Martes 01 de Octubre de 2024
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Ubicada en el corazón de Luján de Cuyo, a tan solo veinte minutos de la ciudad de Mendoza, Martino Wines es mucho más que una bodega: es un espacio que combina la tradición vinícola centenaria con una propuesta gastronómica que deleita los sentidos. Con un entorno que destaca por su arquitectura cálida, muros de adobe y techos de caña y barro, esta joya escondida invita a los visitantes a una experiencia enogastronómica única que honra el legado de la familia Martino y el amor por el vino.
Fundada en 1901, Martino Wines se ha mantenido fiel a su esencia, fusionando tradición y modernidad. Los viñedos que rodean la bodega son un testimonio de la rica historia de la región, con cepas que datan de 1926 y que han sido cultivadas con el mismo cuidado y dedicación a lo largo de los años. Estas tierras, que han sido testigos de innumerables vendimias, dan origen a algunos de los vinos más destacados y reconocidos internacionalmente, como el Malbec y el Cabernet Franc, sin dejar de lado cepas menos convencionales como el Pedro Ximénez y la Bonarda, Sangiovese y Marselan.
Pero lo que distingue a Martino Wines es su espíritu innovador. En 2013, Hugo Martino, director de la bodega, incorporó al reconocido enólogo italiano Attilio Pagli como asesor, un gesto que marcó el inicio de una nueva era para la bodega. Pagli no solo trajo consigo su vasta experiencia, sino que también ayudó a cimentar la cultura de hospitalidad que hoy es el corazón de Martino Wines. La historia de la bodega está ligada a la idea de compartir el vino en un ambiente íntimo y amigable. Estas reuniones comenzaron en el quincho de la bodega, un espacio que fue testigo de charlas entre amigos, enólogos y apasionados del vino, que hoy ha evolucionado en el restaurante que conocemos.
El restaurante de Martino Wines abrió sus puertas hace apenas dos años, pero en este corto tiempo ha logrado posicionarse como uno de los destinos enogastronómicos más destacados de la región, obteniendo el galardón Travellers’ Choice de TripAdvisor. Y no es para menos, ya que la experiencia es una verdadera fiesta para los sentidos.
La propuesta culinaria está liderada por el chef Javier Quinteros, quien se ha ganado los aplausos de comensales y críticos por su capacidad para elevar los vinos de la bodega a través de platos cuidadosamente diseñados. La cocina de Quinteros es un reflejo de la filosofía de Martino Wines: autenticidad, respeto por los ingredientes locales y una atención meticulosa a los detalles.
El menú ofrece dos opciones: un menú de cuatro pasos para quienes buscan una experiencia más breve pero igualmente deliciosa, y un menú de siete pasos que lleva a los comensales a un recorrido inolvidable por la cocina de la región, perfectamente maridado con los vinos de la bodega. Cada plato está diseñado para realzar las características de cada vino, creando una sinergia entre la gastronomía y la viticultura.
Durante mi visita, tuve la oportunidad de disfrutar el menú de siete pasos, que es una verdadera celebración de la creatividad culinaria y la riqueza de los productos locales:
El viaje comienza con un pan de masa madre fermentado durante ocho años, acompañado de aceite de oliva, una bienvenida reveladora.
Sigue con el snack del chef, una tarteleta de cúrcuma con queso vegano de castañas de cajú, una croqueta de arroz con kimchi, y una sorprendente sopa de remolacha con espuma de hierbas, todo maridado con el exótico Martino Pedro Ximénez, que aporta una frescura perfecta para equilibrar los sabores intensos de los aperitivos.
Luego, los gnocchis de doble cocción rellenos de queso, con caviar de trucha, maridados con un elegante Martino Sangiovese, destacan la fusión entre texturas suaves y sabores refinados.
El canoli de chivo braseado con sriracha, maridado con un Martino Tempranillo, es una explosión de sabores audaces y picantes que se complementan perfectamente con la estructura del vino.
La galletita de tapioca, puré de coliflor y wasabi, con molleja laqueada en salsa teriyaki y una lámina de piel de limón fermentado, se marida con el Martino Bonarda, un vino que aporta una intensidad frutal que equilibra la complejidad del plato.
El lomo de ciervo con laja de calabaza, topinambur, zanahorias y fondo de cocción es acompañado por el Martino Marselan, un maridaje impecable que realza tanto la jugosidad de la carne como la riqueza del vino.
Finalmente, el postre es un praliné de pistacho con café, polvo de cacao amargo, gel de café y una reducción de café arábico brasileño, que cierra el recorrido de manera sublime.
Cada plato está pensado para ofrecer una experiencia multisensorial, donde los sabores, texturas y aromas se entrelazan de manera armoniosa con los vinos seleccionados.
Más allá de la experiencia en el restaurante, Martino Wines se enorgullece de la diversidad de su producción. La bodega trabaja con variedades clásicas como el Malbec, el Cabernet Franc y la Bonarda, pero también explora cepas menos tradicionales como el Pedro Ximénez y el Sangiovese, todas ellas cultivadas con el mayor respeto por el medio ambiente y los recursos naturales.
La línea Molteni, una de las más emblemáticas de la bodega, es un tributo a la pasión por la vinificación y a la influencia de tres grandes regiones vitivinícolas del mundo: los Andes, la Toscana y Burdeos. Cada botella de Molteni captura la esencia de estas tierras, fusionando la intensidad de los paisajes andinos con la elegancia de los vinos toscanos y la sofisticación bordelesa.
Para Fernanda Martino, directora de la bodega, el concepto de hospitalidad está en el centro de todo lo que hacen. “Queremos que quienes nos visiten se sientan como en casa”, afirma. Y esto es algo que se siente desde el primer momento en que se cruza la puerta de Martino Wines. La atención del equipo, liderado por Pablo Guarnieri, gerente de turismo y hospitalidad, es impecable. Cada detalle está cuidado para que los visitantes se sientan cómodos, bienvenidos y, sobre todo, conectados con la esencia de la bodega.
Martino Wines es un lugar donde el vino no solo se disfruta, sino que se vive. Es una celebración de la historia, la cultura y los sabores de Mendoza, en un entorno que invita a relajarse y disfrutar de cada momento. Ya sea a través de un almuerzo largo maridado con vinos excepcionales o de una visita a los viñedos y la bodega, la experiencia en Martino Wines es una que deja huella y hace que cada visitante quiera volver.
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