Jueves 10 de Abril de 2025
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En los últimos años, muchos viticultores han comenzado a aplicar prácticas más sostenibles en sus viñedos. Una de las más comunes es el uso de cubiertas vegetales, que ayudan a mejorar la biología del suelo. Esta técnica consiste en sembrar pequeñas plantas entre las hileras de vides y dejarlas crecer incluso después del desborre, es decir, cuando las yemas comienzan a brotar. Las cubiertas vegetales ofrecen varias ventajas: reducen la erosión del suelo, mejoran la infiltración del agua, retienen nutrientes, fijan nitrógeno, aumentan la actividad microbiana y facilitan el tránsito de maquinaria. También pueden secar suelos demasiado húmedos y servir de hábitat para insectos beneficiosos.
Sin embargo, mantener estas cubiertas sin segar tras el desborre puede aumentar el riesgo de daños por heladas, asegura Mark Battany en una publicación para Winery&Vineyard Journal, basado en varios estudios recientes. Este aspecto no siempre se tiene en cuenta al tomar decisiones sobre el manejo del viñedo. La razón es que una cubierta vegetal densa actúa como una capa aislante sobre el suelo. Durante el día, impide que la radiación solar caliente el terreno. Por la noche, esa misma capa reduce la cantidad de calor que el suelo puede devolver al ambiente. Como resultado, las temperaturas nocturnas pueden ser más bajas que en parcelas con suelo desnudo o con cubiertas muy cortadas.
La diferencia de temperatura puede parecer pequeña, pero es importante. En condiciones de helada, una bajada de apenas un grado puede marcar la diferencia entre no tener daños o perder parte de la cosecha. Estudios anteriores han mostrado reducciones superiores a 1 °F (alrededor de 0,5 °C) en parcelas con vegetación frente a otras con suelo desnudo.
El interés por este tema surgió tras visitar varios viñedos que habían cambiado su manejo para dejar crecer las cubiertas vegetales después del desborre. Poco después sufrieron daños por heladas. Aunque no se puede afirmar con certeza que esta decisión fuera la causa directa del daño, los responsables reconocieron que no habían valorado suficientemente este riesgo.
Para quienes cultivan en zonas donde nunca ha sido necesario usar sistemas activos contra heladas, como ventiladores o riego por aspersión, mantener cubiertas vegetales altas podría obligar a instalar estos equipos. Esto supone un gasto adicional que debe tenerse en cuenta al planificar el manejo del viñedo.
En fincas donde ya se usan medidas activas contra heladas, puede ser necesario utilizarlas durante más horas cada primavera si se mantienen las cubiertas sin segar. Esto también incrementa los costes operativos.
Es fácil criticar prácticas tradicionales como labrar el suelo o cortar las cubiertas antes del desborre. Sin embargo, estas decisiones muchas veces respondían a las condiciones y recursos disponibles en su momento. Aunque esas prácticas también tienen inconvenientes —como mayor erosión, pérdida de nutrientes o dificultad para acceder al viñedo cuando llueve—, no deben descartarse sin analizar bien sus efectos.
Cada finca tiene características propias: tipo de suelo, pendiente, clima y recursos técnicos y económicos. Por eso es importante valorar todos los factores antes de decidir cómo manejar las cubiertas vegetales. El objetivo debe ser encontrar un equilibrio entre mejorar la salud del suelo y evitar daños por heladas.
No conviene olvidar que una cubierta vegetal alta puede aumentar el riesgo de heladas tras el desborre. Si se opta por mantenerla así, conviene estudiar qué medidas adicionales pueden aplicarse para reducir ese riesgo y proteger la producción anual.
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