Martes 01 de Octubre de 2024
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En el barrio de Palermo, emerge una joya gastronómica que rescata el espíritu de la cocina nórdica con una visión moderna y local: Sál. Este pequeño restó, cuyo nombre significa "alma" en islandés, es el resultado de la pasión y la búsqueda culinaria de Nicolás Díaz Martini, chef y propietario, quien ha recorrido un largo camino para dar vida a esta propuesta única.
Formado en el prestigioso Colegio de Cocineros Gato Dumas y con experiencia bajo el mando del reconocido chef Fernando Trocca en Sucre, Nicolás ha construido una carrera marcada por la innovación y el respeto al producto. Su viaje comenzó en 2007, cuando abrió "El Almacén" en La Cumbre, Córdoba, un proyecto que sentó las bases de su estilo culinario. Más tarde, en Buenos Aires, creó "Fuego", un restaurante a puertas cerradas que no solo deleitó a sus comensales, sino que también se transformó en una escuela de cocina, preludio de lo que hoy es Sál.
En Sál, Nicolás ha formado un equipo sólido, con dos pilares fundamentales: Agustina Leiva, jefa de cocina y ex Mishiguene, encargada de los fuegos, y Alice Samzun, francesa con formación en vinos a través de su diplomatura en WSET, quien comanda el servicio de sala y vinos. Juntos, buscan capturar el alma de la cocina nórdica, integrando elementos de otras tradiciones culinarias como la del sudeste asiático, siempre con una mirada puesta en los productos locales.
La carta de Sál es un reflejo del espíritu viajero y explorador de Nicolás. Platos como el smørrebrød de pesca curada, vitello tonnato y espárragos de mar, o el tartar de cordero con portobellos y salsa de remolacha ahumada, revelan una complejidad y una riqueza de sabores que invitan a los comensales a descubrir nuevas combinaciones y texturas. Otros destacados incluyen el medallón artesanal de lomo y molleja de res, acompañado de una delicada demiglace, y el mil hojas con emulsión de hierbas cítricas, un festín para los sentidos.
Entrar en Sál es sumergirse en el concepto hygge, esa acogedora sensación de bienestar tan propia de las culturas nórdicas. El restaurante cuenta con dos salones: uno principal, minimalista y de estilo sobrio, y otro más privado con un toque francés y detalles escandinavos. La barra de vodkas y aquavit, junto con una cuidada selección de libros, completan la experiencia.
Este viaje culinario ha llevado a Sál a formar parte de las recomendaciones de la Guía Michelin, un hito que reafirma su camino en la búsqueda de excelencia, creatividad y un respeto absoluto por los productos que utiliza. En 2024, celebrando sus dos años de vida, Nicolás ha incorporado nuevos platos a la carta, manteniendo su filosofía de constante evolución. Actualmente, el chef se encuentra de viaje por Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, Polonia y Alemania, en busca de inspiración y nuevas tendencias que prometen llevar la propuesta de Sál aún más allá.
Sál no es solo un restaurante, es una experiencia sensorial que transporta a los comensales a tierras lejanas, donde cada plato cuenta una historia, cada bocado es un viaje, y cada detalle refleja el alma del chef que lo creó.
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