleble caminata de los días animistas y las noches reflexivas. Cuando la fatiga nos nuble la mirada, las ubicuas voces de siempre se harán sentir con denuedo, insistentes en la meta surcada y en la aguardada, pero sobre todo reconquistándonos con el ver y el querer.
La respuesta partió con nosotros, albergada en las profundidades de nuestro ser; ella somos nosotros, y así el esfuerzo torna en refuerzo para el siguiente paso, el que cimienta el engranaje de esa fuerza mágica que nos preserva en la senda hasta verternos en la monumental metrópoli granítica de Santiago de Compostela. Ante el estupor arrobado del que nos vemos imbuidos al llegar a la Plaza del Obradoiro, o a la de Platerías, elevaremos la mirada recorriendo el cincelado del majestuoso palacio románico que representa su excepcional catedral. Es allí donde yacen las reliquias de influyentes personalidades eclesiásticas presididas en todo momento por los vestigios del Apóstol Santiago, Santo Patrón de Galicia, y sobre quien gravita el aura de este mundo de historias y esperanza.
Si aun en la consagración de tan elevado camino notásemos un hormiguillo furtivo que nos recorre las entrañas como si de una sibilina desazón se tratase, dejaremos emerger el anhelo de culminación que subyace en nosotros, engendrando un nuevo motivo que nos colme de satisfacción renovadora, para hacer el tramo que nos lleve al fin de la tierra, al faro de Fisterra, esa atalaya donde asoma la mirada más amplia. Allí podremos darle digno adiós al tangible accesorio de nuestro viaje y más firme aliado en su tierra. La transformación de nuestro calzado en efluvio etéreo permanecerá como una huella indeleble en nuestra historia o, por mejor decirlo, será la huella de nuestro camino.
Piensa en ti; analiza los pros y contras, o mejor aun, no lo hagas, sólo inspira profundamente para exhalar una redentora réplica que actúe como fuerza demiúrgica que aplaque inconveniencias e inocule la firme y audaz convicción de llevar a cabo el peregrinaje de tu vida.
http://www.youtube.com/watch?v=PaoUOynO9mY