Alfredo Selas, Exquisiterioja
Martes 17 de Septiembre de 2024
El Turismo del Vino busca aires frescos, por eso la edición de este año se ha celebrado del 11 al 13 de septiembre en las tierras altas de Armenia, concretamente en Yerevan, su capital, que se encuentra a casi 1.000 metros de altitud. La Armenia vitivinícola -viñas en altura con cuyas uvas se elaboran vinos finos y ligeros -y la enoturista- con una variada oferta de actividades paralelas a las enoturistas y de calidad semejante a la de cualquier otro país productor de vino ha sido todo un descubrimiento para quienes hemos participado. Armenia es un país que está luchando para reinventarse, con vestigios de un oscuro y silente pasado, un presente en plena efervescencia intentando ponerse a tono con los ritmos de estos tiempos...y un futuro que, en lo que respecta a la cultura y al turismo del vino, atesora raigambre histórica, bodegas modernas y un patrimonio vitivinícola con sus variedades indígenas que es excitante para quienes quieran descubrirlo; y que continua su línea ascendente, según me apunta Katar Taslakyan, experta guía en turismo y enoturismo y vicepresidenta de la Asociación de Guías profesionales de Armenia.
En Armenia, como en Portugal o en Sudáfrica o en cualquier otro país vitivinícola, por lo que respecta al Turismo del Vino, de lo que se trata es de, en cada territorio, encontrar el tesoro de la memoria transmitida, de una sabiduría ligada a ese territorio para compartirla con las personas que lo visitan. Esto no es la búsqueda del Vellocino de oro con prácticas equívocas, sí es en cambio prestar servicios con pasión y preparación para que quienes visitan la zona elegida encuentren fuentes de inspiración y disfrute.
La belleza es algo que sucede y puedes entender cuando tienes los canales sensoriales abiertos y conectados. Es entonces cuando, inesperadamente, la vida te sorprende con vivencias que en sí mismas portan el misterio y el embrujo del deseo; de apetecer explorar y vivir más. Esto es precisamente lo que suele suceder en una experiencia turística en torno a la Cultura del Vino que ha sido diseñada con talento y conducida con destrezas interactivas. Por eso, en lo que respecta al Turismo del Vino, en la Conferencia se ha puesto de manifiesto cómo se están abriendo sincronías todo el tiempo, aunque persistan anacronismos. Si a la belleza le gusta las sincronías y los leves anacronismos, seguro que le gusta de igual manera la imperturbable majestuosidad del Monte Ararat cuando, impensadamente y desde una bodega armenia, te lo encuentras frente a ti en la distancia, rompiendo el horizonte al fondo sobre un territorio plano no exento de anacronismos vitivinícolas y humanos por otra parte.
A la Plaza de la República de Yerevan hemos acudido más de 250 profesionales de 25 países y de diferentes campos de actuación y ofertas turísticas. Con su programa de sesiones, la Conferencia ha nutrido el tema central de la misma con aportaciones: revivir las tradiciones como asunto central en el cambiante panorama del enoturismo. Los destinos se enfrentan al doble reto de atraer visitantes y preservar su patrimonio cultural. Por ello, a medida que estos destinos intentan establecerse en la escena mundial, han de navegar por el delicado equilibrio entre modernización y tradición.
Así, en este contexto las habilidades y herramientas prácticas desempeñan un papel crucial en el éxito de los destinos enoturistas. Desde experiencias narrativas envolventes hasta tecnologías digitales innovadoras, las bodegas deben emplear una serie de estrategias para atraer y fidelizar a los visitantes. Además, la promoción eficaz de las rutas del vino requiere esfuerzos coordinados entre todas las partes implicadas en la cadena de valor del enoturismo. Fomentando la colaboración y la comunicación, estas partes interesadas maximizan el impacto del enoturismo en las economías y comunidades locales.
Las ponencias han sido interesante y útiles, como por ejemplo "Estrategias para crear y preservar una marca digital sólida para el sector vitivinícola y el turismo del vino". O "De la tradición a la innovación: Explorando la fusión de compartir es cuidar"
En esta sesión interactiva, se animó a los participantes a entrar en la conversación a través de una encuesta en directo, aportando sus puntos de vista sobre los actuales retos y oportunidades del enoturismo.
"Inspírate". Particularmente, he encontrado muy interesante esta ponencia de Juan Parodi, Cofundador de Community Hackers (España) quien ha presentado y sugerido iniciativas sostenibles de éxito en el sector del enoturismo, proporcionando un espacio ideal para el intercambio de experiencias y para el desarrollo de proyectos innovadores en enoturismo, abordando en su charla tres opuestos o tensiones, que son óptimas forma de entender y a la vez encontrar espacios para el aprendizaje.
La primera es tener mentalidad de juego infinito frente a finito. Ahí versó sobre la diferencia entre las ganancias a corto plazo y la sostenibilidad a largo plazo, fomentando un cambio hacia el juego infinito. El juego infinito aquí implica tener una mirada más amplia, en cuanto a los agentes con los que interactuamos, como también la búsqueda de un beneficio para el planeta y las comunidades en las que operamos.
La segunda él la llama guardianes frente a innovadores. Esta explora el equilibrio entre preservar el patrimonio cultural y adoptar la innovación en la elaboración del vino y el turismo, mostrando cómo ambos pueden trabajar juntos. La realidad es que esta tensión es sinérgica, ya que preservar el pasado es clave para nuestro futuro. La innovación nos sirve para encontrar nuevas formas de proteger, y también amplificar nuestro legado.
La tercera es colaboración frente a aislamiento: Ahí destacó la importancia de la acción colectiva en la sostenibilidad, haciendo hincapié en que el cambio sistémico en el enoturismo requiere trabajar juntos entre industrias y regiones. Ninguno de estos cambios puede ser resuelto por una entidad sola, concluyendo cómo el manejo y correcto equilibrio entre estas tensiones, nos llevarán a tener grandes destinos de enoturismo y también promover experiencias sostenibles. Finalmente, la sostenibilidad en el enoturismo es un viaje, es un proceso, no un destino final. Requiere un abordaje sistemático de mejora, innovación y adaptación.
También, en la Mesa Redonda sobre Narración digital y compromiso con un público de audiencia mundial, los expertos debatieron sobre estrategias innovadoras para aprovechar la narración digital y cautivar al público. El panel exploró cómo las bodegas pueden utilizar multimedia, las redes sociales y las plataformas interactivas para mejorar la marca, crear experiencias inmersivas y fomentar conexiones más profundas con entusiastas del vino de todo el mundo. Además se desarrollaron talleres temáticos en los cuales, en un ambiente altamente interactivo y participativo, los participantes tuvieron la oportunidad de profundizar en un tema de su elección e intercambiar mientras exploraban soluciones a problemas concretos a los que se enfrenta el sector.
El acto que inauguró la Conferencia no pudo ser mejor: un cóctel de bienvenida servido al atardecer entre los viñedos de la bodega Fin Del Mundo de Neuquén, Karas, donde Juliana Del Águila Eurnekian es la cabeza pensante, alma que ilusiona con su fuerza y carisma un proyecto que, de hecho, es ya realidad con sus vinos sabrosos y diferenciados. Juliana nos trasladó la emotiva historia de una familia argentina cuyos ancestros armenios tuvieron que emigrar, y ahora le retornan a la tierra madre esplendor trasmutado en vinos y belleza como regalo bien merecido. No más tienes que verte, extasiado -y con una copa de vino en la mano- en un mar de viñas de cuyas cepas prietas penden racimos de uvas de las variedades Areni, Sireni y Kangun, muy pequeñas y sabrosas, ya casi a punto de ser vendimiadas.
Finalmente, doy fe de ello: el culmen de la Conferencia fue la última visita, que ha colmado mis expectativas de un modo tremendamente visceral, emocional; lo más íntimo de mis fibras sensoriales. Para el sumiller que esto escribe, después de andar visitando bodegas durante los últimos 29 años, ha sido una impresión muy difícil de narrar, algo no esperado ni en el mejor de mis sueños. He tenido la oportunidad de subir y entrar a la cueva cárstica Areni-1 también llamada cueva de los pájaros, la cual se encuentra en una zona montañosa en la cuenca del río Arpa, en la provincia Vayots Dzor hacia el sur de Armenia, en un paraje sobrecogedor en la base de tremendos farallones de roca. En este yacimiento arqueológico se han encontrado pruebas que atestiguan cómo -hace más de 8.000 años- ya producían de las uvas un brebaje alcohólico que con el correr de los milenios se acabó llamando vino. Y, por si no fuera poco, el guía de tal "bodega" ha sido el mismísimo descubridor, excavador, catalogador e interpretador de lo que allí se ha encontrado Boris Gasparyan, antropólogo ya muy entrado en edad pero que explica la solemnidad y magnitud del enclave con toda humildad, con un discurso culto, desmitificador pero a la vez ornado con una visión holística que abraza la pura síntesis de lo que es la vida y lo que supone la humanidad.