Martes 11 de Noviembre de 2025
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La Napa Valley, situada al norte de San Francisco, se ha consolidado en las últimas décadas como una de las regiones vitivinícolas más influyentes del mundo. Sus vinos, especialmente los cabernet sauvignon, han alcanzado precios elevados y un reconocimiento que rivaliza con los grandes nombres europeos. Este fenómeno no es aislado, sino que forma parte de la expansión internacional de los viñedos del llamado Nuevo Mundo. La región californiana ganó notoriedad en los años setenta, impulsada por figuras como Robert Mondavi y el asesor técnico André Tchelistcheff. El conocido Juicio de París de 1976 supuso un punto de inflexión: ese día, varios vinos californianos superaron a sus equivalentes franceses en una cata a ciegas, lo que cambió la percepción mundial sobre la calidad de los vinos estadounidenses.
En este proceso, los productores bordeleses han tenido un papel relevante. En 1979, el barón Philippe de Rothschild se asoció con Robert Mondavi para crear Opus One, considerado el primer "gran vino californiano" con inspiración francesa. A partir de ahí, otros nombres procedentes de Burdeos han invertido en la zona. Christian Moueix, Bernard Portet, la familia Tesseron y Daniel y Florence Cathiard son algunos ejemplos. Cada uno ha aportado su experiencia y tradición a la Napa Valley, al tiempo que han aprendido de la flexibilidad y el espíritu innovador local. La región californiana se ha convertido en un espacio donde se prueban nuevas técnicas agrícolas, modelos de venta directa y prácticas medioambientales avanzadas. Además, la zona es referente en enoturismo.
A partir del año 2000, grandes grupos franceses comenzaron a invertir en Napa Valley. LVMH, conocido por su presencia en Burdeos con propiedades como Yquem y Cheval Blanc, inició su expansión con la compra de Newton Vineyard en 2001. Más tarde sumó Colgin Cellars en 2017 y Joseph Phelps Vineyards en 2022. Sin embargo, la venta de Newton en 2024 tras los incendios forestales muestra que el éxito en California también está sujeto a riesgos naturales. En 2013, François Pinault adquirió Eisele Vineyard, uno de los viñedos más respetados de la zona. Por su parte, Axa Millésimes compró Outpost Wines en Howell Mountain en 2018.
Entre los bordeleses instalados en Napa Valley destaca Christian Moueix. Nacido en 1946 e hijo del reconocido comerciante Jean-Pierre Moueix, estudió agricultura en Burdeos antes de trasladarse a California para formarse en la Universidad de Davis. Allí conoció a Robert Mondavi y adoptó una visión más abierta sobre el vino. En 1981 aceptó gestionar el viñedo histórico Napanook y fundó Dominus Estate dos años después. Desde el principio aplicó métodos bordeleses: control estricto del viñedo, bajos rendimientos y búsqueda del equilibrio antes que la potencia. Aunque sus primeros vinos fueron considerados austeros por parte de la crítica estadounidense, con el tiempo Dominus Estate se ha convertido en una referencia por su capacidad de envejecimiento y su estilo sobrio.
El cambio climático también afecta a Napa Valley. Christian Moueix recuerda temperaturas extremas registradas en septiembre de 2022 que dañaron las uvas directamente en las cepas. Lo que antes era visto como un refugio climático para los productores franceses ahora presenta vulnerabilidades similares a las europeas.
Otro nombre relevante es Michel Rolland, uno de los asesores más conocidos procedentes de Burdeos. Desde los años ochenta ha trabajado con una veintena de bodegas californianas como Harlan Estate o Dalla Valle. Su enfoque ha influido notablemente en el estilo moderno de muchos vinos californianos.
Bernard Portet representa el perfil pionero entre los bordeleses llegados a California. En 1970 fue contratado para buscar un lugar idóneo donde fundar un nuevo viñedo y eligió Stags Leap District para crear Clos du Val junto a John Goelet. Su apuesta por un estilo clásico y equilibrado le permitió participar ya en el Juicio de París de 1976. Aunque durante algunos años sus vinos fueron menos apreciados por no seguir las tendencias dominantes hacia vinos más potentes, actualmente Clos du Val vuelve a ser valorado por su elegancia.
En 2016 Alfred Tesseron decidió adquirir una propiedad aislada en Mount Veeder llamada Pym-Rae (anteriormente propiedad del actor Robin Williams). Aplicó desde el inicio prácticas biodinámicas similares a las empleadas en Pontet-Canet (Burdeos), buscando expresar la singularidad del lugar mediante vendimias manuales y respeto al suelo. Su hijo Noé continúa esta línea familiar.
La influencia bordelesa no se limita solo a Napa Valley. Claire Villars y Gonzague Lurton se instalaron en Sonoma con Trinité Estate (Acaibo) buscando unir precisión francesa con climas más frescos californianos. Pierre Seillan ha logrado gran reputación con sus microcuvées Vérité también en Sonoma. Más al sur, Stephan Asseo produce L'Aventure en Paso Robles siguiendo inspiración bordelesa.
Daniel y Florence Cathiard son conocidos tanto por su éxito vitivinícola como por su apuesta por el arte de vivir ligado al vino. Tras triunfar con Smith Haut Lafitte y Las Sources de Caudalie (referente internacional en vinoterapia) decidieron adquirir Flora Springs cerca de St Helena en 2020 y rebautizarlo como Cathiard Vineyard. Han introducido prácticas biodinámicas y renovado tanto instalaciones como servicios para visitantes siguiendo su filosofía basada en calidad e innovación.
El intercambio entre Burdeos y California es ahora bidireccional: inversores estadounidenses también adquieren propiedades francesas como Château Lascombes (ahora propiedad de la familia Lawrence). Las antiguas rivalidades han dado paso a una cooperación donde ambas regiones comparten conocimientos técnicos y comerciales.
Algunos ejemplos recientes muestran cómo estos proyectos franco-californianos han conseguido reconocimiento tanto dentro como fuera de Estados Unidos: Dominus Estate (Christian Moueix), Clos du Val (Bernard Portet), Pym-Rae (familia Tesseron) o Cathiard Vineyard (Daniel y Florence Cathiard) figuran entre los nombres más buscados por coleccionistas e importadores europeos.
La relación entre Burdeos y Napa Valley ilustra cómo tradición e innovación pueden convivir cuando productores experimentados buscan nuevas oportunidades fuera de sus regiones originales sin renunciar a sus valores fundamentales ni dejar de adaptarse al entorno local estadounidense.
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