NO LE PIERDAS EL SENTIDO: CONSTRUIR VIÑEDOS SIERRA CANTABRIA

Sábado 12 de Febrero de 2022

Vivir es un espacio y un tiempo que fluye desde el suelo, donde se forja tu vida. El suelo, la tierra, te hace ser lo que eres, junto al rastro que dejan tus experiencias. Es crucial saber qué es lo que quieres hacer, no perderle el sentido a lo que haces; y saber por qué y para qué lo estás haciendo.

Solamente cuando juegas con el sentido y la imaginación consigues realizar tus sueños, pues solo es posible para ti aquello que puedes imaginar.

La construcción de una bodega de nueva planta cuya gestación responde al sentido heredado de origen, identidad, honradez, de saber lo que estás haciendo y lo que haces cuando quieres elaborar vinos que, en su medida, también aspiran a ser obras de arte atemporales, a la vez que de pleno disfrute sensorial... bien podría antojarse como un empeño fuera de contexto en los tiempos que corren.

Pero no resulta así para la familia Eguren.

Desde antes de que se empezara a horadar la roca de una pequeña colina en el paraje San Pelayo, justo al lado de San Vicente de la Sonsierra, los hermanos Marcos y Miguel Eguren tenían muy claro el sentido de lo que hacían: ese emplazamiento preciso y la bodega que tenían proyectada. Igualmente sabían que, con el correr de los años, pasaría a ser parte destacada del ya de por sí espectacular paisaje de la Sonsierra riojana.

Comienza la excavación, Enero 2007

Viñedos Sierra Cantabria es una bodega que, como ninguna otra en la DOCa Rioja, reivindica una particularidad sin precedentes: sus más de 4.000 metros cuadrados de calados excavados a distintas profundidades en la pura roca, donde se asienta la austera figura del edificio bodeguero, han sido realizados en pleno siglo XXI. Este complejo bodeguero único en su clase ha sido construido en base a dos premisas: de una parte como muestra de respeto a la tierra, a un origen; y por otra, con plena conciencia de identidad y pertenencia a esa tierra y al legado familiar.

Territorio de frontera, zona límite del cultivo de la vid, encuentro entre dos realidades climáticas diferentes (la atlántica y la mediterránea) la Sonsierra riojana tiene una magia que se teje a flor de tierra en pequeñas viñas, con la íntima unión de una familia, sus vides y los terrenos donde están hincadas.

Ahí es donde se urde una suerte de relación casi mitológica entre piedra, suelo y vino; entre los viñadores y la bodega horadada en el suelo pétreo. Y construida piedra a piedra, viña a viña, generación a generación, vendimia a vendimia. Vino a Vino.

El hálito de los grandes vinos, su aura, les viene de la tierra; pero son sus hacedores quienes interpretan qué les dicen las cepas de la vid, los climas, la orografía de los terrenos; y saben ir muy despacio, observando cómo el tiempo, el mundo y los gustos de la gente van cambiando mientras ellos no cambian sus principios, tan solo se adaptan y van un poco más allá de los vaivenes sociales. Esto es inteligencia profunda; un saber arcano tan recóndito, escaso y reservado como la savia que las cepas extraen del suelo y convierten en maravillosos vinos, festines de colores, aromas y sabores.

Así, Marcos Eguren, vendimia a vendimia, ha logrado crear una generación de vinos que reivindican tradición y modernidad junto a identidad y origen propios; y que por lo mismo muestran el estilo reconocible de Rioja. Tal son casos como la delicadeza de la viña La Nieta en el vino del mismo nombre, o el nervio de la viña La Canoca en el vino San Vicente, o la potencia domada de la viña La Llana en el vino Cuveé.

Fue en 2007 cuando, en el cerro San Pelayo, se empezó a abrir la roca para iniciar la excavación de las galerías (o calados) de la nueva, faraónica e impresionante bodega Viñedos Sierra Cantabria. Vista desde el exterior, resulta –solidez majestuosa e intemporal- una suerte de elemento nuevo que juega a patrimonializar el ya de por sí bellísimo paisaje de la Sonsierra. Pero es su interior lo que, aunque hayas visto muchas bodegas, te mueve al asombro: la infraestructura es mágica, con un diseño monacal, austero hasta el éxtasis; y unas instalaciones donde la roca viva excavada, la piedra tallada, la madera, son los únicos soportes ornamentales cuyo fin supremo es, sencilla y llanamente, la elaboración de unas pocas pero muy buenas botellas de vino.

Arcos sala barricas de la maloláctica

Bien se puede decir que, entre las de su clase, a día de hoy en Rioja esta bodega es la plasmación suprema del religioso y alquimista arte de elaborar grandes vinos de guarda.

Quince años después la bodega (aún no operativa) está casi terminada y lista para ser el moderno y austero espacio artesanal donde se producirán las nuevas añadas de vinos ya consagrados como Amancio o Finca El Bosque. Y otros que habrán de llegar y seguirán relatando cómo es el ábrego y mágico espíritu de la Sonsierra riojana.

Doble arco fachada sur terminado