Generación Z y vino: el nuevo lenguaje de una relación en construcción

Maria Alejandra Bidaseca

Lunes 17 de Noviembre de 2025

Cómo la Generación Z cambia la relación tradicional con el vino

Cada generación tiene su manera de acercarse al vino. Para muchos, la copa está ligada a la mesa familiar, al descorche de un domingo o a la guarda de una botella especial. Pero los jóvenes de hoy, los nacidos a partir de mediados de los noventa —la llamada Generación Z—, están reescribiendo ese vínculo. Y el sector vitivinícola observa con atención.

Experiencias antes que etiquetas

A diferencia de generaciones anteriores, la Gen Z no se siente atraída por coleccionar botellas ni por memorizar denominaciones de origen. Lo que buscan es la experiencia: compartir una cata urbana con amigos, descubrir un maridaje inesperado en un bar de vinos, o participar en un festival que combine música y copas al aire libre.

Para ellos, el vino no es un símbolo de estatus, sino un vehículo de conexión social.

Preferencias más frescas y ligeras

Las estadísticas globales ya muestran un cambio en el consumo: los jóvenes se inclinan por vinos más fáciles de beber, con menor graduación alcohólica y perfiles frutales. El boom de los rosados, los espumosos frescos y los vinos de baja intervención responde a esa demanda.

La solemnidad del descorche cede espacio a la frescura de abrir una lata o destapar una botella lista para disfrutar sin manual de instrucciones.

Nuevos formatos para nuevas costumbres

Los envases alternativos, como las latas o los bag-in-box, ya no se ven como un sacrilegio, sino como opciones prácticas para picnics, viajes o reuniones informales. En países como Estados Unidos y Reino Unido, el crecimiento de estos formatos es sostenido.

La Gen Z valora la conveniencia y la sustentabilidad: envases reciclables, menor huella de carbono y propuestas innovadoras marcan puntos a favor.

Un desafío y una oportunidad

¿Significa esto que los jóvenes se alejan del vino tradicional? No necesariamente. Más bien lo están reinterpretando. El desafío para la industria es tender puentes: ofrecer vinos que dialoguen con estos nuevos hábitos sin perder su esencia cultural.

El futuro del vino no será únicamente de guarda ni de etiquetas solemnes. Será un mosaico diverso donde convivan la botella clásica y la lata creativa, el viñedo centenario y la propuesta disruptiva.

La Generación Z no viene a reemplazar la historia del vino, sino a escribir el próximo capítulo con su propio lenguaje. Y, como siempre, será en la copa donde se encuentren tradición y futuro.

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