Me regalaron un muerto, perdón un vino muerto

¿Y ahora, como le contaba yo a mis amigos cual era la realidad del regalo que me hicieron?

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Lunes 14 de Octubre de 2024

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Hace muy poco tiempo unos buenos amigos me regalaron, con mucha ilusión un vino que tenían guardado desde hace mucho tiempo y que ellos no iban a beber nunca. Lo compraron en un viaje a Buenos Aires. A ellos no les gusta el vino y lo tenía para alguna ocasión.

La ocasión fui yo y me lo regalaron para que yo lo disfrutara. Era un reserva con más de 15 años y con una pinta extraordinaria.

Me lo regalaron para que yo les contase cómo sabía aquella belleza y como lo había disfrutado.

A mí me resultaba algo exótico ya que era un buen vino argentino y nunca había tenido la ocasión de probar esos afamados vinos. Esta circunstancia me motivaba más para probar aquella belleza.

Llegado el momento procuré tener "el bellezón" a la temperatura adecuada y "al ataque"... Cogí la botella con todo el cariño del mundo como si fuera a abrir un tesoro y al tratar de sacar el corcho saltó la primera alarma. El corcho se partió y solo salió la mitad. La otra mitad "semipodrida" (imagino

que tiene un nombre técnico) se quedó en el cuello de la botella. Comencé la pelea para sacar el resto del corcho y fue misión imposible, se hacía migas.

Cuando finalmente conseguí hacer suficiente agujero para que saliera el vino llegó la segunda sorpresa, la peor parte: el vino estaba oxidado.

¿Y ahora, como le contaba yo a mis amigos cual era la realidad del regalo que me hicieron?

Un artículo de Ignacio Garcia
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