Viernes 14 de Febrero de 2025
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Las tarifas comerciales de EE. UU. están generando incertidumbre en la industria del vino, con medidas que se aplican, se suspenden o se anuncian sin claridad. La imposición de un 25% de aranceles en 2019 sobre vinos de Francia, España y Alemania ya causó un fuerte impacto, con importadores pagando $239 millones adicionales en impuestos. Ahora, nuevas tarifas del 25% sobre productos de Canadá y México, y del 10% sobre bienes de China, han vuelto a sacudir el mercado, generando respuestas inmediatas de los países afectados.
China respondió con aranceles del 15% al carbón y gas natural licuado, y del 10% a maquinaria agrícola y automóviles de gran motor, además de anunciar una investigación antimonopolio contra Google. Mientras tanto, Trump ha advertido sobre nuevas tarifas para la Unión Europea, aunque sin detalles concretos. Esta falta de certeza está afectando las decisiones de inversión en el sector del vino, la cerveza y los licores, que representan cientos de miles de millones de dólares en actividad económica. Un estudio de John Dunham and Associates, encargado por Wine and Spirits Wholesalers of America, estima que solo las tarifas sobre vino y licores de México costarían $774 millones en salarios perdidos en EE. UU., $1.3 millones en ingresos fiscales perdidos y $2.5 mil millones en impacto económico negativo.
El mayor problema para la industria es la incertidumbre. David Parker, director de Benchmark Wine Group en Napa, señala que las empresas pueden planificar costes adicionales, pero no saber qué sucederá de un día para otro dificulta la operación. En 2019, la imposición repentina de aranceles afectó envíos en tránsito, generando costes inesperados para importadores.
En términos generales, un arancel es un impuesto a la importación que suele ser absorbido por los consumidores a través de precios más altos. Trump justificó las nuevas tarifas como una medida para frenar el tráfico de drogas y la inmigración ilegal, pero su secretario del Tesoro, Scott Bessent, explicó que también buscan corregir prácticas comerciales injustas, generar ingresos y servir como táctica de negociación. Sin embargo, economistas advierten que los aranceles encarecen bienes, reducen la producción económica y eliminan empleos. La Tax Foundation calcula que las tarifas actuales reducirán el PIB de EE. UU. en un 0.2%, eliminarán 142,000 empleos y costarán a cada hogar estadounidense $830 adicionales este año.
Para el consumidor, un arancel del 25% encarece un vino de $10 a $12.50 antes de que pase por distribuidores y minoristas, quienes a su vez aumentan el precio. Esto afecta la accesibilidad de productos como vinos europeos, cervezas importadas y cócteles populares como la margarita, el más vendido en EE. UU. según Nielsen CGA.
Ante esto, organizaciones de la industria como el Distilled Spirits Council of the US y la Cámara de la Industria del Tequila advirtieron sobre el daño que los aranceles traerán al sector de bebidas alcohólicas en América del Norte, que hasta ahora ha prosperado gracias a un comercio mayormente libre de tarifas desde los años 90. La Wine Institute también expresó su preocupación, ya que Canadá es el principal mercado de exportación para el vino estadounidense, con ventas minoristas superiores a $1.1 mil millones anuales. La incertidumbre afecta a productores, distribuidores y consumidores, obligando a buscar alternativas para mantener márgenes de ganancia.
Las respuestas de Canadá y México fueron inmediatas. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, impuso tarifas del 25% sobre $106 mil millones en importaciones de EE. UU., incluyendo vinos, cervezas y Bourbon. También instó a los canadienses a consumir productos nacionales y reconsiderar viajes a EE. UU. Provincias como Columbia Británica y Ontario ordenaron retirar licores estadounidenses de tiendas estatales, afectando un mercado que mueve casi $1 mil millones en ventas anuales. Sin embargo, tras negociaciones con Trump, Canadá suspendió los aranceles por 30 días a cambio de cooperación en seguridad fronteriza y combate al tráfico de fentanilo.
México también logró una pausa en la guerra comercial después de que la presidenta Claudia Sheinbaum negociara con Trump el despliegue de 10,000 miembros de la Guardia Nacional de EE. UU. en la frontera sur para reforzar el control antidrogas. A cambio, se suspendieron los aranceles por un mes mientras ambos países buscan un acuerdo comercial con la mediación de funcionarios de alto nivel.
En Europa, líderes como el canciller alemán Olaf Scholz advierten que la UE puede soportar una guerra comercial, pero prefieren la cooperación. La jefa de policía de la UE, Kaja Kallas, recordó que las disputas comerciales no benefician a ninguna parte.
Mientras tanto, el impacto ya se siente en la industria del vino y licores en EE. UU. Un ejecutivo de una gran importadora y exportadora de vinos, que prefirió permanecer en el anonimato, confirmó que varias bodegas californianas podrían dejar de exportar a Canadá por falta de competitividad. Esto no solo afectará ingresos, sino que limitará inversiones en tecnología y recursos humanos. También afectará a restaurantes y minoristas, que buscarán productos alternativos para no perder márgenes.
A nivel mundial, el alza de costes en botellas, etiquetas y materiales provenientes de China complicará aún más la situación. Robert Tobiassen, presidente de la National Association of Beverage Importers, señala que la globalización ha hecho que casi ningún producto se fabrique completamente en un solo país, por lo que cualquier aumento de costes se traslada al consumidor. Además, la volatilidad en las tarifas afecta a importadores, que no pueden prever costes ni planificar envíos con certeza.
Erica Nonni, directora de Nonni Strategic Marketing, confirma que el clima de incertidumbre ha frenado inversiones en el mercado estadounidense. En los últimos seis meses, clientes de Europa, Sudamérica y Oceanía han reducido su participación en EE. UU., temiendo que un cambio de administración afecte el comercio internacional. Importadores con márgenes ajustados están siendo especialmente cautelosos.
La falta de estabilidad en la política comercial está afectando a la industria del vino en todos sus niveles. Desde productores hasta distribuidores y consumidores, las tarifas están reconfigurando el mercado y obligando a tomar decisiones sin certezas claras.
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