Descubriendo la Rioja Alavesa más familiar

Es el relevo generacional un tema que surge de manera habitual cuando visitas una zona de producción. El campo sufre el mismo abandono que los pueblos que habitan aquellos que lo trabajan y viven de él. Sin embargo, en ocasiones encontramos dentro de esta problemática proyectos que, con el consabido esfuerzo que estos conllevan, luchan por preservar la viña, su patrimonio vitícola, y la elaboración de vino, algo que lleva a su vez implícito conservar y mantener parte de la identidad cultural y las tradiciones que les acompañan desde hace siglos. Varios son los proyectos que salen hoy a nuestro encuentro en una ruta de enoturismo recorriendo los pueblos y bonitos paisajes de Rioja Alavesa, y que buscan mantener ese arraigo a la tierra, a sus pueblos, a un lugar donde tiempo atrás sus antecesores trabajaban el campo y recogían el fruto que les proporcionaba la vid, algo que además de ser un medio de vida, mantiene esa larga tradición en la elaboración de vino de Rioja Alavesa.

Un primer acercamiento a este territorio nos llega a través de una propuesta gastronómica. El vino hay que entenderlo, o al menos considerarlo, yo lo estimo así, como una parte indisoluble de la gastronomía. Este concepto se hace realidad cada vez que disfrutamos de un vino acompañando las viandas en la mesa, y la unión de ambos es una muy buena ocasión para conocer más y cómo son los vinos que se están elaborando actualmente en Rioja Alavesa, y de su gastronomía. Es el restaurante del Hotel Viura el lugar escogido para ello mediante una representación de varias bodegas familiares, con sus bodegueros presentes, llegados de diferentes poblaciones con las que conocer cómo es su territorio, sus elaboraciones y su trabajo de primera mano. Unas elaboraciones entre las que están presentes con tradicionales tintos, sus preciados vinos de MC (maceración carbónica) y sus tintos con crianza, a los que hay que añadir las elaboraciones de vinos blancos. En Rioja Alavesa estas elaboraciones, principalmente de la variedad Viura, o acompañada esta por Malvasía, están despuntando, obteniendo un notorio reconocimientos gracias a la buena calidad de estas. Vinos de calidad, bien elaborados, muy ricos, interesantes a su cata, y muy gastronómicos.

El viaje continúa, tras la presentación del día anterior es momento de recorrer su territorio con la visita a varias bodegas y pueblos. Rioja Alavesa se caracteriza por ser una zona en la que el cultivo de la vid dibuja bonitos paisajes. Viñas viejas, la gran mayoría en vaso, localizadas en pequeñas parcelas rodeadas de olivares, de almendros, de plantas silvestres, y de una amplia y variada biodiversidad con la imponente sierra al fondo, siempre que se tenga la mirada puesta en el norte, al sur el Ebro. En Rioja Alavesa se cultivan 13.300 ha. de viñedo repartidas en 23 poblaciones al abrigo de la Sierra de Cantabria y bañadas por el Ebro. Todo esto, unido a sus pueblos, unos pueblos con bonitos cascos históricos y los tradicionales barrios de bodegas, a su rica gastronomía, y la calidez y hospitalidad de sus habitantes, conformamos una postal, un pequeño referente de qué es y qué puede ofrecer este territorio al visitante.

La ruta nos lleva a conocer el trabajo de tres bodegas familiares, entendiendo por "bodega familiar" a aquella bodega que regentada por una familia mantiene tradición y calidad en sus elaboraciones.

Bodegas Ostatu, 50 años de tradición

La primera de ellas es Bodegas Ostatu, en Samaniego, quienes inician su actividad en la comercialización de vino, que no en el cultivo de la vid y a la elaboración del mismo, esto ya lo venían haciendo siglos atrás sus antecesores, a principios de los 70 del siglo pasado. Adquieren la casa señorial que había pertenecido a la familia que data del S XVIII y construyen un edificio anexo a esta para ampliar la producción. En sus inicios se especializan en la elaboración de vino cosechero, hasta que llegados los años 90 vuelven a ampliar sus instalaciones para introducir las primeras barricas, y con ello ampliar también su gama de elaboraciones.

Mediante la cata de sus vinos podemos conocer sus orígenes, la posterior evolución y el futuro de la bodega. Vinos Maceración Carbónica, tintos con crianza con selección por parcelas , y sus vinos blancos, con y si crianza, pequeñas producciones, calidad frente a cantidad, una amplia muestra de elaboraciones nacidas de sus viñedos que reflejan la tradición e identidad de la propia bodega, y a su vez un fiel reflejo de Rioja Alavesa.

La filosofía de Viña Artuke

Prosigo ruta, esta me lleva al sur, apenas 5 kilómetros separan Bodegas Ostatu de mi siguiente destino, la Bodega Viña Artuke, en la localidad alavesa de Baños de Ebro. La bodega familiar inicia su andadura en 1991, siendo otro claro ejemplo de adaptación ante la mala situación del mercado motivada por la bajada de los precios del granel (vino cosechero), circunstancia esta que les llevó a dar el paso, seguir cultivando la viña, trabajo que realizaban ya las generaciones anteriores, y empezar a comercializar su propio vino dándole un valor añadido. Actualmente cultivan 30 ha. en ecológico y su producción total es de unas 150.000 botellas anuales de las siete referencias que comercializan, seis tintos de la variedad Tempranillo y un blanco de Viura, Malvasía y Palomino Fino, para los que mantienen una filosofía de producción segmentando por parcelas.

Dos de sus tintos son "vinos de pueblo", es decir procedentes de varias parcelas todas ellas localizadas en el mismo municipio, y el resto son vinos parcelarios de uvas procedentes todas ellas de una misma parcela. Cato todos ellos, los siete, y encuentro unos vinos en los que predomina la frescura, la fruta, concentración y complejidad, aportando cada uno sus matices particulares y personalidad propia. Comenta Arturo de Miguel, enólogo de Artuke, que sus vinos pretender ser un fiel reflejo de aquello que uno espera encontrar en un vino de Rioja Alavesa, que se aleja de las modas, que el vino ha de reflejar y transmitir la zona donde nace. Doy más importancia a la acidez que al grado alcohólico a la hora de vendimiar".

Qué sería de una jornada de enoturismo sin pisar viñedo. En esta época del año el viñedo está precioso, una amplia paleta de colores que van desde el amarillo, el rojizo y  el ocre cubren los campos haciendo de la estampa un regalo para la vista y los sentidos. Subo una loma, llego a uno de los viñedos de Artuke, la brisa otoñal mece las hojas y se desliza suavemente sobre la cubierta vegetal, poco queda para el agostamiento. La vista se pierde en el horizonte, en un mar de viñedos, imposible no disfrutar de la estampa, de este paisaje de Rioja Alavesa en estado puro.

Bodegas Artadi, calidad en cada botella

Antes de la tercera y última de las visitas, un receso, un descanso para reponer fuerzas y disfrutar de la buena gastronomía de la zona. Parte de aquello que recoge el enoturismo es conocer también la parte cultural, para ello viajo a Laguardia. Varias son las vistas realizadas a esta población, y cada una de ellas es si cabe más atractiva. Recorrer sus calles, el casco histórico con sus edificios medievales, su muralla, visitar la Iglesia de San Juan Bautista, disfrutar de las vistas a la Sierra de Cantabria o a las vegas, y por supuesto degustar la rica y variada gastronomía acompañada por los vinos de la zona.

Tras visitar el conjunto histórico de Laguardia, es a las afueras del mismo pueblo donde se localiza la última de las bodegas familiares, Bodegas Artadi. Nuevamente, es la más reciente incorporación de la comercialización del vino que unido a larga tradición en el cultivo de la vid, cinco generaciones ya trabajaban la viña, lo que motiva el origen de la bodega en el año 1985. Cuentan con 56 ha. de viñedo repartidas entre la misma población de Laguardia y la de Elvillar practicando una viticultura ecológica que ellos mismos prefieren denominar como agricultura tradicional, entendiendo el viñedo como lo habían entendido siempre sus antecesores, como un parte más del entorno natural. Es la variedad Tempranillo la usada en sus elaboraciones con selección por parcelas y para los que emplean diferentes crianzas. Tras visitar la bodega, conocer la sala de crianza, es momento de catar sus vinos. Cuatro tintos de la variedad Tempranillo y un blanco de Viura. Nuevamente nos encontramos ante vinos tintos de gran calidad, de parcela, muy frutales, con personalidad propia y elegantes. Y un blanco también de calidad, con muy buena acidez y frescura.

Dos intensas jornadas recorriendo Rioja Alavesa a través de bodegas familiares que nos da una visión muy particular, en la que son los pequeños proyectos los que mantienen y dan continuidad al cultivo de la vid y la elaboración de vino, a las tradiciones e identidad cultural, al relevo generacional, algo tan necesario, a sus vinos de calidad, tanto a sus tradicionales tintos como a las emergentes elaboraciones de calidad de uvas blancas. Deleitarse con sus paisajes, conocer sus pueblos, su cultura, disfrutar de su gastronomía y de sus vinos, y de la calidez y hospitalidad de sus habitantes, que son los que hacen posible el disfrute de quien se acerca a conocer esta bonita región alavesa.